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¿Los gatos y los perros pueden convivir bajo un mismo techo?
Para hacerlo es clave una buena socialización, pues al ser dos especies distintas y al tener formas distintas de relacionarse, el proceso puede tornarse complejo.
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Domingo, 18 de Febrero de 2024

En muchas ocasiones los productos culturales suelen moldear las percepciones que tenemos sobre la biodiversidad, entonces pensamos por ejemplo que los perros y los gatos se odian a morir y que por nada del mundo podrían vivir bajo el mismo techo.

Pero, teniendo en cuenta que hoy cada vez existen más familias multiespecies y que las personas parecen estar resueltas a llevar a casa a los animales que más puedan, esa afirmación parece más un mito que en cualquier otra cosa.


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Pues hoy, son muchos los que pueden dar cuenta de que ambas especies, aunque tienen rasgos comportamentales y necesidades, en muchos casos, diferentes, pueden habitar un lugar en perfecta convivencia.

Convivencia de mascotas

Los especialistas de Advance y del blog Experto Animal, explican qué pasos y consejos se deben tener en cuenta para que esto suceda

La primera impresión es la que cuenta

Según los expertos, la primera vez que un gato (o más) y un perro (o más) que vayan a convivir juntos se vean, va a jugar un papel fundamental para su relación y desarrollo, por lo que la función del humano acompañante del proceso es preparar el camino y llenarse de paciencia para que esto se dé de la forma más positiva posible.

La verdad es que, si ambas especies se ponen en contacto desde que son cachorros, lo más probable es que empiecen a compartir hábitos (dormir, jugar, hacer pereza), y se conviertan en grandes amigos y aliados.

Pero, si no es el caso, si ambas especies se conocen en una etapa juvenil o adulta, no hay que preocuparse, no todo está perdido: “Si han socializado con otros perros y gatos, y han tenido buenas experiencias, será mucho más fácil que se adapten. Se debe tener en cuenta, también, el carácter de cada uno de ellos. Y, por último, si son territoriales o tienen muy desarrollado el instinto de caza, es importante tener claro que la convivencia puede complicarse. En este caso, solo se necesitará dedicarle más tiempo y paciencia al proceso para que se adapten”, señalan.


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Para ellos, el éxito de esta operación está en:

  1. Tomarse el tiempo necesario para presentarlos.
  2. Dejarlos en habitaciones separadas y ponerle a cada uno un trapo con el olor impregnado del otro. Por lo general, el perro mostrará interés; en cambio, el gato es más desconfiado y no se interesará demasiado.
  3. Una vez ambos estén tranquilos con el olor del otro, es el momento de dejar que hagan contacto visual, de lejos.
  4. Y una vez dejen de alterarse al hacer ese contacto visual, es hora de dejarlos acercarse e interactuar, eso sí, es recomendable sacar al perro antes para que libere energía y se muestre más relajado y receptivo. También es bueno cortarle las uñas al gato para evitar que lastime a alguien.
  5. Dejarlos ir a su tiempo, de ningún modo deben obligarse a estar cerca. Es decir, hay que darles tiempo y espacio, quizás no lleguen a ser amigos, pero aprenderán a respetarse y vivir en armonía.
Respetar la organización de cada especie

Una vez suceda toda la presentación, hay que tener presente que, si bien los perros organizan sus sociedades en manada mediante una jerarquía marcada por ellos mismos, los gatos son animales solitarios que prefieren andar a sus anchas y defender lo que consideran su territorio de concebirlo necesario.

“De esto podemos deducir que debemos respetar la jerarquía que ellos mismos instauren durante la etapa de conocimiento, sin intervenir constantemente o regañar actitudes que nos parezcan negativas, ellos mismos se organizarán”.

Un lugar para cada uno

“Si alguien quiere a sus perros y gatos juntos es imprescindible que dispongan de un espacio propio para cada uno, y evitar que tengan que competir por recursos como la cama, la comida o el agua”, mencionan los voceros de Advance.

Así que la comida y el agua del gato se puede poner en un lugar alto, donde el perro no los alcance, y estar atento para que el gato no se acerque al perro mientras este come para que no se enfade o para que no piense que tiene que proteger y competir por sus recursos. Asimismo, es bueno poner el arenero del gato en un lugar al que solo pueda acceder él, pues de esa forma se sentirá tranquilo y seguro.

“Además, dedicarles tiempo a ambos es fundamental, se les puede ofrecer premios y caricias cuando tanto uno como otro estén cerca, de este modo, el otro verá que acercarse es positivo y beneficioso”, opinan los expertos.


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Conseguir que se lleven bien

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Por último, cabe mencionar que, si los primeros días tanto el perro como el gato se siente o se comporta inquieta o temerosa, es normal, el humano acompañante deberá trabajar con ambos a través de las palabras, las recompensas y las caricias para suavizar la relación.

“No hay que comer el error de dividir el hogar en dos zonas, una para cada animal, ya que entonces será muy complicado que se toleren una vez pase el tiempo. Lo ideal es esperar un tiempo a que ambos animales empiecen a convivir respetándose. Esto puede tardar semanas, incluso meses. Aunque no siempre van a crear un vínculo fuerte, lograr que se toleren es suficiente para una buena convivencia”, concluyen en Experto Animal.

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