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Cartagena, una mirada a lo que nos une histórica y turísticamente
Hay una identidad sonora heredada de la música de tambores africanos, gaitas indígenas, guitarras europeas, que se siente en esta bella ciudad.
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Colprensa
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Lunes, 7 de Junio de 2021

El poeta Luis Carlos López, el famoso Tuerto López, calificó a sus contemporáneos como “caterva de vencejos”, comparándolos con esos pájaros que vuelan diez meses sin parar y se detienen dos meses para poner sus huevos y criar a sus polluelos. En toda su obra poética, que abarca hasta mediados del siglo XX, el poeta hizo el retrato moral de la ciudad y vio en las ruinas espejos de ruinas interiores, de indolencia y descuido. Pero al mirar la ciudad donde vivimos y sobrevivimos en este turbulento y aciago siglo XXI, con peste y crisis social, privilegiaremos tras este aniversario que acaba de conmemorarse (el 1 de junio) lo que nos une y no lo que nos separa.

Para empezar, hay una identidad heredada a través de la sabiduría del sabor: los fogones indígenas se enriquecieron con los fogones europeos y africanos. Somos el gran binde de esas tres orillas que parecían irreconciliables. En una empanada con huevo o arepa de huevo como usted quiera llamarla, están cifrados esos tres fogones. Y en el quibbe, está el sabor árabe que enriqueció nuestro paladar en América. El concierto de las mujeres que rallaban coco al atardecer para hacer un arroz con coco era una verdadera maravilla de nuestra cotidianidad. Las tardes olían a plátano maduro, arroz con coco, plátano en tentación con canela y Kola Román.

Hay una identidad sonora heredada de la música de tambores africanos, gaitas indígenas, guitarras europeas, caracoles anunciadores de noticias, guapirreos, arreadores de ganado, gritos de monte, cantos de vaquería. Joe Arroyo que todo lo que sonó lo convirtió en música, hasta el relincho de los caballos, nos une a todos y nos reconcilia con la historia y la memoria emocional de la ciudad. Junto a Joe, la voz ancestral de Estefanía Caicedo con sus bullerengues, la de Etelbina Maldonado, Petrona Martínez, las gaitas de Maite Montero, la música de Michi Sarmiento, la música de Víctor “el Nene” Del Real , ahora en el cielo; los sones de Hugo Alandete, las canciones Juan Carlos Coronel, los cantos al pie del mar de Tambores de Cabildo con Rafa Ramos y Cecilia Silva, el proyecto colectivo de memoria musical de Boris García, todos nos unen.

Hay una identidad heredada de memorias de barrios, esquinas y plazas. Hay una memoria de festejos, celebraciones celebraciones. La fiesta religiosa de la Candelaria el 2 de febrero, subir a La Popa es más que un ritual que nos lleva a los altares y al milagro de sus alturas. La celebración de la Independencia de Cartagena el 11 de noviembre de 1811, la fecha histórica más importante de la ciudad. La celebración de la fecha hispánica de Cartagena el 1 de junio, que podría integrarse al calendario perdido de nuestros indígenas y a la llegada de los africanos, complementarían con igualdad el referente de una historia forjada con indígenas, europeos y africanos. Somos descendientes de esos tres mundos en América.

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