Para la compañera sentimental de Freddy Enrique Pallares Amaya el plan de ver el partido de la Selección Colombia junto con él, sus hijos y un cuñado, ayer, se convirtió en una pesadilla, en la que la alegría se tornó en luto.
El hombre de 50 años y mecánico de profesión, según las autoridades, denunció el 16 de marzo que era víctima de amenazas, incluso dos días después, su esposa volvió a decirles a las autoridades que a él lo estaban amedrantando, porque se habría negado a comprar motocicletas robadas.
Al parecer, los delincuentes creyeron que como Freddy Enrique trabajaba como mecánico les compraría las motos hurtadas, pero ante la negativa, se convirtió en su ‘blanco’, y ayer a las 4:40 de la tarde, le cumplieron las amenazas.
El homicidio
Mientras Freddy Pallares se encontraba en la sala de su vivienda, ubicada en la calle 9 con avenida 1, del barrio 7 de Agosto, donde también tenía su taller, un pistolero llegó y lo mató. La víctima tendría poco tiempo de haber llegado de un centro de diagnóstico automotor, para ver el partido con su esposa y dos hijos.
Pero mientras en la vivienda la familia se preparaba para un rato de felicidad frente al televisor para ver el partido de fútbol entre Colombia y Bolivia, el asesino y un cómplice estaban afuera de su casa, esperando el momento para cometer el ataque.
Y cuando el hombre estaba sentado en una mecedora en la sala, al parecer, junto con uno de sus hijos, el pistolero metió la mano por una ventana y comenzó a accionar su arma en repetidas oportunidades, sin importarle que alguna bala podría alcanzar al menor de edad.
Las balas impactaron a Freddy Pallares en tórax, abdomen y pecho. La esposa de la víctima, que dormía en un sofá, al escuchar las detonaciones, se levantó rápidamente y alcanzó a ver a su marido tocándose el pecho.
Él le alcanzó a decir: “amor me mataron” y cayó al piso agonizante y ensangrentado. La mujer se descontroló al ver esa terrible escena y comenzó a gritar, para que los vecinos la ayudaran a auxiliar a su amado.
Según versiones, ella lo abrazó y trató de arrastrar a su marido hasta el porche para que la ayudaran. “La ropa de ella quedó manchada de sangre. Solo gritaba ‘auxilio, auxilio’”, contó un vecino.
Ella paró un taxi que pasaba por ahí y con ayuda del conductor, montaron a Freddy en el vehículo, llevándolo hasta el Policlínico de Atalaya, donde no alcanzó a llegar con vida.
Al lugar fueron llegando familiares, que se alertaron por WhatsApp sobre lo que había pasado.
Los miembros de la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) arribaron al lugar y se encargaron de la inspección técnica de la escena del crimen, encontrando una vainilla de las balas disparadas por el homicida.
Una buena persona
A Freddy Enrique lo describen como una persona amable, dedicada y responsable con su familia, a la que nunca le había dado la espalda y hasta se hizo cargo de un hermano que es discapacitado.
Según allegados, él conseguía el dinero para mantener a su familia con su trabajo como mecánico y hasta vendiendo seguros para automotores. “Su ética y respeto siempre lo caracterizaron, es una lástima que lo hayan asesinado”, dijo un pariente.
Los familiares esperan que las autoridades identifiquen al asesino y su cómplice para que paguen por lo que hicieron.
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