El presidente electo, Gustavo Petro, deberá vencer la resistencia de sectores poderosos y de las Fuerzas Armadas, que todavía le achacan su pasado como guerrillero pese a que firmó la paz en 1990.
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Muchos temen que sus reformas afecten la propiedad privada y conduzcan al país hacia un socialismo fallido.
Además Petro tiene una “personalidad que muchos asocian con intransigencia, terquedad y con un ego que limita el diálogo”, advierte la politóloga de la Universidad Javeriana Patricia Muñoz.
Pero quizá una de las mayores expectativas está en su futura relación con los militares, que deberán jurar lealtad a un antiguo adversario en un país traumatizado por un conflicto de seis décadas que tuvo en el centro a los rebeldes de ultraizquierda.
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“La desconfianza entre el presidente y los militares es significativa”. Petro deberá seleccionar a un ministro de Defensa que tenga el respeto y la confianza” de las tropas, señaló a la AFP el analista Sergio Guzmán, de la consultora Colombia Risk Análisis. De lo contrario, la transición será “un desastre”, agregó.
En unas recientes declaraciones a la emisora BluRadio, Petro había planteado que el Ministerio de Defensa fuera dirigido por una mujer conocedora de Derechos Humanos y con liderazgo en las Fuerzas Militares.
E incluso se recuerda que también planteó mejoras en las condiciones de vida de los uniformados con planes de vivienda y alternativas para cursar carreras universitarias.
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