Por décadas, Gilberto Santa Rosa ha llevado la salsa a los rincones más remotos del planeta, no solo como un ritmo que hace bailar, sino como un lenguaje universal que une culturas y generaciones.
Con 62 años y una carrera repleta de éxitos, el salsero puertorriqueño conocido como ‘El Caballero de la Salsa’ regresa a Colombia para dos presentaciones, en Bucaramanga y en Ibagué, donde promete cautivar a sus seguidores con su voz inconfundible y su elegancia en el escenario.
Los amantes de la salsa en el país podrán disfrutar de su música el próximo 29 de noviembre en el Centro de Eventos Cenfer (Bucaramanga), y el 30 de noviembre en el Néctar Arena (Ibagué), espectáculos que prometen ser memorables.
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La elegancia y estilo musical del salsero lo convierten en una de las figuras más destacadas de la música latina. Sus innumerables galardones en la industria discográfica reafirman su vigencia a través de los años. El artista cosecha importantes reconocimientos, entre ellos 6 premios Grammy y el prestigioso Premio ASCAP Latin Heritage Award 2002.
Su carrera incluye 14 números uno en la lista Tropical Airplay de Billboard y múltiples certificaciones de Oro, Platino y Multi-Platino. Además, ostenta un Récord Guinness por la mayor cantidad de álbumes número uno en la lista de música tropical de Billboard, con 12 producciones en total.
En una reciente entrevista con La Opinión, el intérprete reveló detalles de su vida personal, su carrera y las experiencias que lo llevaron a ser una de las figuras más respetadas de la música latina.
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Gilberto, dicen que la salsa es un idioma que solo los salseros entienden. ¿Cuál fue la primera palabra que aprendió en ese idioma?
La primera palabra que aprendí fue “unidad”. La salsa ha unido a gran parte del mundo latino y nos ha permitido conocer otras culturas. La salsa no es exclusiva de los salseros, es un lenguaje muy noble que, a través de la música, crea puentes de unión entre los latinoamericanos. En algunos lugares, la salsa no era un género tan popular y poco a poco fue ganando reconocimiento. Hoy en día, gracias a la migración y el amor por este género, los salseros podemos visitar toda Latinoamérica y más allá.
A los 12 años organizó su propio grupo musical. ¿Cuál era la “canción estrella” del repertorio de esa banda juvenil?
En aquella época, como todos los grupos jóvenes, tocábamos los éxitos del momento. Sin embargo, mi compadre y yo buscábamos tener algo original y, dentro de lo que podíamos, porque éramos muchachitos, yo tenía 12 años y mi compadre 14, incluíamos temas menos conocidos como ‘La ley número 10’ de Roberto Angleró, que el Gran Combo grabó en el 73; ningún otro grupo de la época la tocaba y nosotros sí. También escribíamos canciones propias, aunque fueran sencillas, porque teníamos ese deseo de ofrecer algo diferente.
Empezó en la Orquesta de Willie Rosario siendo muy joven. ¿Le imponía cantar junto con músicos más experimentados o eso era lo que le hacía sentir como un “caballero” desde entonces?
Desde los 14 años empecé a grabar y a tener acceso al mundo profesional, pero no era profesional; lo eran los que me rodeaban. Trabajar con Willie Rosario fue como entrar a la universidad y al ejército al mismo tiempo, porque era una disciplina y un trabajo muy fuerte. Para mí fue una gran enseñanza pasar por su orquesta. Esa fue mi preparación para yo llegar a ser el ‘Caballero de la Salsa’, sin esa experiencia no hubiera podido aspirar a ser el cantante que soy ahora.
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Su padre era dibujante y su madre trabajaba con computadoras. ¿Cree que ese equilibrio entre precisión y tecnología influenció su carrera musical?
Más que en mi carrera, lo que influyó fue la disciplina y los valores que ellos tenían y me inculcaron. Mi madre siempre decía que ningún oficio o profesión era excusa para no ser una persona educada, compasiva y respetuosa. Mi padre aún vive. Ellos fueron personas que afrontaron siempre sus oficios con la parte humana, por encima de su trabajo. Aunque eran muy profesionales en lo que hacían, era mucho más importante el asunto humano, cívico, e interpersonal. Ese fue el mayor aporte que hicieron a mi carrera.
La gente lo reconoce en lugares que nunca imaginó visitar. ¿Cuál es el sitio más remoto o sorprendente donde alguien se le acercó cantando uno de sus éxitos?
Fue una experiencia simpática. Estuve trabajando en Japón, ese fue el sitio más lejano en el que he laborado, y aunque sabía que tenía seguidores allí, una vez cuando yo estaba abordando un avión en París, curiosamente, un señor que iba detrás de mi esposa y de mí, le preguntó a mi esposa que si yo, era yo.
El señor resultó ser pakistaní y más simpático que eso, fue que me comentó que pertenecía a un grupo de salseros en su país y que él sabía que era muy difícil, que yo llegara por allá, pero se había organizado con un grupo de 15 o 20 personas, porque se enteró que yo me iba a presentar en Bélgica. Para mi sorpresa, nos conocimos y llegaron todos los 20 ahí (Bélgica), decidieron ir a verme actuar, porque ellos entendían que yo no iba a ir hasta Pakistán. Eso fue quizás, técnicamente, lo más lejos que llegué.
Con tantos premios en la industria musical, ¿hay algún reconocimiento o premio simbólico que guarde con más cariño que todos los Grammy y los records?
Uno de los reconocimientos que más atesoro es el doctorado honoris causa de la Berklee College of Music en Boston. Esa universidad es una de las más importantes de la música, y recibir este honor fue significativo porque tengo compañeros y amigos que estudiaron allí y que hoy son referentes en la industria. Compañeros de estudio con los que fui a la escuela, crecimos juntos y soñamos con ser músicos, cantantes y productores. Estar allí y vivir todo lo que pasó, es uno de los reconocimientos que más a tesoro.
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La salsa suele ser un género para mover el cuerpo y el corazón. ¿Hay alguna canción en particular que le haya costado cantar sin que lo invada la emoción?
Sí, hay una canción que grabé y la he cantado muy pocas veces en vivo. Se la dediqué a mis padres, a los dos, llamada ‘De los dos la esperanza’. La escribí con la ayuda de Rafael Monclova, porque quería hacer una canción que los honrara a ambos, algo que no es tan común. Tuve la dicha de estrenarla con mis padres presentes y la he cantado muy poco, pero las veces que lo he hecho, me emociona muchísimo y en algún momento me cuesta trabajo interpretarla.
Gilberto Santa Rosa, con su estilo y carisma inigualables, sigue siendo un referente en la salsa. Su capacidad de reinventarse y mantenerse fiel a sus raíces lo convierten en una figura admirada en todo el mundo. Este noviembre, los colombianos tendrán la oportunidad de disfrutar en vivo de su talento, y de ser testigos de por qué el puertorriqueño es, y seguirá siendo, un verdadero ‘Caballero de la Salsa’.
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