En Halloween hay figuras que representan el mal y son muy mencionadas. Una de ellas son los gatos negros, que desde la literatura y el cine han sido fieles compañeros de las brujas o relacionados a ese mundo de la hechicería. Un ejemplo, aunque para bien, es el gato Salem Saberhagen, la mascota de Sabrina de la serie de cómics estadounidense Sabrina the Teenage Witch de Archie Comics. Esa historia, por ejemplo, se trasladó a la televisión y muchos seguramente recuerdan a ese gato negro parlanchín, que en realidad es un brujo de 500 años, sentenciado a pasar 100 años en la forma animal por atreverse a conquistar el mundo.
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La relación de los gatos negros y lo malévolo inició en la época medieval, cuando se difundió el rumor de que las mujeres (brujas) se transformaban en gatos negros. En ese tiempo, el Papa Gregorio IX los declaró como la reencarnación de Satanás y en 1484 fueron excomulgados y quemados.
“En aquella época se pensaba que las mujeres eran concubinas del diablo, que eran frágiles. Si las veían en compañía de gatos negros, conjeturaban que esa era su forma animal. En Estados Unidos, en 1620, también se sacrificaron varios gatos por las brujas de Salem”, cuenta Mario Arenas, docente del Departamento de Humanidades de la Universidad CES.
Estos animales no siempre fueron odiados. Si bien es una contradicción, en Egipto, mucho antes del medioevo, eran valorados porque ayudaban a erradicar plagas y enfermedades al alejar las ratas y los ratones de los cultivos. Tener gatos significaba prosperar en la agricultura.
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Eran tan apreciados que la diosa egipcia Bastet fue representada como una mujer con cabeza de gato negro por ser el lado más amable, amoroso y benéfico de la diosa Ra, el Sol.
Ese episodio oscuro al que fueron sometidos los gatos negros terminó en 1630 con el mandato de Luis XIII, el rey de Francia y Navarra. Solo que los mitos no se pudieron opacar y se difundieron de generación en generación y es por eso que hoy algunos todavía los relacionan con el mal. Nada más equivocado.
Adoptan menos a los negros
Hay que dejar atrás esas ideas, dicen especialistas, porque esos miedos hacen que sean los que menos adoptan las personas. Lo sabe el médico veterinario Santiago Henao Villegas, quien describe un escenario común: llegan familias en búsqueda de gatos, pero con una condición: que no sean negros.
No hay ninguna diferencia, dice el experto, con gatos de otros colores. Su conducta no se relaciona con su color. Son igual de amorosos que otros.
“Si usted se encuentra con un gato negro y tiene conductas agresivas no será por su color, sino porque el rechazo y el abandono les genera estrés y afecta su conducta”, explica el veterinario. También depende de si son gatos ferales (no domésticos) o si tienen una baja interacción con los humanos.
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Estos gatos desarrollan reacciones agonísticas, que son la agresividad o el rechazo al sentirse amenazados.
Los negros siguen siendo un foco de agresiones. Según el veterinario, se ha evidenciado que a ellos los envenenan más, los agreden más y llegan a las clínicas veterinarias en estados delicados.
Lo que no saben las personas es que el pelaje negro dista de ser una desventaja. En términos de salud, son menos propensos a contraer enfermedades, al igual que cualquier otra especie animal con el pelaje negro.
A cuidarlos
La invitación es que si está en la búsqueda de una mascota nueva, esté abierto a adoptar a un negrito. Son iguales de amorosos, ellos ni siquiera perciben esas diferencias.
“La tenencia responsable de estos animales es esencial para reivindicar su imagen. La respuesta está en una educación que incentive su cuidado y protección”, señala el veterinario.
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El gato es un animal activo y cazador. Le gusta escabullirse en las calles y se entretiene seleccionando a sus presas. La invitación es que si son domésticos, no salgan en la noche de Halloween porque todavía hay fanáticos de ritos satánicos que están en la búsqueda de estos animales.
También, proteja a los gatos ferales dándoles cobijo. Si puede, resguárdelos para que no les suceda nada durante la noche, además de que son propensos a que los pise un auto o se envenen en la calle.
La ley también lo dice
La Ley 1774 se expidió en Colombia en 2016 para establecer en su artículo primero que los animales son seres sintientes y no cosas y que deben recibir especial protección contra el sufrimiento y el dolor, especialmente el que es causado directa o indirectamente por los seres humanos. Por lo que, actos de violencia y maltrato animal son punibles ante la ley. En este artículo se expresa que el trato con los animales debe ser basado en el respeto, la solidaridad, la compasión, el cuidado, la prevención del sufrimiento, la erradicación del cautiverio y al abandono. El tenedor de animales mínimo debe brindarle al animal agua y comida, que no sufran malestar físico ni dolor, que no tengan enfermedades por negligencia o descuido, que no sean sometidos a condiciones de miedo o estrés y que tengan un espacio para desarrollar sus conductas naturales.
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