Esta ha sido la crónica más complicada de escribir, desde que comencé a publicarlas hace ya más de quince años. El tema del primer torneo Suramericano que se realizaba en el país, siempre fue una cuestión que mis lectores reclamaban, por ser el deporte de mayor representación de la región, máxime cuando en los actuales momentos se ha perdido todo interés y aquel reconocimiento como “la capital basquetera de Colombia” ha desaparecido.
La mayor dificultad para escribirla ha sido la escasa información que existe al respecto, pues pareciera que la memoria de ese año, 1955, desapareció de los anaqueles de las bibliotecas de la ciudad y las versiones de los pocos sobrevivientes de aquellos encuentros no coinciden con los datos reales y oficiales que guardan las autoridades deportivas.
Antes de proceder al relato es preciso aclarar cuáles son estas versiones, muchas de las cuales permanecen en el imaginario colectivo: la primera de ellas corresponde a la definición de cuáles de los quintetos fue el campeón. Al respecto se ha dicho que fueron dos los campeones, pues según dicen quienes asistieron a la final, los dos quipos, Uruguay y Paraguay, no lograron desempatar en los cuatro extra tiempos programados y ambos tuvieron que ser reconocidos como campeones, sin embargo, en la página oficial de la FIBA, aparece como campeón Uruguay, además se le reconoce como su séptimo título. Pero en las pocas informaciones de prensa disponibles en la ciudad se le informa al público que “… debido a la lluvia insistente que cayó el miércoles pasado sobre la cancha Rojas Pinilla, se suspendieron los encuentros finales programados para dicha fecha, lo cual produjo trastornos que afortunadamente fueron resueltos prontamente, gracias al proyecto de modificación presentado por el delegado de Brasil, Dr. Newton Motta, ante el congreso reunido en el Palacio de la Gobernación. En tal virtud, el día 31 que se había fijado para la clausura con actos especiales, figuraba el coctel del señor Gobernador, pasó a ser fecha final del campeonato, llevándose a cabo solamente en el Teatro Zulima, a las tres de la tarde, un acto lírico con participación de la Orquesta Sinfónica y los Coros, y por la noche, los partidos programados Perú–Chile, Ecuador-Paraguay y Colombia-Uruguay, después de los cuales se entregarán los trofeos”. No encontré ninguna información escrita sobre el hecho de la final entre los equipos que supuestamente fueron los campeones a excepción de un noticia que da cuenta que en Asunción, la capital de Paraguay, el 2 de septiembre, les hicieron una tremenda recepción a los campeones que “… regresaron de la ciudad de Cúcuta, Colombia, con el título de campeón suramericano de básquetbol; el entusiasmo en el pueblo es indescriptible, se paralizaron todas las actividades para recibirlos y se ha elaborado un plan de agasajos en su honor. Toda la prensa y las emisoras se ocupan con regocijo de la espléndida actuación del equipo paraguayo en el campeonato de Cúcuta”.
Por otra parte, en el libro sobre la historia del deporte en el Norte de Santander escrito por el conocido basquetbolista Alfredo Díaz, sólo narra unas cuantas líneas sobre el evento, circunstancia que me intriga dado que él fue una de las figuras de la selección que representó al país. Esto escribe sobre el tema: “… en el mes de agosto de 1955, se realizó el XVI Campeonato Suramericano de de mayores y I juvenil masculino de basket. Estas justas se jugaron en Cúcuta del 11 al 25 de agosto, en el coliseo Gustavo Rojas Pinilla. Participaron nueve equipos en categoría mayores quienes ocuparon estas posiciones finales: campeones Uruguay y Paraguay, tercero Brasil, cuarto Argentina, quinto Chile, sexto Venezuela, séptimo Colombia, octavo Ecuador y noveno Bolivia”.
Desafortunadamente, el texto anterior contiene una serie de inconsistencias que es absolutamente necesario aclarar para comprender el desarrollo de las acciones que serán narradas en una próxima entrega, en las que les haré un recuento de los sucedido en este campeonato, tal como fueron registradas en la prensa de la época.
A la cita deportiva de Cúcuta fueron invitados los diez países hispanoparlantes de Suramérica, solo que Bolivia que pensaba asistir con un equipo juvenil no pudo hacerlo a última hora por razones que no fueron informadas, por esta razón, no es correcto asegurar que Bolivia figurara en el noveno puesto del campeonato.
El país que sí asistió en ambas categorías fue Perú. El torneo se jugó en dos rondas, una preliminar o eliminatoria en la que clasificaban los cuatro primeros. En los días programados se jugaban, en mayores, cuatro partidos y un equipo descansaba. Oficialmente no se tienen los resultados de todos los partidos pero al final de la primera ronda los clasificados fueron Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina.
En los registros oficiales de la Federación tampoco quedaron registrados los resultados de todos los partidos, de manera que solo se tiene información fragmentada así: jugados los primeros doce partidos, Brasil y Paraguay habían ganado sus tres partidos, Uruguay y Perú ganaron sus dos partidos iniciales, mientras que Chile, Ecuador, Colombia y Venezuela, no tenían puntos en el escalafón.
En los seis partidos finales, Uruguay ganó dos partidos contra Brasil y Paraguay y perdió contra Argentina; marcó 186 puntos y recibió 167 para una diferencia de 19 puntos, razón para que fuera reconocido como campeón del certamen, pues Paraguay lo igualó en partidos ganados, contra Brasil y Argentina pero perdió contra Uruguay; los marcadores fueron de 165 puntos a favor y 162 en contra, con sólo 3 puntos de diferencia lo que en la práctica le valió el título.
En tanto que Brasil y Argentina quedaron reconocidos en el tercero y cuarto puestos.
La rigurosidad que hoy impera en los torneos internacionales no aceptaría las condiciones que se presentaron en aquella época, toda vez que los imprevistos aparecidos alteraron la programación y los compromisos que previamente habían sido adquiridos no pudieron ser solventados por las delegaciones, así que al parecer algunos encuentros no pudieron efectuarse y las decisiones se tomaron en los escritorios de los dirigentes. Detalles en la próxima entrega.
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