Nacida en San Cristobal, Venezuela, Yolimar Portillo migró hacia Colombia en 2015 tras la crisis política y socioeconómica que vivía su país, la cual no le permitía visualizarse a futuro dentro de la tierra que la vio nacer.
Le puede interesar: Cuatro tachirenses entre los 38 venezolanos desaparecidos en isla San Andrés
Actualmente, reside en Cúcuta junto con su familia, la cual se siente muy bendecida de tener junto a ella en el país que le abrió las puertas y le permitió ser representante legal de su propia organización sin ánimos de lucro, la cual brinda ayuda a personas que a igual que ella debieron de salir de su país en busca de mejores oportunidades.
Banderas Unidas es una hija del esfuerzo que Yolimar junto con sus compañeras. Con su organización le ha puesto al seguimiento de su carrera, para poder seguir contribuyendo a la restitución y defensa de los derechos humanos tanto a personas migrantes, como población de acogida, retornada, víctima de Violencias Basadas en Género (VBG) o conflicto armado, racismo y xenofobia.
Con su título de conciliación para la equidad, nombrada por el Ministerio de Justicia, busca replicar su conocimiento para acompañar y visibilizar las diferentes rutas existentes, a las personas que presentan necesidades y logren tener acceso a todos sus derechos, independientemente de su color de piel o estatus migratorio.
Lea también: “Miradas Afro-Migrantes: Narrando desde Adentro”, la exposición que retrata la inclusión
Una de sus banderas más importantes, es la visibilización del concepto “afromigrante”, pues ella, como parte de esa comunidad, manifiesta la importancia de que más personas se familiaricen con el término y entiendan las violencias que viven estas personas de manera diferencial teniendo en cuenta tanto su identidad como afrodescendiente, simultáneamente a sus procesos de movilidad humana, en especial cuando se trata de mujeres, lo que coloca a la persona en un grado más alto de vulnerabilidad.
“Es un orgullo para mí tener este hermoso color, este legado, y es importante que nuestros hijos sepan lo bonito de esta identidad y conozcan sus raíces, porque ser afro y migrante a la vez, nos hace visibilizar la diversidad, llevarla a diferentes partes del mundo y no hay que olvidarlo, hay que salvaguardar nuestra tradición” señaló la mujer en entrevista con el Diario La Opinión.
Aunque ella no realiza los procesos de acompañamiento como tal dentro de su organización, sí cuenta con una red aliada que le permite tener acceso a las herramientas tanto de capacitación para seguir formándose, como el apoyo necesario para poder dirigir a las personas hacia la ruta necesaria para mejorar su situación.
Además, comenta que ser migrante no es fácil, pero que como en su caso, es una muestra de resiliencia que la ayuda a pararse todos los días y que además inspira a más personas a no solo velar por su bienestar, sino por muchas más personas para hacer de este mundo un poco más amable y menos discriminatorio.
Con respecto a lo último, desde su labor ha librado dirigir dinámicas, talleres y actividades de incidencia que fomentan la tolerancia desde el respeto por la diferencia, entendiendo que esta nos hace ricos y diversos, debido a que puede tomarse como “una oportunidad para fortalecer las dinámicas de una región que siempre ha tenido la migración y las actividades propias de un territorio transfronterizo, presentes en su día a día que hacen de este un espacio único”, que debe seguir siendo el epicentro de ayuda humanitaria, tal como lo explicó la lideresa.
Ser representante legal de una ONG sin ánimo de lucro, la cual ha dedicado parte de su trabajo a la caracterización y apoyo a poblaciones en condición de vulnerabilidad, ha significado un gran reto que trae consigo responsabilidades, pero también grandes triunfos que se logran brindando de forma desinteresada el mejor servicio a las personas que pasan por la fundación que lleva alrededor de cinco años velando por los derechos de las personas de la zona.
Su historia, al igual que la de muchas personas que tras las adversidades lograron un caso de éxito con respecto a la integración de población migrante en Colombia, específicamente en Cúcuta, son el reflejo que se pueden lograr grandes cosas, desde la empatía y sobre todo la no discriminación, dado que como menciona Yolimar, “es una limitante para construir y solo destruye”, lo cual no permite el progreso y desarrollo como sociedad multicultural y diversa.
Le puede interesar: Festival Sueños de la Frontera, una apuesta por la integración
De esa forma, con la sonrisa que la caracteriza, menciona que siempre se levanta agradecida con Dios, por ayudarla y darle la fortaleza para ayudar, lo cual se ha convertido en un propósito para su vida que espera seguir cultivando.
Afromigrante y mujer
Desde su labor, Portillo ha podido observar los vestigios de lo que causa migrar no solo como una persona afro, sino también una mujer que siempre ha demostrado la fuerza y valentía para salir adelante junto con su familia.
Para ella, Dios es una parte fundamental de su vida, y en gran parte, su creencia ha sido la que la ha ayudado no solo a sobrellevar los obstáculos que han aparecido en su vida personal, sino también a ayudar a otras personas con los suyos y lidiar con la carga emocional que eso representa para ella como una receptora de casos que se presentan en su organización.
Estas situaciones, junto con toda su capacitación, la ha ayudado a entender de forma integral las dificultades que viven las mujeres, en especial aquellas que teniendo ascendencia africana, migra y/o se encuentran en condición de empobrecimiento debido a la falta de oportunidades por su contexto.
Por ello, varios de sus talleres se dirigen a contribuir en la creación de un mejor mundo para las mujeres, uno en el que las brechas de desigualdad sean casi imperceptibles e incluso fomenta las habilidades para la vida con el fin de que con ayuda de la cooperación internacional y demás organizaciones, estas mujeres tengan herramientas para emprender o generar ingresos sin necesidad de exponerse o hallarse en entornos perjudiciales.
Lea aquí: Arte-Terapia para sanar a las niñas y jóvenes en Cúcuta
Banderas Unidas ha logrado un reconocimiento a nivel territorial gracias al apoyo que han brindado a personas migrantes, colombianas, retornadas, afros, mujeres víctimas de VBG y madres cabeza de hogar, que buscan en esta ONG una mano amiga que Portillo entiende muy bien como brindar.
Hasta el momento han logrado impactar al rededor de 300 mujeres y esperas seguir trazando un camino amplio dentro de la región bajo la dirección de una de las afromigrantes que resalta no solo por su carisma, sino también por su empeño y dedicación dentro del trabajo comunitario.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion