Fumando un cigarrillo en solitario, la noche del pasado domingo, entre las calles del barrio Guaimaral, fue visto por última vez Jorge Sierra Rojas. Iba distraído, con la mirada perdida y hablando temblorosamente, así lo vio por última vez una vecina.
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“Tengo mucho dolor en el pecho, salí al médico”, plasmó Jorge en un papel que dejó en su casa como último mensaje.
Su hermana, que solía visitarlo a diario para hacerle compañía, encontró el escrito la mañana del lunes, y aunque le extrañó que no se lo hubiera enviado por el celular, no levantó sospechas de su desaparición, pues esperaba que llegara, como de costumbre.
Sin embargo, lo único que llegó ese día, fue un mensaje de su hija Karen Sierra Lozano, preguntando por su papá, porque llevaba días sin contestarle el celular.
“La verdad estamos desesperados, él se fue y no dijo nada. Fui a Medimás, que es donde le prestan el servicio de salud para asegurarme que había ido, pero allá no tenían registros de su ingreso. No sé si huye o si le hicieron algo, lo único que me han comentado es que tenía deudas con personas raras”, comentó Karen Sierra.
Y es que la vida laboral de Jorge Sierra, aún con sus 58 años, era pesada y no muy estable, según su hija.
Él trabaja desde hace dos años como mesero de lunes a sábado en un restaurante a la vuelta de su casa, con pagos que a duras penas le alcanzan para cubrir los gastos de la casa, por lo que, al parecer, recurrió a los ‘gota a gota’.
“Antes se desempeñaba como trabajador independiente, pintando casas y arreglando problemas eléctricos. Es un hombre muy servicial, es una buena persona, y si debía dinero no me lo comentó, porque ya le habíamos ayudado en una ocasión similar años atrás, por eso estamos tan confundidos con lo que pasó”, afirmó Sierra.