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Judicial
La lista del holocausto paramilitar en Norte de Santander (Segunda parte)
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Jhon Jairo Jácome Ramírez
Domingo, 27 de Julio de 2014

Estos son apenas algunos de los más crueles y fríos relatos de los crímenes perpetrados por los paramilitares que dominaron el departamento en la época más dura del conflicto armado en la región.

Chaolín’ o ‘Karateca’ era un adicto a las drogas que frecuentaba la zona del Canal Bogotá conocida como el barrio Chino, donde además de comprar sus dosis, departía con sus amigos, a los que salvó de morir el 8 de junio de 2002.

Ese día Polocho (Helmer Darío Atencia), en compañía de Álex, lanzó una granada M-26 en el túnel del canal para ‘asustar’ a los drogadictos que a esa hora se encontraban en el lugar.

“Ese señor (Chaolín) se tiró encima de la granada para proteger a los demás y voló en pedazos. En ese hecho resultaron heridos Mercedes Atehortúa Arias y Orley Alfonso Velásquez Cáceres”, contó Álex en el archivo al que tuvo acceso este medio.

Lo mataron en  una patrulla

De los nexos que tuvieron varios miembros de la Policía Nacional con los paramilitares que operaron en Norte de Santander ya nadie tiene duda, menos, luego de conocer casos como el de Jaime Alexander Soto Pineda, asesinado el 10 de julio de 2002.

Según el relato hecho por uno de los ‘paras’ hoy postulado a Justicia y Paz, a Jaime Alexander, a quien acusaron de ser un ladrón en el centro de Cúcuta, lo asesinaron al interior de la patrulla de la Policía que era conducida por el teniente Rozo, un oficial ampliamente mencionado como colaborador activo de este grupo criminal.

“El muchacho suplicó que no lo mataran, pero la orden era esa, que había que matarlo. Lo mataron esposado de un solo tiro en la patrulla del teniente Rozo”, contó Álex.

Tortura de un taxista inocente

Los asesinatos de personas inocentes por parte de los ‘paras’ fue una constante a lo largo de los 5 años que estuvieron presentes en la región. Algunas de las muertes obedecían a falsos señalamientos hechos por personas que recurrían a los ‘paras’ para que atentaran contra aquellos con quienes habían tenido alguna diferencia.

Ese es el caso del joven taxista de 19 años Eidis Ríos Ovallos, quien a partir de una información errada, suministrada por una de las fuentes que manejaban los ‘paras’, terminó siendo asesinado de una manera brutal, según contó Álex.

El 10 de agosto de 2002, Eidis recogió en su taxi a Pérez (Edinson José Baldovino Toro), quien le pidió que lo llevara hasta el Cerro de la Cruz, en Atalaya. Al llegar a este lugar, era esperado por Álex, quien lo esposó para que José Gregorio Díaz Acevedo (La Churca), lo torturara junto a otros ‘paras’ que habían instalado en esta zona de la ciudad su centro de operaciones.

A Eidis lo habían acusado de transportar en su vehículo armas de la guerrilla. Sin embargo, en el archivo al que tuvo acceso este diario, Álex reconoce que “brutalmente lo asesinamos para sacarle una información que él no tenía”.

Pérez contó que a Eidis “lo torturaron La Churca y otros muchachos que le pegaron con puños, patadas y un suncho”.

‘La pistola se la di a Ana María Flórez’

A María Lucero Cortés Fonce la mataron el 29 de septiembre de 2002, luego de haber sido sacada a la fuerza del bar Partenón, en el centro de la ciudad.

Según el relato de Álex, a María Lucero la habían amenazado días antes por vender drogas en la zona. El día de su muerte, la idea, según el ‘para’, era llevársela para ‘hablar con ella’. Sin embargo, en un momento del recorrido hacia el lugar donde la iban a llevar se presentó un enfrentamiento con la Policía y decidieron asesinarla.

Lo que llama la atención en esta muerte es que Álex reconoce abiertamente que la pistola con la que fue asesinada María Lucero se la “entregué a Ana María Flórez”, quien por ese entonces era fiscal en la ciudad y estaba próxima a ser nombrada jefe seccional de la Fiscalía en Cúcuta.

A pesar de los nexos comprobados con los ‘paras’ que muchos de sus compañeros en el ente acusador denunciaron, Ana María, conocida como La Batichica, logró escalar peldaños al interior de esta entidad hasta que se dio a la fuga el 11 de marzo de 2004. Desde entonces, nadie conoce su paradero.

‘Ese revólver se lo regalamos a la Sijín’

El 12 de diciembre de 2002 fueron asesinados Marlon Eduardo Vera y Guillermo Flórez Villamizar, quienes pretendían cobrar el dinero de una extorsión hecha a un campesino de Pamplona.

Según el relato de Piedras Blancas (Albeiro Valderrama Machado), las dos personas fueron asesinadas por dos de sus hombres luego de haber coordinado, a través del campesino que era extorsionado, la entrega del dinero en un punto de la vía a Pamplona.

“Yo manejé el carro pirata en el que iba con el campesino. Detrás venían José Norvey Viana Oviedo y El Paisa en una moto. Cuando los dos extorsionistas nos salieron en la vía, ellos llegaron y los mataron. Uno de los muertos tenía un revólver que yo le regalé a Rivera, Teresita y Sandoval, que eran de la Sijín de Pamplona y nos habían colaborado bastante allá en el pueblo”, contó Piedras Blancas.

200 vueltas a una cancha de fútbol como castigo por un asesinato

Otra muerte de un inocente se registró el 17 de agosto de 2002, en Villa del Rosario. Ese día, mientras Hernán (Armando Rafael Mejía Guerra), entonces comandante ‘para’ en este municipio, departía en Chinácota con sus amistades, fue asesinado Juan Carlos Miranda Delgado, cuyo único pecado habría sido fijarse en la novia de uno de los paramilitares que operaba en ese pueblo.

Hernán dijo que “ese pelado no debía nada, fue por una mujer. Yo sancioné (a los que mataron a Juan Carlos) con 200 vueltas a la cancha de microfútbol; como era la primera cagada que me hacían no los maté”.

‘Le quitaron el rostro pero no sé cómo’

José Gilberto García Masson (El Bizco) fue un paramilitar, hoy postulado a la Ley de Justicia y Paz, que llegó a ser comandante en Belén.

Dentro de sus múltiples homicidios, uno llama poderosamente la atención por la crueldad con que fue dejado el cadáver de la víctima, identificada como Jorge Eliécer Carrero Moscoso, asesinado el 14 de marzo de 2003.

Según el relato de El Bizco, a Jorge Eliécer, después de que él le disparó con una pistola 9 milímetros, ‘le quitaron el rostro, pero no sé cómo’. Su versión termina con un “no lo torturamos”.

‘La Sijín me mostraba fotos de los pillos que soltaban y yo los mataba’

Piedras Blancas, quien fuera comandante en Pamplona, cuenta de manera tajante cómo algunos de los miembros de la Sijín que estaban apostados en ese municipio durante su permanencia en este lugar, le pasaban listas y fotos de personas reseñadas como delincuentes para que los ‘paras’ las asesinaran.

“La Sijín nos mostraba fotos de los pillos que iban soltando. No recuerdo cuántos maté por fotos que me mostró la Sijín”, contó Piedras Blancas, hoy postulado a la Ley de Justicia y Paz.

El espectacular crimen de un ‘para’

José Norvey Viana Oviedo, el ‘para’ que mató a los dos extorsionistas anteriormente mencionados, fue muerto por varios de sus excompañeros el 20 de diciembre de 2005, convirtiéndose en el desmovilizado número 39 en ser asesinado en ese entonces, un año y 10 días después de haber entregado las armas con el Bloque Catatumbo.

Ese día, a la 1:30 de la mañana, tres hombres, vestidos con prendas de la Policía, llegaron hasta el Hospital Erasmo Meoz, donde Viana permanecía recluido por un atentado sufrido 9 días antes y que le había dejado 2 tiros en el pecho.

Simulando un cambio de guardia, los 3 falsos policías se acercaron hasta el uniformado que le prestaba guardia a la habitación donde estaba Viana (la número 2 del piso 10) y, una vez cerca, lo encañonaron, le quitaron su arma de dotación y un celular y procedieron a dirigirse hasta la cama donde el expara dormía.

A Viana le clavaron una puñalada en la parte posterior del cuello y dos más, una en cada costado del pecho. Luego lo remataron con un tiro en el medio de las tetillas.

Como si nada, los tres sujetos dejaron amarrado al policía, bajaron hasta el primer piso y abordaron un vehículo particular que los esperaba. Su misión, iniciada 9 días antes, había concluido.

Como era tan gordo, no se moría

El 14 de mayo de 2002, Arturo Blanco Rodríguez fue asesinado por Lenin Giovanni Palma Bermúdez (Álex), entonces comandante de Atalaya. Según lo dicho por este ‘para’, uno de los sicarios más temidos que recorrió las calles de Cúcuta bajo el mando de Jorge Iván Laverde Zapata (El Iguano), a Blanco Rodríguez le “pegué como 13 disparos pero, como era tan gordo, no se caía; por eso le seguí disparando hasta que por fin cayó”.

La razón esgrimida por Álex para asesinarlo era una información obtenida por parte de la Fiscalía que señalaba a Blanco de ser “protector de viciosos y comprarles objetos robados”.

Lea aquí La lista del holocausto paramilitar en Norte de Santander (Primera parte): (La lista del holocausto paramilitar en Norte de Santander)

Informe exclusivo

La semana pasada La Opinión presentó en exclusiva un archivo, propiedad de varios exparamilitares que operaron en Norte de Santander entre 1999 y 2004, en el que aparecían relatadas las muertes de 966 personas.

En este archivo, los paramilitares narraban con excesivo detalle la forma como se llevaron a cabo estas muertes, quiénes estuvieron detrás de ellas y quiénes ordenaron las mismas.

En esta segunda entrega, La Opinión presenta una serie de muertes en las que llama la atención cómo los paramilitares contaron con la ayuda de miembros de la Sijín de Cúcuta y Pamplona para obtener información sobre algunas de sus víctimas o, en el peor de los casos, cómo algunas de estas muertes fueron sugeridas por miembros de la Sijín que, lista en mano, señalaban a presuntos guerrilleros, drogadictos, piratas terrestres y extorsionistas para que los ‘paras’ hicieran ‘limpieza social’.

También, cómo Ana María Flórez, entonces directora seccional de fiscalías y hoy prófuga de la justicia, sirvió para, entre otras cosas, ocultar armas que eran usadas por los ‘paras’ en algunos de sus homicidios.

El total de las víctimas y los comentarios hechos sobre sus muertes puede ser consultado en la página web www.laopinion.com.co/victimas/, donde además se pueden hacer búsquedas por nombre, sexo, lugar, victimario, año y mes en que tuvo ocurrencia el hecho.

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