La voz de *Alberto, un menor de 12 años, refleja inocencia, pero a la vez trae consigo la realidad que viven los habitantes de Norte de Santander rodeados de territorios que históricamente han estado bajo el conflicto armado. En un tono suave y temeroso, el menor narró los momentos en que, junto con su familia, halló una mina antipersonal, en la vereda La Reforma de Sardinata.
“Estábamos con el ganado y vimos unas bolsas, entonces escarbamos y ahí encontramos la mina. Como estaba un poquito destapada, pusieron dos piedras, una tablita encima y con una cabuya amarraron una piedra (...) la soltaron y la explotaron”, dijo el menor, recordando el proceso improvisado que adelantó su familia.
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El lugar donde fue destruida la mina es frecuentado por los pobladores, especialmente por los niños, para llegar a la escuela, por lo que se evidencia el riesgo al que constantemente están expuestos.
Dar un paso sin verificar, en medio de la zona boscosa que rodea a este apartado lugar, es dejar latente el peligro de caer en una trampa mortal de los grupos armados ilegales que hacen presencia en esta zona del departamento.
El Ejército ha destruido, de manera controlada, las minas antipersonales en los pasos veredales, alrededor de la escuela y la cancha.
El rastro de Los Pelusos
Sardinata se había convertido en un fortín para Los Pelusos, un reducto del Epl, que se financia principalmente del narcotráfico.
Sin embargo, con la incursión del Ejército de Liberación Nacional (Eln) se desataron fuertes disputas a sangre y fuego por el control de la zona, por lo que una de las prácticas de Los Pelusos fue instalar minas antipersonal en diferentes pasos veredales, alrededor de las escuelas y hasta en las canchas que estaban al servicio de la comunidad para impedir el paso de los elenos.
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Durante los últimos tres años, los habitantes de las veredas La Reforma y Paramillo de Sardinata estuvieron azotados por las minas que causaron diferentes hechos de sangre.
Al menos 52 niños que acuden a las dos sedes de la escuela La Reforma permanecían a diario en riesgo. “Los niños no podían jugar tranquilos con un balón, porque si se les iba lejos de donde estaban, ir a recogerlo era casi una misión suicida”, explicó el profesor Ángel Fernández.
Las nacientes de agua, los caminos veredales, las casas, las escuelas y la única cancha de La Reforma estuvieron rodeadas de minas antipersonal.
En medio de rigurosas pesquisas, la comunidad, junto con el Ejército hallaron una mina instalada en las improvisadas bancas donde la comunidad se sentaba a observar los partidos de fútbol. “Afortunadamente se encontró la mina y se destruyó, porque de lo contrario habría podido ocasionar una tragedia”, explicó un habitante.
Vuelta a la calma, después del procedimiento, se jugó un partido de fútbol entre los uniformados y miembros de la comunidad.
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El profesor Ángel Fernández, quien lideró un proyecto de transformación en La Reforma, junto con Alejandro Betancourt, otro docente del Centro educativo Rural San Gil de Sardinata, explicó que se ha buscado reconstruir el tejido social en beneficio de la comunidad, que es la principal afectada en el conflicto.
El docente dijo que se adelantó un proceso de alerta y ubicación de las minas a través de la aplicación de un sistema satelital que permite rastrear dichos artefactos a través de ondas, en los lugares más vulnerables, para limpiar de minas antipersonal a esta vereda.
Los Pelusos instalaron minas antipersonal alrededor de las escuelas y hasta en las canchas de fútbol que estaban al servicio de la comunidad
El apoyo militar
En esta labor ha sido fundamental el apoyo de tropas de la Trigésima Brigada del Ejército, del Batallón de Artillería número 30, que con expertos del Grupo de Explosivos y Demoliciones (EXDE), han destruido al menos 32 minas, en el último mes. Los militares han podido ubicarlas con el apoyo de la comunidad, que les indica el lugar específico.
El coronel Jonathan Alarcón Suárez, comandante del Batallón de Artillería número 30, aseguró que las labores de desminado se cumplieron para garantizar la protección y la tranquilidad de esta población. Insistió en que, en una labor en conjunto con los líderes sociales y con la comunidad, se encontraron los artefactos explosivos instalados por los grupos ilegales, para destruirlos de manera controlada.
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“Al menos 350 habitantes de esta zona quedaron inhabilitados para generar comercio, además de los corredores de movilidad que estaban cerrados”, recordó el coronel.
El oficial insistió en que continuarán intensificando las labores de detección y destrucción para entregar estos espacios libres de artefactos explosivos a la comunidad.
El profesor Ángel Fernández aseguró que las labores de destrucción de minas, que se han extendido durante el último mes, han permitido recuperar espacios a los que anteriormente los habitantes de estas veredas no podían llegar.
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