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Pamplona
Campesina de Silos aviva el arte de tejer
Concepción está dispuesta a seguir en el oficio, siempre y cuando le sigan suministrado el material.
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Roberto Ospino
Domingo, 26 de Marzo de 2017

A Concepción Delgado Solano le faltan manos para cumplir con los compromisos que le genera atender el viejo telar en donde hace sobrecamas de lana de oveja y elabora productos artesanales con espartillo, hierba que crece en los páramos entre los 2.500 y los 4.500 metros sobre el nivel del mar.

Ella es de origen campesino, nacida en la vereda Cáraba de Silos, en 1962. Aprendió a elaborar canastos guiada por su mamá, Ana Cruz Solano, fallecida.

“Tenía cinco años, y desde ahí no he parado de hacerlos, desde medianos, hasta los más grandes para labores del campo o cubrir las necesidades tradicionales de los hogares, como depositar maíz, lavar el arroz, escurrir pastas, transportar curubas, duraznos y otros alimentos. 

Ahora, con 55 años, vive con el orgullo de ser la única mujer en Silos que sigue esta tradición que utiliza como única herramienta las manos.

“Las personas que sabían este arte ya no existen”, dijo con nostalgia. “Estoy sola y da tristeza, porque como todos los oficios antiguos, nadie los quiere aprender”.

Ella está dispuesta a seguir en el oficio, siempre y cuando le sigan suministrado el material, ya que asegura que tiene muchos años por delante para seguir dando la brega.

A doña Concepción con lo producido en las ventas le alcanza para el sostenimiento del hogar.

El material

El esparto proviene del sector Las Coloradas, vereda Bata, en donde una persona para ir a buscar los manojos o la carga, emplea ocho horas caminado entre riscos y peñascos, ya que es una zona de alta montaña.

La hierba se reproduce en la zona pantanosa en donde se tiene que arrancar con raíz para que se pueda utilizar en las labores manuales.

Para trabajar el vegetal, inicialmente lo tiene que cocinar o sancochar y después lo exponen al sol para que se seque bien.

Para que agarren los colores que se quieren sean verde, rojo, amarillo, rosado o azul, se sumergen en tintas de esas tonalidades.

Y para que las fibras queden de color blanco se deja por 15 noches al sereno y al sol, sin que le caiga agua, porque se daña.

Después que está listo el material se moja para que quede suave y poder ir entrelazando las formas que finalmente resultan siendo llamativas tamas (canastas), sombreros y los típicos cargadores de alimentos.

Para llegar la vivienda de Concepción Delegado hay que bajar por un camino empedrado y empinado. 

A pesar de estar ubicada a pocos metros del centro de la población, pareciera que estuviera viviendo en un mundo lejano.

Con la mirada perdida en la lejanía del paisaje andino, esta mujer trabajadora quiere que en cada hogar de Norte de Santander tengan como recuerdo una tama de Silos. Para ella es una bella tradición que debe perdurar en el tiempo.

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