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El concurso Coltabaco
Se pretendía encontrar las que mejor interpretaran la percepción que el público en general.
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Sábado, 25 de Julio de 2020

Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com

Desde que la Compañía Colombiana de Tabaco apareció en el horizonte empresarial colombiano, sus primeras estrategias promocionales se basaron en atractivos concursos que entonces eran muy apetecidos por el público en general, no sólo entre sus consumidores sino por parte de cualquier persona que cumpliera con las condiciones que imponía la prueba. En 1938, decidió lanzar un novedoso concurso consistente en solicitar a los participantes enviar frases que respondieran a una docena de  preguntas en las cuales se pretendía encontrar las que mejor interpretaran la percepción que el público en general, tenía sobre las actividades y los productos de la empresa.

A partir de los primeros días del año, la compañía promocionó su concurso que entregaba un total de $25.000 repartidos en 100 premios que iban desde los diez mil pesos de premio mayor hasta 75 premios de $50 cada uno. Además, se avisaba que “habría un premio extraordinario cuya cuantía y condiciones de adjudicación se darán a conocer oportunamente”. La fecha límite para la remisión de las respuestas fue establecida para el 15 de agosto de 1938. 

Cada una de las preguntas fue publicada en los principales diarios del país, con un intervalo de quince días aproximadamente. 

Se podía enviar la cantidad de frases que deseara el remitente  con el requisito que por cada frase se debía incluir dos cajetillas vacías, bien de Pielroja o de Rio de Oro o una de cada una y se les advertía a los participantes  que “las frases que llegaren sin este requisito, por buenas que sean, no serán tenidas en cuenta por el jurado calificador”. La exigencia más estricta del concurso era que los participantes interesados debían responder la totalidad de las preguntas, pues si dejaban de hacerlo no tendrían derecho a los premios ofrecidos. Las frases debían ser breves, no debían exceder de 20 palabras, ser expresivas y originales. Como la compañía había lanzado con anterioridad algunos concursos similares, se les advertía a los posibles competidores que las frases que ya habían sido utilizadas en su propaganda, en ningún caso serían aceptadas. Los sobres debían remitirse en forma claramente legible a la Compañía Colombiana de Tabaco, Sección Concurso, en Bogotá y en ellos debía incluirse, además de las 
respuestas, el nombre y la dirección completa (calle, número, ciudad y departamento) o bien, con esa misma dirección a la oficina más cercana al lugar de residencia. Las respuestas debían incluir el nombre completo del remitente pues no se aceptaban pseudónimos, pues ni el mismo jurado conocería previamente los nombres de los concursantes.

Las directivas de la compañía habían aclarado que por ningún motivo el concurso sería declarado desierto y que la adjudicación de los premios sería fijada tan pronto el jurado calificador rindiera su informe y su fallo sería definitivo e inapelable. En caso de empate se definirá a la suerte y a ningún concursante se le adjudicará más de un premio. Como era apenas obvio, ningún empleado ni funcionario de la compañía podía participar. Al enviar sus frases, el competidor aceptaba todas y cada una de las condiciones establecidas para el concurso, con lo cual, todas las frases que se recibieran quedaban de propiedad de la Compañía Colombiana de Tabaco y por consiguiente podría hacer uso de ellas de acuerdo con sus conveniencias.

Como una recomendación para lograr acceder a uno de los premios, le proponían a quienes se interesaban que “bastaba que una de sus frases fuese lo suficientemente buena aunque todas las restantes fueran mediocres, así que teniendo en cuenta este punto, sería mejor responder las doce preguntas de una vez y concentrar luego su atención a la pregunta que considere más fácil, de manera que pueda hallar una respuesta digna de los premios”, y remataban ¡Querer es poder!

No todos los temas planteados sugerían respuesta a una pregunta, como podrá apreciarse más adelante, algunas pedían redactar frases que expresaran algún sentimiento o percepción con relación a los aspectos que beneficiaran directa o indirectamente a la empresa o a sus productos o actividades.

A continuación, las doce sencillas preguntas propuestas en este concurso:

Primera: ¿cuál su marca predilecta de cigarrillos y por qué?

Segunda: ¿qué cualidades acreditan al Pielroja como el mejor cigarrillo de Colombia?

Tercera: ¿qué influencia tiene sobre la calidad de Pielroja y Rio de Oro los tabacos nacionales tostados que se emplean en su elaboración?

Cuarta: ¿por qué debe preferirse los cigarrillos de la Compañía Colombiana de Tabaco a los extranjeros?

Quinta: ¿por qué es deber de todo buen colombiano contribuir a la prosperidad y fomento de las industrias genuinamente nacionales?

Sexta: explique la razón o razones por las cuales los cigarrillos Pielroja y Rio de Oro llegan siempre frescos al consumidor en todos los climas.

Séptima: ¿por qué los cigarrillos Pielroja y Rio de Oro son también los preferidos por la mujer?

Octava: frase que exprese que los productos de la Compañía Colombiana de Tabaco son elaborados de acuerdo con los más rigurosos preceptos higiénicos.

Novena: ¿cuál es su concepto sobre el sabor, aroma y suavidad del Pielroja y el Rio de Oro?

Décima: frase que exprese el beneficio que para la agricultura y para los fiscos nacional, departamental y municipal ha representado y representa la labor experimental, educativa y de ayuda económica desarrollada por la Compañía Colombiana de Tabaco.

Undécima: ¿cuál es su parecer sobre la labor de carácter social desarrollada por la Compañía Colombiana de Tabaco desde su fundación y sobre los beneficio que ella ha traído para la economía nacional.

Duodécima: ¿con qué frase corta y expresiva anunciaría usted los cigarrillos Pielroja y Río de oro?

En todos los avisos se remataba con la declaración que se podía ganar y que entre más frases remitiera mayores probabilidades tendría. Hoy dudo que esta clase de eventos pueda realizarse, debido en gran parte por las restricciones en materia de publicidad para estos productos.

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