Luego de nueve meses de investigación, planeación y ejecución, el Ejército, junto con la Policía de Norte de Santander, la Fiscalía, la Fuerza Aérea Colombiana, y profesionales de Ecopetrol, lograron identificar y destruir tres válvulas ilícitas que tanto el frente Héctor del Eln, como el frente 33 de la disidencia de las Farc, tenían en su poder para extraer petróleo y financiar sus estructuras criminales.
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Las bodegas en donde guardaban el crudo, ubicadas a pocos metros de las válvulas, en la zona selvática del corregimiento El Aserrio, en Teorama, fueron intervenidas desde el 20 de octubre hasta el 5 de diciembre del año pasado por las autoridades.
Allí, tropas de la segunda División del Ejército, acordonaron la zona poco a poco con cada día que pasaba mediante patrullaje, garantizando que las unidades policiales y militares pudieran entrar a los recintos para tener éxito en la operación.
Fueron 686 militares del Ejército, 18 de la Fuerza Aérea, 310 de la Policía y un equipo de la Fiscalía, las personas implicadas en esta operación, y pese a la capacidad operativa que existía, tres hombres del Ejército, junto con un integrante de la Policía, perdieron la vida.
Los hombres asesinados fueron el cabo segundo Cristian Camilo Oliveros y los soldados profesionales Yeisson Doncel Doncel y Jesús Alfonso Carrillo, y el patrullero Jeyder Eduardo Ángulo Castillo.
En la incautación del combustible y destrucción de las refinerías, también se encontraron artefactos explosivos e insumos, como soda caustica o thinner, utilizados para procesar la coca.
¿Cómo funcionaban esas válvulas ilegales?
Según las investigaciones adelantadas por los uniformados, era el frente nororiental del Eln quien obtenía la mayor parte del petróleo, con cerca de 59 mil barriles mensuales. Los integrantes del grupo armado obedecían a alias ‘Andrea’ y alias ‘Fercho’.
“Atacamos estas tres refinerías ilegales que hurtaban más de 780.000 barriles de petróleo al año, valorados en más de 60 millones de dólares, alrededor de 240.000 millones de pesos, con las que estos bandidos de los grupos armados organizados, financiaban sus acciones terroristas contra la Fuerza Pública y el estado colombiano”, afirmó el general Fabio Caro, comandante del Comando Específico de Norte de Santander.
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Luego de almacenar el crudo, los subversivos lo sometían a un proceso de refinería clandestina para obtener combustible que, según las autoridades, lo distribuían así: 70% destinado a la producción de cocaína (Norte de Santander), 20% lo trasladaban a Venezuela, 5% a la zona Caribe y el 5% restante era para abastecer sus propios vehículos.
Los uniformados detectaron que los ‘elenos’ habían adaptado una tubería conducida por un túnel hecho con canecas metálicas unidas una a una. “El Eln cobraba a otros criminales por instalar otras válvulas, montar la estructura, construir refinerías o transportar el combustible obtenido de este oleoducto”, señaló el reporte oficial.
Un fuerte daño ambiental
Los expertos ambientales, vinculados a la operación Némesis, afirmaron que todo el tiempo en que estos grupos manipularon y procesaron el combustible en las refinerías, afectaron una gran parte de la región del Catatumbo, pues el 60% de los desechos iban a las fuentes hídricas y la capa vegetal.
“En esta región se presentaron 260 eventos de contaminación por las refinerías ilegales el año pasado, con lo que se han contaminado alrededor de 69.325 metros cuadrados de suelo y 18.450 metros en las fuentes hídricas”, confirmó un comunicado de la Policía.
El coronel Martínez, comandante de la Policía de Norte de Santander, resalto que luego del operativo, se identificaron varias personas implicadas en el funcionamiento de estas refinerías.
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