Camilo Daza es un barrio de la Comuna 7 de Cúcuta en el que las personas viven felices y orgullosas de estar en una de las zonas más humildes de la ciudad. Ellos no tienen problema en compartir un plato de comida con quienes tienen hambre. Su generosidad no conoce límites.
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Ir hasta Camilo Daza es un choque de emociones en el que algunas personas aprenden dos lecciones para sus vidas: el desapego a lo material y valorar las pequeñas acciones. En ese sector la pobreza se nota en muchas calles, que parecen unas trochas y casas de tablas con techos de zinc.
La comunidad llegó a esa zona hace unos 40 años, compraron unos terrenos alrededor de la malla del Aeropuerto Internacional Camilo Daza. La necesidad de tener una vivienda obligó a las familias a quedarse allí como un asentamiento humano, pese a la falta de agua potable, electricidad y alcantarillado.
El 19 de junio de 2019, la Alcaldía de Cúcuta de aquel entonces les otorgó el estatus de barrio, pues desde 1990 inició el proceso para dejar de ser un asentamiento. A la zona llegaron obras de pavimentación para algunas vías, instalación de alumbrado público y el nacimiento de una Junta de Acción Comunal.
Para la gente fue uno de los mejores momentos, porque las entidades encargadas por fin se acordarían de esa apartada zona de Cúcuta, para llegar hasta allá toca atravesar gran parte de la ciudadela de Juan Atalaya o arribar por el Anillo Vial Occidental.
Su salón comunal
Para los primeros pobladores, las cuatro décadas de historia de Camilo Daza han tenido momentos especiales. Uno de ellos es la construcción del salón comunal y una cancha de cemento con parque biosaludable, ubicados en la calle 43 con avenida 8.
Antes, los niños jugaban en una cancha de tierra, pero en 2020 obtuvieron el salón comunal y un espacio deportivo decente.
“Hace dos años nos entregaron el salón comunal y la cancha, desde ese momento los muchachos han tenido partidos, torneos interbarrios, ha sido una obra que ha distraído a los pelados de la violencia”, dijo Elkin Rojas, vecino.
La pavimentación
Muchas vías de Camilo Daza siguen siendo trochas. Hace unos años pavimentaron la avenida 8, la vía principal, debido al paso de busetas que vienen desde diferentes zonas de Cúcuta y su área metropolitana.
Las personas han pedido a la Alcaldía de Cúcuta que mediante proyectos comunidad-gobierno se gestione el arreglo de las vías, pues llevan casi medio siglo sin saber que es una pavimentación, siendo muestra del abandono por parte de las autoridades encargadas.
Lo lejano que está el barrio de otras partes céntricas de Cúcuta, ha provocado que algunos establecimientos comerciales no prosperen, allá no se consigue un almacén de ropa, calzado o electrodomésticos.
Las personas han montado pequeñas tiendas o talleres de mecánica, carpintería y costura en los porches y salas de sus viviendas. La gente sabe que con las ganancias podrán pagar los recibos y mantener a sus familias.
Sin embargo, ellos no se rinden; son personas que sienten que poco a poco habrá mayores oportunidades, pues a comparación con hace unas décadas, que les tocaba ir a una tienda a otro barrio, ahora hay varios de estos negocios en el barrio.
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“Es un ejemplo que vamos como el elefante, lentos, pero seguros. Nosotros hace décadas teníamos que ir hasta Toledo Plata o Buenos Aires (Atalaya) para comprar un mercado, ahora hay negocios acá. En unos años habrá almacenes”, dijo un vecino.
Los míticos scalabrinianos
Respeto y admiración es lo que siente la gente de Camilo Daza y otros sectores por los scalabrinianos, que son una congregación de misioneros católicos que han apoyado a la comunidad desde hace unos 25 años, aproximadamente.
Esta comunidad religiosa llegó hasta el barrio con los deseos de aportarles a los habitantes de esta zona, una guía espiritual y mano amiga. Hace 22 años construyeron la Institución Educativa Camilo Daza, en la calle 43 con avenida 9, además del templo La Dolorosa.
Actualmente esa institución tiene siete sedes en diferentes barrios de esa zona de la ciudad, siendo un apoyo de la comunidad que anteriormente debía mandar a sus hijos a colegios en otros barrios.
La Dolorosa tiene cerca de 15 años, en la calle 48 con avenida 8. Allí atienden tanto a la comunidad como a migrantes y retornados. “Ellos en pandemia nos ayudaron con mercados. Antes con actividades lúdicas y apoyo a la comunidad, acá estamos supremamente agradecidos con ellos”, comentó Yeison Pérez, líder comunal.
No hay persona en Camilo Daza que no haya recibido un apoyo de parte de los misioneros, que han extendido su mensaje de preocupación por el barrio a otras entidades, que también han arribado a la Comuna 7 para apoyarlos con actividades y proyectos sociales, entre otros.
¿Les invadieron un parque?
Antes de la construcción de un parque, hace unos cinco años, en la calle 48 con avenida 8, allí funcionaba un paradero de busetas, que planillaban y seguían su ruta por diferentes partes de Cúcuta y el área metropolitana.
No había ningún problema con los buseteros en ese entonces, pues antes solo era un tierrero al que a los conductores se les hizo fácil parquear sus automotores.
Luego de construido el parque, los choferes siguen parqueándose ahí, estorbando a los niños que van a jugar y que no pueden, por el peligro que los atropellen y el bullicio. Pérez indicó que lo mejor sería que los buseteros pusieran el paradero en el sector de Scalabrini, hasta donde no llegan las rutas.
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