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El fin del secuestro debe ser una obligación para seguir en la mesa de negociación: Otty Patiño
En entrevista con La Opinión, el jefe negociador del Gobierno en el proceso de paz con el Eln entregó un balance de las negociaciones.
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Lucy Araque
Lucy Araque
Categoría nota
Viernes, 24 de Noviembre de 2023

Esta semana, el proceso de paz entre el gobierno del presidente Gustavo Petro y la guerrilla del Eln cumplió su primer año, con más dudas que certezas frente a los avances conseguidos hasta el momento en la mesa de negociación y la sombra de una ‘Paz total’ que no termina de convencer a los colombianos.

Además del cese al fuego bilateral decretado en agosto pasado, en regiones como Norte de Santander se siguen reclamando acciones urgentes como el desescalamiento de las hostilidades contra la población civil, especialmente el secuestro y la extorsión, que no dan tregua en la región. Este asunto, sin embargo, sigue siendo un inamovible para el Eln, mientras que la delegación del Gobierno insiste en que debe ser un tema obligado en el quinto ciclo de conversaciones que está por conversar.

Minutos antes de ser designado como nuevo alto comisionado para la Paz por parte del presidente Gustavo Petro, Otty Patiño, jefe de la delegación del Gobierno en la mesa de diálogos con esta guerrilla, habló con La Opinión sobre el primer año de la negociación y los impactos de esas conversaciones para un departamento fronterizo como este.


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¿Cuál es el balance general de este primer año de negociaciones con el Eln?

Es un momento difícil porque estamos saliendo del terreno de lo general y nos estamos metiendo en el de lo concreto, que tiene que ver mucho con los territorios, con la realidad, donde se hace o no se hace la paz. Estamos justamente en ese momento en que la paz empieza a materializarse y hace ese tránsito de la formulación, los protocolos, los acuerdos, a exigir que todo eso tome forma material en los territorios, que es donde la gente habita. Si la paz no se materializa en los territorios, por supuesto que no tiene credibilidad.

Además del cese al fuego, ¿ha habido otros avances que les permitan a los colombianos tener esperanzas en este proceso de paz?

Aquí la gente piensa más como Santo Tomás: “Hasta no ver… no creer”. Sin embargo, sabemos que hay un avance considerable y alguna gente que conoce cómo han sido estos procesos sabe que este año hemos avanzado mucho más que en otras negociaciones. En este momento estamos en un punto de inflexión donde no bastan los acuerdos generales, sino que tenemos que meternos en lo concreto, sobre todo porque este acuerdo se hizo bajo el entendido de que cada acuerdo que se va haciendo, se va implementando en los territorios.

¿Qué aspectos positivos se pueden destacar de este proceso para una región como Norte de Santander, en donde el Eln tiene una fuerte influencia?

Primero, tenemos una agenda muy bien construida, que fue la que se hizo en México. Hay unos puntos que están siendo abordados e implementados, que son los tres primeros, condensados en uno solo: la participación, transformaciones para la paz y democracia para la paz. Ahí vemos que lo fundamental es la participación de la gente en los territorios, para que eso desemboque en transformaciones que beneficien a la gente y en las cuales haya una concurrencia y compromisos del Eln en sus territorios.

En el cuarto ciclo logramos también el acuerdo de cese al fuego, que es muy importante, entendiendo que en un conflicto el uso de las armas afecta en buena parte los derechos y libertades de las personas. Se ha creado un mecanismo de monitoreo y un ejercicio de veeduría social, a partir del cual es fundamental que la gente se pronuncie.

Además, es muy importante el espacio que se ha abierto en lo que nosotros hemos llamado zonas críticas, que son aquellas donde las disputas territoriales entre los distintos actores ilegales y también la acción u omisión de las Fuerzas Armadas crea una situación inestable para la comunidad y la gente piensa que es necesario hacer transformaciones concretas.


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¿Cómo se ha dado la participación de la sociedad civil en estos diálogos, en el departamento?

El proceso empezó ahora a nivel regional. En su primera fase, este proceso cubrió todo el mes de octubre, dado que no queríamos interferir por las elecciones. Se vienen una serie de eventos en los territorios y Norte de Santander tiene que ser una región prioritaria.

Uno de los asuntos que más preocupa hoy en Norte de Santander es el aumento de la extorsión y el secuestro, ¿qué tipo de exigencia se ha hecho desde el Gobierno para que este sea un punto obligado en esta instancia del proceso de paz?

Ellos plantean que el secuestro es una fuente de financiación y que sin esa financiación no es posible suspender el secuestro. Nosotros hemos dicho que no podemos pagar sin que ellos tengan antes un compromiso con el fin del conflicto, porque no vamos a sostener a un Eln en pie de guerra, porque eso no es garantía de que una vez suspendido el cese al fuego, ellos no sigan con este tipo de acciones. Entonces, tenemos que ligar el tema de la financiación con el fin del conflicto y no con el no secuestro. Esto debe ser una obligación de ellos para seguir o permanecer sentados en la mesa de negociación. Ponerle fin al secuestro como una manera de avanzar en la paz es absolutamente necesario.

Pero, ¿ha habido alguna señal por parte de la guerrilla de querer poner fin a esa práctica?

Creo que lo están pensando, lo están debatiendo. De todas maneras, mediante la mediación de Naciones Unidas, la Conferencia Episcopal y de los países acompañantes y garantes hay una posición firme frente a ese tema y unánime de que se les plantee que esto no es una exigencia del Gobierno solamente, sino también de la opinión pública y de la ciudadanía, para que ellos entiendan que el secuestro los perjudica, genera un profundo odio y desconfianza hacia ellos como actores políticos.

Entonces, ¿sí o sí va a ser un punto obligado en este nuevo ciclo el tema del secuestro, así el Eln quiera seguir aplazando la discusión?

Creemos que lo más sano es que se tenga una reunión previa para que el ciclo no esté afectado por este tema. Este ha sido el planteamiento hasta ahora y estamos esperando la respuesta de ellos.

En el Catatumbo las comunidades han pedido a gritos durante años obras de infraestructura para superar el atraso de décadas, sin embargo, paradójicamente, muchos de estos proyectos han quedado paralizados por las extorsiones de esta guerrilla, ¿no es esto un contrasentido con lo que ellos defienden en la mesa?

El Eln dice que a ellos no les interesa tener puestos en el Congreso, que lo que quieren es participar en las transformaciones territoriales, como activistas, líderes o ayudando a que las comunidades puedan desarrollar su autonomía. Entonces, el Gobierno lo que está haciendo es plantear la transformación de esos territorios y si la violencia se convierte en un reclamo de las comunidades, creo que se puede configurar en algunas partes una zona crítica, en la que el Estado vaya con toda a hacer las transformaciones necesarias y sobre eso se les diga a los actores: o ayudan o estorban.

Desde el 3 de agosto está en marcha el cese al fuego, pero las comunidades insisten en que debe haber también un cese de hostilidades, ¿qué avances hay al respecto?

Vimos unos gráficos en los que realmente mucho menos del 10% de los incidentes que han ocurrido en este periodo que viene del 3 de agosto a la fecha, fundamentalmente se tratan de incidentes que afectan las libertades y los derechos de las personas y comunidades. Esa realidad obliga a que el cese al fuego, cuyo elemento fundamental es proteger los derechos y libertades de las personas, se asuma como tal. Entonces, hay una discusión ahí pendiente que tiene que ver con eso, empezando con el tema mismo del secuestro. Después se tienen que poner sobre la mesa otros derechos.


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¿Pero cuál ha sido la posición de la delegación del Gobierno sobre esto, porque ahí es donde se está generando la desconfianza en el proceso?

El cese al fuego es un nombre genérico, pero este tiene que abarcar fundamentalmente esas hostilidades contra la población civil.

¿Qué representa para el Gobierno la presencia del Eln en Venezuela y la posibilidad de que esa guerrilla aproveche el territorio fronterizo para seguir delinquiendo, sin que se afecte el proceso de paz que avanza en Colombia?

Desde luego que este es un tema que va mucho más allá de la mesa de diálogo, pero de alguna manera tendrá que ser tocado allí. Ya tuvimos una reunión con el gobernador electo de Arauca y queremos hacerlo con el de Norte de Santander y con los mandatarios de los municipios afectados por el conflicto. Es un gran tema y no lo ignoramos.

¿Qué cree que le ha hecho falta a este proceso para que genere una mayor confianza?

Nos falta hacer más pedagogía para que la gente entienda que este proceso no es del Eln, del Gobierno, sino que el principal beneficiario es la gente común y corriente. Es decir, que se apropien de este proceso. Lo importante también es que los gobiernos que están recién elegidos en los territorios participen.

¿Y qué viene para este segundo año de negociaciones?

Este año el proceso ya tiene que tener el sabor de lo material, de lo creíble; que la gente sienta que empezó a construirse paz y lo estamos sintiendo en carne propia. Ya no va a haber mesas en el exterior, sino que van a darse en Colombia. El nuevo ciclo será el último fuera del país.

¿Norte de Santander podría ser la sede de uno de esos ciclos?

Ojalá. Sería una muy buena idea que los ciclos próximos se hagan en los departamentos como Norte de Santander.


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