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Por los barrios
Cine negro en Atalaya
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Jennifer Rincón
Miércoles, 7 de Septiembre de 2011

Un lugar lúgubre y solitario, lleno de malos olores y colillas de cigarrillo, donde jóvenes se pierden entre alucinaciones producto del consumo de drogas y alcohol, y otros lo utilizan de guarida para cometer fechorías.

Esta escena no hace parte de ninguna película. Para verla no es necesario pagar boletas ni hacer filas, se presencia a diario en el teatro de Atalaya, envuelto en el abandono y la indiferencia de la administración municipal.

El vandalismo y los amigos de lo ajeno han aprovechado el estado de descuido en que se encuentra este espacio que fue inaugurado hace 31 años, para llevarse los últimos elementos que le quedaban a este antiguo teatro.

El cielo raso fue arrancado por completo, al igual que la silletería y las baterías sanitarias. Ni siquiera los cables de energía se han logrado salvar de estos delincuentes, que desvalijaron por completo este espacio.

Otro atenuante a este esta situación es la falta de sentido de pertenencia de la comunidad con el teatro, manifiesta Jesús Gallardo, director de la Corporación Sophia Gallardo.

“Los estudiantes de los colegios vecinos acabaron con los vidrios de los ventanales a punta de piedra, lo más triste es ver que la comunidad se da cuenta de estos actos y no denuncia”.

La Corporación Sophia Gallardo de la mano de corporación de recreación y teatro Semillas de Pandora se le presentaron a la administración municipal una propuesta de comodato, comodato para establecer el Centro Cultural y de Comunicaciones Juan Atalaya, en las instalaciones del antiguo teatro.

A través de este centro cultural se pretende recuperar este escenario para que las organizaciones de danza y teatro muestren su trabajo.

En 2009 se logró obtener las llaves de este lugar formalmente. Solo se han organizado jornadas de limpieza en este espacio, gracias al apoyo de jóvenes pertenecientes a estas corporaciones y el padre Esteban Osorio, presbítero de la parroquia San Pio X, quien tiene gran interés en la recuperación de este proyecto, pues la cercanía del templo con este lugar le ha afectado.

Los jóvenes delincuentes han encontrado la manera de meterse al templo desde el teatro.

El argumento de la administración municipal hasta el momento para no darle luz verde al comodato pedido por las corporaciones Sophia Gallardo y Semillas de Pandora es que este escenario va a servir de centro de prensa para los juegos nacionales del próximo año,

“A mi modo de ver es falta de compromiso y de interés por parte de la administración municipal para con este proyecto”, manifestó Gallardo.

No solo estas corporaciones se preocupan por la suerte de este espacio cultural y recreativo inaugurado en la alcaldía de Carlos Rangel, los antiguos visitadores del teatro también lo hacen.

Aquellas noches de diversión y esparcimiento hoy solo son un dulce recuerdo, para aquellos que disfrutaron de la enorme pantalla que reflejaba entretenimiento a bajos precios.

Películas mexicanas y clásicos de Cantinflas eran los preferidos por el público, quienes en familia, en compañía de amigos o con la novia disfrutan de una buena película en el barrio Cúcuta 75.

“Las filas eran interminables durante las primeras funciones, durante algún tiempo el cine fue uno pasatiempos preferidos en este sector”, recordó Luis Alfonso Torres, que acostumbraba a venir a este teatro.

Mientras que otros como Lisandro Villanueva, afirman que la tradición de asistir al teatro desapareció con la llegada de la televisión, en su concepto ‘la cajita mágica’ desplazó a los proyectores y a los grandes telones.

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