Las condiciones de salubridad en las que se preparan y venden alimentos en Cúcuta dejan una pésima percepción del deber de las autoridades de salud para proteger la vida de sus ciudadanos.
Ni en la Universidad Francisco de Paula Santander (foto1), el Parque Nacional (foto2), el sector de La Merced, entre avenidas 4 y 5 (foto3), o en la avenida 10 con calle 8 parecen haber estado la secretaría municipal de Salud, u otra entidad, aún cuando se debe cumplir la Resolución 604 de 1993, que reglamenta las condiciones sanitarias de las ventas de alimentos en la vía pública.
Según la norma, el manipulador de alimentos no debe usar anillos, pulseras, aretes, relojes, u otros adornos; sus alimentos deben protegerse con vitrinas, campanas plásticas, o mallas metálicas, y además deben tener un carné de manipulador para el funcionamiento que sus expendios.
Además, son las autoridades del municipio las encargadas de reglamentar los puestos de venta callejera, en aras de la preservación del espacio público, pero esto aún dista mucho tanto de las obligaciones como de la realidad local.