Con la pandemia generada por el coronavirus el mundo ha experimentado, en menos de 145 días, los cambios más significativos que no se habían dado en épocas pasadas.
Desde que empezaron a conocerse los primeros brotes de la enfermedad en la ciudad de Wuhan (China), se encendieron las alarmas y algunas naciones hicieron caso omiso a las alertas por lo que podría ocurrir.
En marzo se tenían reportes de cientos de enfermos y muertos, lo que obligó a establecer, en el caso de Colombia, medidas como el aislamiento social obligatorio, toque de queda, pico y cédula, pico y género.
Todos obedecieron y se confinaron en sus casas. El transporte terrestre y aéreo se suspendió y las campañas de desinfecciones se volvieron comunes en las ciudades, poblaciones y entornos laborales.
También se instituyó la norma de lavado de manos, uso de tapabocas, caretas y otros medios de bioseguridad. Todo para prevenir la incidencia del virus.
La Opinión indagó con las autoridades municipales, religiosas, económicas, culturales, de la salud y artísticas sobre cómo consideran que quedaría el mundo después de que termine o encuentren la cura contra la COVID-19.
Los puntos de vistas son diversos y todos coinciden en que como producto de la enfermedad, el mundo empezó a experimentar cambios, no solo en el manejo político o económico, sino social y de comportamiento humano.
Algunos opinan que después de que pase la pandemia la gente continuará con las normas de autocuidado y otros con desconfianza hacia las demás personas.
Quedará como norma de buen comportamiento el lavado frecuente de manos, el utilizar tapabocas, gafas y en algunas regiones los pobladores evitarán al máximo los contactos, besos en las mejillas, abrazos y hasta las aglomeraciones de público.
Como experiencia positiva seguirá prevaleciendo el uso de las tecnologías de las comunicaciones que fueron claves para la realización del teletrabajo y envío de informaciones de todo tipo.
Hasta compras que se hicieron efectivas con transacciones en líneas y concretadas con el servicio de domiciliarios.
Los dirigentes, educadores, religiosos y personajes influyentes del municipio de Pamplona, opinaron lo siguiente: