El norte helado desempeña un papel clave en el enfriamiento del resto del planeta al devolver algunos de los rayos del sol al espacio. Pero también se está recalentando. El año pasado fue el más caluroso del que se tengan noticias en el Ártico.
Y desde hace varias décadas fotos satelitales muestran una notable declinación en la cantidad de hielo que hay en sus aguas, un fenómeno que ya afecta la vida humana y animal en la región, desde las comunidades inuit hasta los osos polares.
Los científicos dicen que ya no habrá aguas congeladas en el Ártico durante el verano en las próximas décadas. Y pronostican que el impacto del derretimiento de los hielos se sentirá en todo el Hemisferio Norte, incluso en la Florida y en Francia. “Las cosas están cambiando en el Ártico ”, comentó Davis “Duke” Snider, el veterano marino responsable de conducir el rompehielos finlandés MSV Nordica.
Los investigadores querían observar de primera mano los efectos del calentamiento global que se perciben desde el espacio. El barco partió de Vancouver a comienzos de julio y llegó a Nuuk, en Groenlandia, el 29 de julio. Es la vez que más temprano se internó una nave en una región que generalmente no es navegable hasta más entrado el año debido a los hielos.
Doce días después de la partida, aparecieron de la nada las primeras masas de hielo. Al principio eran témpanos solitarios.
Pero al llegar a Point Barrow, en el extremo norte de Alaska, había hielo por todos lados. Snider recordó que cuando empezó a hacer visitas guiadas por las aguas del Ártico hace más de 30 años, los bloques de hielo a mediados de julio se extendían 50 kilómetros al sudoeste.
En esos días, un barco se hubiera tropezado con bloques muchos más gruesos y azules que habían sobrevivido al deshielo del verano y que estaban tan duros como el cemento. El termómetro afuera daba una temperatura de 8,3 grados centígrados, pero no se sentía tanto frío en esta región del mapa donde el sol nunca se va y los días se confunden con las noches. Incluso en la cama, se siente el constante choque con bloques de hielo.
Cuando el rompehielos ingresó al Estrecho Victoria, bien adentro del Paso del Noroeste, tratamos de divisar una sombra que se mueve a la distancia o una mancha amarillenta en la vastedad de blanco que revelaría la presencia del depredador terrestre más grande del mundo. De repente, alguien gritó: “¡Nanuq, nanuq!”.
Maatiusi Manning, un navegante inuit, había visto lo que todo el mundo esperaba: el primer oso polar. Estos predadores de cerca de 500 kilos que están en la cima de una cadena alimenticia están siendo muy golpeados por el calentamiento global por el impacto inmediato que el derretimiento del hielo tiene en una variedad de animales y plantas que dependen de él.
"Si seguimos perdiendo hielo, van a desaparecer una cantidad de especies”, señaló la bióloga Paula von Weller, que participó en el viaje.