De una nueva función se perderá el teatro de Atalaya esta semana. El telón que cayó definitivamente hace varios años, no podrá albergar a los cinco colegios de la ciudadela, participantes en el primer Festival Intercolegiado de Teatro de Cúcuta.
Los estudiantes de los colegios: Integrado Juan Atalaya, Camilo Daza, Juan Pablo I, Buenos Aires, Minuto de Dios Policarpa Salavarrieta, y el instituto Técnico Carlos Ramírez París, expondrán sus obras en el Teatro Municipal junto a las demás instituciones participantes.
Pese a que la abandonada estructura se construyó hace 32 años con el fin de crear un espacio cultural y recreativo para los habitantes de las comunas 7 y 8, hoy el panorama es distinto.
Los jóvenes y niños que son cultores del teatro, la danza, o cualquier otra expresión artística, no cuentan con un lugar para ensayar.
El olvidado escenario no solo ha sido atacado por el paso del tiempo, los amigos de lo ajeno, también han hecho de las suyas.
La silletería que albergó a los espectadores de Atalaya, durante las proyecciones de películas de ‘Cantinflas’, las más recordadas por los vecinos, hoy solo está en el recuerdo de los más veteranos. Ni siquiera el cielo raso se salvó de los ladrones.
Una enorme sala vacía, sin energía eléctrica, les da la bienvenida a los visitantes. Como si fuera poco, las paredes están inundadas de propaganda electoral, a pocas semanas de cumplirse el primer año de las elecciones regionales de octubre.
Aunque diferentes organizaciones y corporaciones artísticas han tratado de obtenerlo en comodato para recuperarlo y rescatarlo, no se ha podido materializar el procedimiento.
Desde 2009, la corporación Sophía Gallardo trató de rescatar la estructura localizada en el barrio Cúcuta 75, pero no pudo llevar a feliz término el plan con el gobierno municipal.
El año pasado, la última traba que le pusieron a esta corporación fue que el escenario iba a ser utilizado de centro de prensa para los Juegos Nacionales que se llevarán a cabo el próximo mes.
La recuperación podría llegar
En febrero de este año, los comunales le pusieron el ojo a este proyecto y gestionaron un acuerdo de comodato con el alcalde Donamaris Ramírez para darle brillo de nuevo al teatro.
Según Walter Cardona, presidente de Asojuntas, el documento de manejo que reposa en el despacho del gobernante local para la revisión y aprobación, es producto de una iniciativa mancomunada entre los presidentes de la ciudadela.
Varias jornadas de limpieza fueron necesarias para eliminar la basura del lugar. El padre Esteban Osorio, párroco de la iglesia San Pio X, contigua al teatro, ha trabajado en conjunto con los comunales para su recuperación.
Colillas de cigarrillos, entre otros residuos, eran fiel muestra de los esporádicos visitantes que entran a ‘funciones privadas’ sin ningún permiso.
Por esta razón, y con el fin de espantar a los vándalos de la construcción, los comunales y el sacerdote decidieron cederle un espacio a una madre de familia para que instalara provisionalmente su floristería con el compromiso de cuidar y asear la edificación.
En busca de escenarios
Mientras que los estudiantes deben utilizar la biblioteca, la sala de audiovisuales o el patio de las instituciones educativas para poder ensayar los montajes, el Teatro de Atalaya sigue a la espera de ser intervenido.
En concepto de Andrés Casadiego, estudiante de 11 grado, los espacios para estas expresiones artísticas son muy escasos en la ciudadela, por lo que los jóvenes deben buscar otros lugares para poder desarrollar sus talentos.
“Se trataría de la recuperación de un gran escenario para esta clase de labores artísticas con mayor continuidad”, señaló uno de los jóvenes actores que por primera vez se presentará en un teatro.
Los profesores encargados de dirigir a los muchachos en estos procesos culturales, destacaron que el talento teatral abunda en Atalaya, pues los jóvenes ven en el arte la mejor forma de canalizar sus problemas y mostrar que tienen mucho por dar.