La mañana del pasado viernes 5 de mayo, Isidoro Manrique Guerrero, de 57 años, salió de su casa ubicada en el barrio 6 de Enero, que colinda con la Subida del Indio, por la vía principal de la ciudadela Juan Atalaya, con el fin de iniciar su jornada laboral como siempre lo hacía, cuando de repente encontró la muerte.

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Él transitaba en su bicicleta con sentido hacia el centro de la ciudad, cuando fue atropellado por una buseta de servicio público, que posteriormente huyó del lugar sin brindarle los primeros auxilios.

Manrique quedó tendido en la autopista de Atalaya, a las 5:50 de la mañana de ese viernes, cuando apenas habían pasado diez minutos después de salir de su casa, por lo que tuvo que esperar hasta que una ambulancia llegara al sitio y lo trasladara al Hospital Universitario Erasmo Meoz, donde finalmente murió el miércoles, tras sufrir traumas graves en la cabeza y el pecho.

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Ayer, los familiares de Isidoro Manrique adelantaban los trámites para reclamar el cadáver de su ser querido y darle el último adiós.

Los dolientes les insistieron a las autoridades que se adelanten las investigaciones para que se identifique al conductor de la buseta que le ocasionó la muerte a Manrique.

“Que revisen las cámaras de seguridad, para que esto no quede impune. El conductor tiene que responder por lo que hizo”, dijo una familiar.

Isidoro dejó tres hijas y a su esposa, en medio del dolor por la pérdida de su ser querido. Los familiares lo recuerdan como un hombre trabajador, buen papá y buen amigo. En este corredor vial es constante que se registren accidentes de tránsito.

“Precisamente, esta mañana (ayer), un ciclista también fue atropellado por un carro y estaba herido ahí tendido en la autopista”, comentó un transeúnte del lugar.

Otro muerto en Chinácota

Ayer, Albeiro Bautista también murió en el Hospital Universitario Erasmo Meoz, luego de sufrir un accidente de tránsito en Chinácota, por lo que tuvo que ser trasladado con urgencia al centro médico.

Según se conoció, la víctima chocó contra un bus intermunicipal, por lo que sufrió golpes en la cabeza.

Los habitantes del municipio chitarero adelantaban una jornada de recolección de dinero para cubrir los gastos fúnebres.

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