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La vía Maracaibo-Cúcuta-Bogotá
La ruta de Maracaibo y Cúcuta hacia el interior del país, aunque se hiciera por las agrestes carreteras que tenían que cruzar la cordillera Oriental, seguía siendo la más rápida y económica para las mercancías.
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Sábado, 26 de Junio de 2021

Desde antes de la erección de Cúcuta, la vía de acceso al Nuevo Reino de Granada más expedita era por el Lago de Maracaibo, más fácil, cómoda, rápida y menos costosa que por el río Grande de la Magdalena.

El florecimiento del comercio, de las grandes casas comerciales extranjeras, principalmente alemanas e italianas, que desde los puertos europeos situados en el mar del Norte, como Hamburgo, por ejemplo, fueron los principales proveedores de maquinaria, herramientas, géneros, textiles y cuanta mercancía elaborada en las grandes potencias europeas de principios del siglo XX y de imperiosa necesidad para el progreso de los incipientes países de la América Central y del Sur. 

El comercio internacional intenso databa desde antes de la mitad del siglo XIX, cuando estos países americanos habiéndose independizado requerían de todo el material que pudiera servir para estructurar su economía, toda vez que ésta dependía exclusivamente de algunos productos básicos que podían ser intercambiados por bienes de capital, de los que se carecía.

En el caso colombiano, desde la misma conquista, los productos de mayor atractivo para los colonizadores fueron los minerales preciosos y algunos nuevos artículos, productos de la tierra, pero sin mayor interés sólo a medida que avanzaba el tiempo y las condiciones cambiaban, otras fueron las mercancías que integraron el portafolio de objetos que comenzaron a ser parte del comercio. 

Antes de la Primera Guerra, es decir, antes de 1914, el intercambio comercial con Europa era mucho mayor que con los Estados Unidos, y cuando se desarrollaron los grandes cultivos de café y cacao, se intensificó su exportación, tanto hacia el norte del continente, como hacia Europa, y este comercio se realizaba principalmente por esta ruta de Cúcuta y Maracaibo, la que tenía las ventajas antes citadas pero que además evitaba muchas otras molestias como las sequías que azotaban al Magdalena en algunas épocas del año al igual que las dificultades de carácter obrero que causaban un sinnúmero de obstáculos a la navegación por la vía de Barranquilla y Cartagena.

Todos estos elementos fueron analizados conjuntamente entre los administradores del Ferrocarril de Cúcuta, encabezados por el ingeniero Emilio Gaitán Martín y don Benito Roncajolo, gerente del Ferrocarril del Táchira y de la Flota del Lago, empresa que había sido creada al detectarse el  crecimiento  que el comercio había tenido comenzando el decenio de los cuarenta y se agudizaba la crisis debido al recrudecimiento de la Segunda Guerra.

De la reunión entre los dos representantes de las compañías transportadoras, se logró un acuerdo consistente en una medida de la mayor trascendencia: todos los cargamentos de importación y exportación que utilicen la vía Cúcuta Maracaibo, con destino a todas las plazas del país, fuera del departamento Norte de Santander, como Bucaramanga, Tunja, Bogotá, etc., tendrían una rebaja del 30% aproximadamente en los fletes desde Maracaibo hasta Cúcuta. Como consecuencia de este anuncio, fueron despachados las comunicaciones cablegráficas a los Estados Unidos y los comunicados a las principales empresas navieras que transportaban las mercancías con los países de Europa, en este momento, prácticamente suspendido por las hostilidades producto del conflicto mundial.

En la mayoría de los casos de las importaciones que se enviaban por los puertos de Barranquilla y Cartagena, fueron desviadas a Maracaibo  para aprovechar el descuento que resultaba muy llamativo para los comerciantes y en general para los consumidores.

En un hecho considerado casi increíble, un pedido de 50 vehículos motorizados que una firma de la ciudad de Cali había realizado con un fabricante norteamericano y que normalmente importaba por el puerto de Buenaventura, fue desviado por la ruta del Lago de Maracaibo. La principal razón era debida a las medidas de defensa que los Estados Unidos habían impuesto para atravesar el Canal de Panamá, las que ocasionaban demoras y muchas molestias a las importaciones por el Pacífico, cuando no eran las dificultades propias que surgían en la navegación por el río Magdalena.

La ruta de Maracaibo y Cúcuta hacia el interior del país, aunque se hiciera por las agrestes carreteras que tenían que cruzar la cordillera Oriental, seguía siendo la más rápida y económica para las mercancías y productos que iban a los mercados de Bucaramanga y especialmente a la capital de la República.

Esta ruta sólo había sido considerada como una vía de emergencia pero a partir de ahora, brindaba todas las facilidades portuarias, su estricta vigilancia y la reconocida rapidez en los servicios de trasbordo y demás operaciones que permitían la obtención de grandes beneficios, en este caso particular, no sólo para la región fronteriza sino para todo el país.

La ciudadanía en general, pero los comerciantes radicados en la ciudad y agrupados en la Cámara de Comercio en particular,  expresaron su complacencia y expidieron una resolución  en la que le manifestaron a ese gran caballero y excelente amigo de Colombia, don Benito Roncajolo, sus agradecimientos por la valiosa y decidida cooperación prestada por él a un empeño de vasto provecho para esta comarca.

Felicitación que se hizo extensiva al ingeniero Emilio Gaitán Martín, gerente del Ferrocarril de Cúcuta, quien después de asumir el cargo se ocupó de reorganizar la empresa que había decaído notoriamente por falta de liderazgo y que ahora comenzaba a resurgir, gracias a estos acuerdos.

Gracias a esta propuesta, se logró un auge importante en las exportaciones de café procedente de las regiones aledañas al departamento, así como de las importaciones que tenían como destino las ciudades de Bucaramanga y Bogotá principalmente, situación que duró hasta que se prohibieron las exportaciones de café por esta frontera, sumiendo nuevamente la región en una de sus recurrentes crisis.

Redacción Gerardo Raynaud D. | gerard.raynaud@gmail.com
 

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