Aunque en Cúcuta ya existía el negocio de las barberías tradicionales, especialmente para hacer cortes a hombres mayores y de forma muy clásica, desde hace varios años el oficio ha venido transformándose.
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Esto, gracias a los migrantes venezolanos que llegaron a la capital nortesantandereana a revolucionar este arte especializado en el cuidado de la barba, bigote y cabello de los hombres.
Un oficio muy tradicional en Venezuela, donde especialmente los jóvenes cambiaron el concepto que se tenía sobre la barbería: no es solo pasar una máquina y ya, es desarrollar y perfeccionar técnicas a fin de que los clientes luzcan un corte de cabello y de barba adecuado con su estilo personal.
Fue así como poco a poco, los barrios y sectores más populares de Cúcuta comenzaron a resurgir con emprendimientos de barberías tipo vintage, a fin de brindar experiencias únicas para el cuidado y la estética masculina.
La Opinión conoció la historia de 3 jóvenes venezolanos que llegaron a Cúcuta a emprender con este oficio que les ha cambiado sus vidas.
“Agradecido con Colombia y los colombianos”
Eduard David Mora Velasco nunca imaginó que tendría que salir de su país para comenzar una nueva vida, pero las circunstancias lo obligaron: a sus 21 años a tomar la decisión de emigrar de Venezuela debido a la difícil situación económica que se vive allí.
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Llegó a Cúcuta en el 2019 “con una mano adelante y otra atrás” como él mismo menciona y con tan solo $10.000, pero con unas ganas inmensas de trabajar y salir adelante con el oficio que desde los 16 había aprendido, la barbería.
“Llegué a la Alejandría a preguntar dónde podía conseguir una habitación y me dijeron que en La Cabrera, me fui para allá y encontré una para pasar la noche en cinco mil pesos y con los otros cinco mil para la comida, al otro día me levanté con toda la actitud y me fui a buscar trabajo”, comentó Eduard.
Con tan buena suerte que ese mismo día, en una peluquería de La Cabrera consiguió empleo. Vio que allí no había barbero, y entonces, preguntando y haciendo prueba consiguió el puesto.
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Para ese entonces, el corte costaba $12 mil, de los cuales la mitad era para él y la otra mitad para su jefa, es decir, que hacía lo necesario para cubrir el gasto de la habitación y de la comida.
Poco a poco fue haciendo su clientela y después de varios meses pasó a trabajar a una barbería en el barrio Alfonso López, pero su sueño iba más allá.
“Yo soy de San Cristóbal, pero cuando me vine para Colombia vivía en Valencia y allá en la casa tenía mi propia barbería, porque empecé empíricamente, pero siempre buscando como mejorar, entonces cuando estaba acá yo quería ganar más, buscar algo más grande y quería una barbería de más estatus”, contó.
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La suerte, de su lado
Fue así como en el 2020 salió en búsqueda de otra oportunidad en la ciudad y con la suerte de su lado consiguió un nuevo empleo en una barbería muy reconocida de Los Patios.
Allí entonces decidió que era el momento de aportarle más a su proceso y comenzó a hacer cursos en barbería que hoy, le permiten no solo arreglar la barba, sino también, ofrecer servicios dedicados al cuidado del cabello, bigote y vello facial masculino.
“Sé hacer trabajo en colimetría, diseños de alto impacto visual, manejo cortes que están en tendencia, sé sobre el manejo de tijeras y lo que siempre busco es perfilar el rostro de los clientes”, dijo.
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En este nuevo empleo, Eduard tuvo que enfrentarse a la crisis ocasionada por la pandemia, una que pudo superar gracias al apoyo que recibió por parte de sus jefes a los cuales les agradece inmensamente, pues no lo dejaron solo. Allí laboró dos años.
Después recibió una mejor oferta y pasó a una nueva barbería en la que pudo seguir aprendiendo y mejorando por un año más.
Eduard cuenta que, a diferencia de Venezuela donde prácticamente tienen que trabajar con “las uñas”, porque el costo de las máquinas es demasiado alto y muchos materiales no se consiguen, en Colombia hay una gran variedad de elementos por utilizar para perfeccionar el oficio.
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“Creo que nosotros llegamos a revolucionar el tema de las barberías porque aunque ya existían algunas, todo era muy clásico y como para señores mayores, pero nosotros le metimos el toque urbano, de hacer diferentes tipos de cortes, innovamos y lo hicimos exclusivo”, añade Eduard.
Actualmente, este joven de 25 años trabaja en una barbería ubicada en el barrio La Riviera, pero su próxima meta será montar su propio negocio.
Un sueño con el que llegó de Venezuela y que el próximo año podría hacerse realidad.
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“En Venezuela empecé de cero y aquí ha sido lo mismo, pero la misma barbería va surgiendo para tener las sillas, peinadoras, máquinas, con todo. Sueño con participar en una exposición en Medellín para mostrar mi trabajo y que alguna marca quizás me pueda representar”, dijo.
Eduard reconoce que aunque no ha sido un proceso fácil y desearía regresar a su país, en Cúcuta ha encontrado mucho para ser feliz, precisando que en su oficio, día a día trabaja por mejorar todas las técnicas.
“A mis compatriotas les puedo decir que no se rindan, que sean constantes, que se atrevan y pierdan el miedo, porque aunque habrán quienes menosprecien el arte, este abre muchas puertas”, añadió.
“Todo ha sido un progreso”
“Empecé con esto de la barbería hace 5 años trabajando en mi casa haciéndole maldades a mis clientes, pero como todo, ha sido cuestión de progresar”, contó entre risas y con un poco de timidez, Giorgo Stefano Abreu Lanni, un joven de 21 años que también llegó a Cúcuta en busca de nuevas oportunidades.
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Motivado por su abuela, cuando tenía 16 años, Giorgo decidió hacer varios cursos, entre ellos uno de barbería, oficio que se convirtió en su pasión y con el que hoy sale adelante.
Desde el estado Trujillo llegó a Cúcuta hace 3 años. Comenzó a darse a conocer por su trabajo haciendo algunos domicilios como barbero, pero cuenta que los clientes no le tenían mucha confianza.
Después pasó a una barbería de barrio donde solo se hacía $12 mil o $15 mil a la semana, prácticamente nada, sin embargo, nunca estuvo solo, por lo que podía solventar en algo su situación económica estando en la ciudad.
“Siempre va a haber gente que te dice que tú cortas feo, que esos cortes no les gustan o que no están a la moda, pero lo que hay que hacer es no escucharlos y seguir adelante, porque cuando tú tienes un enfoque y sabes para dónde vas, debes aprender a superar los obstáculos”, indicó Giorgo.
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Después pasó a otra barbería donde pudo ir creciendo y perfeccionando sus técnicas, para luego decidirse en trabajar desde su casa como barbero, aunque seguía sin ser muy reconocido.
No obstante, hace unos meses se le presentó la oportunidad de trabajar en nueva barbería en donde labora actualmente y dice sentirse muy satisfecho.
“Mientras acá usamos maquinaria más profesional, en Venezuela nos toca ingeniárnosla para que el trabajo sea más fácil y hacer buenos cortes”, dice.
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Giorgo sueña con crear su propia marca y poder abrir más barberías no solo en Cúcuta y otras partes de Colombia, sino también en otros países.
Señala que ha recibido un buen trato por parte de los colombianos, precisando que, aunque siempre van a existir personas malas, “hay que ver más allá y entender que los límites los pone uno mismo, que siempre hay más oportunidades y que la clave del éxito es no tener miedo”.
“Fue un gran cambio”
Yordí Marín cuenta con 7 años de experiencia como barbero.
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Llegó a Colombia hace 5 años y al igual que sus otros compatriotas, buscando cómo ‘resurgir en medio de las cenizas’. “Al principio fue muy difícil porque me tocó hacer de todero, yo llegué buscando trabajo como barbero, pero no confiaban en uno, fue después de un mes y medio que logré conseguir una barbería por Nidia en Atalaya”, comentó Marín.
Trabajó allí por varios meses, para luego ubicarse en el sector de La Cabrera que se ha convertido en una zona exclusiva para las barberías y en donde señala, hay muy buena clientela.
Recuerda que comenzó en este oficio luego de que su hermano le regaló una máquina con la que empezó a practicar el corte de cabello con algunos familiares y desde allí inició su negocio desde casa en el estado Aragua. Recuerda que, aunque en principio su destino era Ecuador, Cúcuta se convirtió en la ciudad que lo recibió con los brazos abiertos y en donde poco a poco ha logrado salir adelante.
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“Estoy en Cúcuta, pero prácticamente esto es Venezuela porque ya hay mucha cultura de barberías en diferentes puntos de la ciudad, ya no se trabaja con máquinas de cable sino inalámbricas, todo el negocio ha ido evolucionando, pero es una tendencia que impusimos, porque aquí más que todo había era peluquerías, pero tenemos clientes jóvenes, niños, adultos, hay para todos”, menciona Yordín.
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