Mientras usted lee este reportaje, muy posiblemente en algún punto de Cúcuta o el área metropolitana estarán amenazando, golpeando, desapareciendo o matando a algún consumidor o expendedor de drogas. Y esto está ocurriendo porque el negocio del microtráfico está desatado y quienes lo manejan han montado sus propios ‘ejércitos’ de asesinos que los protegen.
La compra y venta de marihuana Cripy, cocaína, base de coca, heroína, tusi (cocaína rosada) o cualquier otro tipo de droga, genera tal cantidad de ganancias, que cada vez son más las bandas que en la ciudad se están librando a muerte el control de las mismas, dejando una estela de muerte a su paso y sumiendo en una espiral de violencia e inseguridad a muchos sectores de Cúcuta y el área metropolitana.
Según cifras de las autoridades, un expendedor de drogas puede llegar a producir diariamente entre $500 mil y $1’000.000, dependiendo de la zona donde se encuentre y la clase de consumidores que tenga.
Una clara muestra de esas confrontaciones mortales por el control de territorios se dio entre el 18 y 24 de mayo, cuando en Cúcuta se registraron 13 asesinatos, varios de ellos por la pelea que hay entre bandas de microtraficantes.
Esa semana, según el análisis hecho por las mismas autoridades judiciales, fue la más violenta del año en la capital de Norte de Santander, encendiendo las alarmas sobre este problema que parece no tener fin y que no ha encontrado desde el gobierno municipal un plan que permita atacarlo de manera efectiva.
“En Cúcuta no existe un centro de atención a drogadictos. La Alcaldía no ha querido prestarle atención a eso y así es muy difícil acabar con este fenómeno que día tras día se agudiza”, indicó otra fuente judicial.
Y en ese análisis que hacen semanalmente las autoridades, está que más del 60 por ciento del total de los homicidios de la ciudad en lo corrido del año (94), se han dado por el negocio del microtráfico, pues ninguno de los ‘señores’ que maneja el mercado de la venta de drogas quiere perder sus territorios ni a sus clientes y por eso han desatado una guerra que ha cobrado muchas vidas.
Lo peor de todo es que, según una fuente judicial, las autoridades policiales solo se dedican a capturar al pequeño vendedor y al consumidor y no atacan esas redes que tienen el control del microtráfico en la ciudad, donde están esos que se creen los poderosos de cada sector.
Además, el aislamiento social obligatorio que se decretó desde mediados de marzo, ha llevado a que esas estructuras también se las ingenien para evitar perder el mercado de las drogas, que han ganado violentamente durante semanas, meses o años.
Aunque las autoridades judiciales comenzaron a ver que desde la orden de confinamiento que dio el presidente Iván Duque se disminuyeron toda clase de delitos en Cúcuta y el área metropolitana, sabían que eso no duraría mucho, por eso tenían pronosticado que a finales de abril o mediados de mayo la ciudad se podría poner muy violenta.
La explicación que tiene la Policía Metropolitana (Mecuc) para esto es que desde el 20 de marzo y hasta el 27 de abril, cuando el Gobierno empezó a levantar el aislamiento social, no hubo casi gente en las calles por miedo al contagio.
“Si analizamos esas fechas, en la calle solo había un 4% de los habitantes de Cúcuta, pero luego del 27 de abril, con las excepciones que dio el Gobierno, podemos decir que ya están por fuera casi todas las personas que residen en Cúcuta, eso significa que las cosas comienzan a retornar a su normalidad y la delincuencia y las estructuras que se dedican al microtráfico están buscando la formar de recuperar lo que dejaron de ganar en ese periodo”, indicó el coronel José Luis Palomino, comandante de la Mecuc.
¿Cómo es la guerra en Cúcuta?
Precisamente, por ese afán de recuperar el dinero que dejaron de recibir durante la cuarentena, es que hoy se ha agudizado la guerra por el control de los territorios que habían perdido en las diferentes comunas de la capital de Norte de Santander.
En Cúcuta se puede decir que cada comuna tiene su ‘amo y señor’ de la comercialización de sustancias alucinógenas, bien sea porque manda desde la cárcel o ejerce un control directo en las calles. Además, todos tienen sicarios que se encargan del ajuste de cuentas, de ganar territorios o de hacer respetar sus imperios.
Sin embargo, en estos momentos, en donde más se agudiza esta problemática es en las comunas 6, 7, 8, 9 y 10, pues, según fuentes judiciales, en estas zonas es donde hay más consumidores y las ganancias diarias o semanales por la venta de drogas son millonarias.
En estos sectores de la capital nortesantandereana, que agrupan más de 200 barrios e invasiones, en lo que va corrido del año se han cometido 60 asesinatos, mostrando así que un 68 por ciento de los homicidios de Cúcuta se da en esas zonas.
A la guerra del microtráfico se le suma que los constantes golpes que la Policía Metropolitana y el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) les han asestado a esas bandas, ha llevado a que los grandes expendedores desconfíen hasta de su gente y por eso es que hoy se están dando tantos muertos por esta problemática, pues las víctimas son los mismos consumidores que les han servido de jíbaros.
“Varias de las personas que han sido asesinadas y que aparecen como habitantes de calle o consumidores de drogas, ha sido porque se rehusaron a venderle a uno u otro expendedor o porque eran clientes de otra ‘olla’; también ha habido casos en que la Policía ha logrado infiltrar esas estructuras y como ya no confían en nadie, cuando llega alguien que no conocen, lo matan para evitar cualquier riesgo”, contó una fuente judicial que no se identifica por seguridad.
Los ‘patrones’ de la guerra
Pero, ¿quiénes están detrás de esta oleada de crímenes? Las autoridades judiciales lo tienen muy claro y están trabajando unidas para lograr capturarlos y frenar esa guerra que lleva tantas desgracias a los hogares cucuteños.
Uno de los principales cabecillas involucrado en estos hechos se conoce como Ronald y sería el cabecilla de la banda La R, que además de surtirle cocaína y base de coca a más de la mitad de las ‘ollas’ en toda Cúcuta, tiene nexos con el Eln y cuenta con alrededor de 10 sicarios.
“Este sujeto es uno de los más sanguinarios que se ha conocido en la ciudad. Él tomó el control de los grandes expendios porque se ganó la confianza del Eln y les compra la droga a ellos. Esta estructura ha cometido más de 30 asesinatos en el último año”, contó la fuente judicial.
Ronald se mueve tan bien en la comercialización de estupefacientes y con los homicidios en la capital nortesantandereana, que las autoridades judiciales no han podido sacarle una orden de captura, porque hasta el momento no encuentran una ficha clave o un testigo que lo vincule directamente con algún hecho.
Sin embargo, a este hombre, que no sobrepasa los 30 años, ya lo tienen vinculado a varias investigaciones lo que podría causar que se emita una orden de detención, aunque hay personas que aseguran que para evitar eso, decidió irse para Venezuela y desde allá maneja todo; “solo viene a Cúcuta cuando es necesario, permanece unas horas y vuelve a pasar la frontera para seguir escondido”.
Los únicos que han logrado frenar a Ronald en su plan de expansión han sido los Rastrojos, quienes les ha asesinado a algunos de sus hombres. “Como el ‘Becerro’ (líder de los Rastrojos) maneja otras ‘ollas’, decidió declararle la guerra a Ronald, eso también provocó que este sujeto se refugiara en Venezuela, bajo la supervisión del Eln”, indicó la fuente.
Aunque estos dos hombres son los que traen los alucinógenos a la capital de Norte de Santander y surten los grandes expendios, en cada una de las comunas hay un cabecilla que se encarga del negocio.
Comuna 6
Por lo menos hasta enero, la comuna 6 fue controlada por un hombre que las autoridades judiciales identifican como Miguel Ángel; esta persona fue asesinada junto a otros dos hombres cuando se movilizaban entre el casco urbano de Tibú y el corregimiento La Gabarra.
“A partir de su muerte se inició una guerra entre los mismos miembros de esa banda. Por un lado, hay dos hombres, uno sabemos que es Efraín y el otro Alfredo, ellos dos han querido controlar todas las ventas de drogas de El Salado, Panamericano, La Ínsula, Aeropuerto, Toledo Plata, Simón Bolívar, Aloncito, Trigal del Norte, Molinos y demás barrios e invasiones que conforman esta comuna”, sostuvo la fuente judicial.
Pero Efraín y Alfredo no han podido tener un control total de los expendios de narcóticos como lo tenía Miguel Ángel, pues hay otro sujeto que las autoridades identifican como Mairon, que les declaró la guerra y por eso es que supuestamente se han dado muchas muertes en esta comuna. Hasta hoy, esos sectores de Cúcuta suman 17 asesinatos.
Comunas 7 y 8
En las comunas 7 y 8 hay una confrontación mucho más fuerte. De un lado está la banda de Porras, quien hoy está en prisión purgando una pena y desde allá sigue dándole órdenes a su pequeño ejército de expendedores y asesinos. De otra parte, se encuentran Valoyes y Valemía, ellos también quieren el control, por separado, de todas las ‘ollas’ que hay en esa zona de la ciudad.
De los 27 homicidios que se han presentado este año, alrededor de 17 hayan sido por la pelea de territorios.
Hace un par de días la Policía Metropolitana (Mecuc) capturó a dos sicarios de la banda de Porras, Andrés Sosa y Jhon Edwar Soler de la Rosa. Ellos serían los principales encargados de asesinar a los expendedores y consumidores que no le ‘copiaban’ a la estructura o que se habían cambiado de bando.
Una de esas víctimas fue un presunto jíbaro que conocían con el alias de Quemado, a quien le lanzaron una granada y luego le dispararon, el hecho se presentó la noche del pasado 7 de abril; en el mismo caso dos personas resultaron heridas.
Las autoridades saben que ‘Quemado’ manejaba los expendios de El Rodeo, San Fernando del Rodeo, Ciudad Rodeo y el sector conocido como El Caguán, por el barrio La Divina Pastora; ‘Quemado’ había dejado de vender la droga de Porras porque Valoyes le hizo una mejor oferta.
El ataque armado que se presentó el lunes 25 en el conjunto residencial Ciudad Rodeo habría sido contra uno de los mayores expendedores de ese lugar, conocido como El Mono.
De Valemía se conoció que salió hace tres meses de la cárcel y controla parte de las ventas en barrios como Cerro Pico y Antonia Santos, pero también quiere tomarse las ‘ollas’ de Los Patios, por eso ha estado mandando algunos de sus emisarios para ese municipio del área metropolitana de Cúcuta.
De Valoyes las autoridades saben que se mueve especialmente por Pizarro, El Rosal, Chapinero y Cerro Norte, entre otros sectores. Este hombre habría empezado robando con una de las bandas y de ahí saltó a dominar los territorios de ventas y consumo de drogas.
Comunas 9 y 10
Aunque en estos sectores la guerra por territorios se está dando a menor escala, las autoridades judiciales ya tienen prendidas las alarmas porque se enteraron de que estando en la misma prisión, alias Ñuñú y Porras se habrían unido para dominar los barrios de estas dos comunas, además, de tener el control total de las 7 y 8.
“De ser así, Ñuñú y Porras ganarían un poder que nadie podría controlar. Aunque los golpes que la Policía les ha dado, capturando sus sicarios y decomisándoles drogas, ha provocado que por ahora se debiliten”, explicó la fuente judicial.
Esta situación se agrava, no obstante, porque muy posiblemente Ñuñú recobre la libertad en los próximos días, pues el tiempo de una de las condenas ya se le cumplió, y el otro proceso habría sido demandado por su abogado por vencimiento de términos.
“Lo que sabemos es que aún no ha podido salir de la cárcel porque le falta un documento y como por la pandemia la rama judicial interrumpió su trabajo, ha tenido que esperar, pero de ser así a mediados de junio este sujeto podría estar en las calles”, explicó otra fuente.
En lo corrido de este año han asesinado a 15 personas en estas dos comunas, de las cuales 10 podrían haber sido por la pelea de territorios.
Otros hechos que aumentan los homicidios
Las autoridades judiciales también tienen claro que cada vez que golpean estructuras de microtráfico o narcotráfico, los asesinatos aumentan en la ciudad; según el coronel Palomino, esto es así por el reacomodamiento que comienza a darse al interior de las mismas estructuras y de las demás con las que se enfrentan por el dominio de los territorios.
Un claro ejemplo de eso han sido los dos decomisos de cargamentos de droga que se dieron hace dos semanas, donde hallaron marihuana Cripy y heroína escondidos en una carroza fúnebre, y al otro día ‘pescaron’ en el tanque del combustible de un vehículo varios tarros de plástico llenos de cocaína.
“Esa incautación de la carroza fúnebre nos ha puesto por lo menos ocho asesinatos, y aunque los hemos intentado evitar, es muy difícil saber la hora y el día en que van a matar a alguien; debemos seguir trabajando y capturando a esos asesinos y acabando las estructuras de microtraficantes, como se ha hecho hasta el momento”, aseguró el comandante de la Mecuc.
La fuente judicial agregó que “también dentro de esas bandas se dan ajustes de cuentas, no solo por el territorio, sino por situaciones internas, como que el segundo al mando resulta teniendo un romance con la mujer del cabecilla o porque creen que uno de sus integrantes está colaborando con las autoridades”.
Pese a todos estos homicidios, las cifras siguen demostrando que los crímenes han disminuido un 9,9% en comparación con el mismo periodo del año pasado. El sicariato, además, sigue siendo el común denominador en todos los crímenes.
La Policía, junto con el CTI y la Fiscalía, siguen adelante con las investigaciones y los procesos penales para acabar con todas estas estructuras.