Durante la primera mitad del siglo pasado una de las distracciones más atractivas para los pobladores de la ciudad era, sin duda, la retreta dominical que ofrecía la Banda Musical del Departamento. Dirigía entonces la Banda el maestro Constantino Ramos. En el mes de julio de 1944, un acontecimiento sacudió la institución, al punto que casi se produce su desaparición, en un hecho que los medios de época dieron por llamar “un caso exótico”.
Al parecer se venían presentando algunos inconvenientes con uno de los músicos más importantes del conjunto, el maestro N. Vargas, lo que le generaba dificultades de orden técnico y de organización a la banda, razón por la cual, la dirección decidió pedir la renuncia del músico. Ante este requerimiento y luego de consultar con sus compañeros, estos decidieron respaldarlo argumentando que era una solicitud injustificada y que lo respaldarían para mantenerse en el cargo. No valieron las razones colectivas, de manera que la dirección procedió a destituirlo y a nombrar su reemplazo.
A partir de entonces el maestro Ramos procedió al nombramiento del solista, Jesús Rojas, un músico mayor, que al parecer no fue del agrado de la mayoría de los componentes, lo que motivó la presentación de un memorial al gobernador para que se reversara la decisión del director.
La reacción del director de la orquesta fue desproporcionada, además de una virulencia exagerada, posición que transgredía su condición de artista culto. En una de las entrevistas se fue lanza en ristre contra los firmantes de la petición diciendo que “ni siquiera son colombianos” y que quienes se confabulaban contra la banda lo único que habían hecho era “introducir la indisciplina y el desorden en la corporación musical”.
Sin embargo, la percepción ciudadana sobre el deterioro de la calidad de las interpretaciones de la orquesta era cada día mayor. Los comentarios y los rumores que se escuchaban al respecto, anunciaban las deficiencias protuberantes en las ejecuciones de un conjunto, ahora mermado por la renuncia de varios de sus componentes, pues a pesar de haber sido reemplazados, sus méritos artísticos distaban de sus antecesores. En una entrevista con un crítico musical aficionado de la época, se lee, “cualquiera que oiga las audiciones musicales de los últimos días podrá decir si estamos o no en lo cierto al trazar estas comedidas observaciones a la dirección de la banda. En el grupo restante de músicos, hay unidades de gran valor artístico, pero de la reducción que se hizo del personal, no puede exigirse resultados distintos a los que está produciendo. Da grima, por decir lo menos, oír las retretas de los últimos días. Una desarmonía, una nebulosa y muchos ruidos de instrumentos que solo alcanzan a sacar los papeles de l
os programas ejecutados con gran esfuerzo y ausencia casi absoluta del efecto melódico del grupo de ejecutantes. Falta el grupo de solistas, es decir, la dirección misma en el desarrollo que se haga de cualquier trozo musical, los que hace más de veinte años estamos oyendo las retretas de la Banda, aun cuando sin autoridad en la materia, aplicando el instinto o la mera intuición musical, sí que es cierto que nos damos cuenta de las protuberantes deficiencias en la dirección de la Banda.”
En general, los asistentes asiduos a la retreta dominical, añoraban las épocas en las que se apreciaba la plenitud de los frutos alcanzados en los tiempos del resurgimiento a la que fue llevada la Banda del Departamento, merced a la técnica y a la autoridad del maestro José Rozo Contreras y se llenaban de tristeza al evocar el grato recuerdo de aquellos tiempos pretéritos que le trajeron a Cúcuta los bienhechores influjos del arte, del verdadero arte conquistado en los centros de educación artística de Europa.
Ahora bien, volviendo a los bochornosos sucesos que causaron esta desagradable situación, la carta de respaldo firmada por la gran mayoría de los integrantes de la Banda, 23 maestros en total la suscribieron, dando a conocer sus posiciones y relatando los detalles de lo sucedido.
Los ánimos llegaron a tal punto de exaltación que hubo un momento en que dos miembros de la Banda se intercambiaron agravios y se fueron a las manos propinándose sendos puñetazos. Esto sucedió luego de terminar el ensayo del viernes y ya en las afueras del local se presentó la reyerta.
El problema fue creciendo en tamaño, pues al conocer del conflicto, el director se salió de sus cabales e increpó al maestro José del Carmen Guaterol a quien furioso le dijo, “usted está fuera de la Banda, usted es un venezolano indeseable; inmediatamente debe entregar el uniforme y las demás prendas de la Banda.” Ante estos incidentes, el maestro Ramos se reunió con el grupo de músicos y les expuso las conclusiones a las que llegó con el gobernador, “hemos hablado con el gobierno y está resuelto a eliminar la Banda si siguen estos reclamos, así que pueden retirarse quienes no estén conformes.”
Estando las cosas en este estado, nada satisfactorias y viendo la manera parcializada, los músicos inconformes decidieron conformar una comisión que hablara en su nombre con el gobierno y de allí salieron los comentarios que eran secretos a voces, los que quedaron plasmados en un acta y que sirvió para conocer el verdadero motivo de la controversia. Escribieron: “Debemos dejar constancia muy clara de una cosa; que no somos extranjeros ni conservadores, como en forma tendenciosa y maligna, por cierto muy baja, se quiere hacer aparecer, ya que somos cucuteños y en su mayoría liberales, conforme claramente puede comprobarse con nuestras firmas, teniendo sí la convicción de que para ser liberal no se necesita estar insultando ni ofendiendo a quienes no sean de nuestro credo político…”De la reunión con el gobernador, como superior de quien dependía la dirección de la Banda de Música del Departamento, se logró un principio de entendimiento mediante el cual se convino lograr que la armonía y el compañerismo imperar
a nuevamente entre los integrantes. Se pidió un tiempo para evaluar la situación y determinar las causas que llevaron a la institución a la crisis planteada luego de establecer que no existían razones para que se presentaran esos feos aspectos de decadencia y desintegración. En lo que sí estuvieron de acuerdo las partes, es que todo el embrollo se produjo por causas extrañas a la razón y al mérito. La Banda de músicos estuvo en receso obligado durante buena parte de ese año y solo retomó sus actividades en el último mes del año, como era tradicional entonces.
Por: Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com