A continuación, los textos que leerá fueron escritos por los estudiantes de las instituciones educativas Julio Pérez Ferrero, San Francisco de Sales y el Colegio Luis Carlos Galán Sarmiento, sobre su visión de ciudad frente a la educación, la migración y la seguridad.
Por una educación gratuita y de calidad
Escrito por: Jesús David Díaz Niño, estudiante de cuarto grado de la Institución Educativa Julio Pérez Ferrero (Sede San Miguel).
En Colombia, el Código de Infancia y Adolescencia en su Artículo 28 señala que, “los niños, las niñas y los adolescentes tienen derecho a una educación de calidad”.
El artículo 67 de la Constitución Política de Colombia de 1991 me dice que, “la educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social; con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura. La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección del ambiente, por lo tanto, le corresponde al Estado regular y ejercer la suprema inspección y vigilancia de la educación con el fin de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor formación moral, intelectual y física de los educandos".
Entonces, todos los niños tenemos derecho a recibir una educación de calidad y gratuita en establecimientos públicos.
Quiero que todos tengamos mentores para que nos apoyen en temas académicos y así los niños y jóvenes no abandonemos nuestros estudios.
Que todos tengamos desayuno sin importar el grado de escolaridad. Que se construyan en cada escuela y colegio de Cúcuta comedores con los cupos suficientes para que a todos se nos asegure el almuerzo.
Queremos tener aulas de clases cómodas, con ventilación y con mejor iluminación.
También queremos buenos baños con abastecimiento de agua permanente.
Que desde preescolar y durante la primaria se nos enseñe una lengua extranjera y nos preparen mejor en las áreas de tecnología y deportes.
Y para que todo lo anterior se haga realidad necesitamos compromiso, honestidad y responsabilidad de parte de nosotros mismos, de nuestros padres, docentes y de nuestro Gobierno Municipal.
‘‘El mejor medio para hacer buenos a los niños es hacerlos felices ’’: Óscar Wilde
Migración: “No es fácil desprenderte de tus raíces”
Escrito por: Luisianny Sthefania Castillo Kronfel, estudiante de la Institución Educativa Colegio Luis Carlos Galán Sarmiento.
Este tema es un tanto delicado para mí, siendo una venezolana más fuera de mi país y sabiendo que esto no es algo que ocurre desde ayer, sino desde hace muchos años.
Como viviente de este lamentable acontecimiento puedo decirles que no es nada fácil desprenderse de tus raíces, de tu hogar, de tu vida, de tus familiares y amigos más cercanos, de tu zona de confort y comodidad que en cierta medida se tenía, pero, por razones externas y que no manejo las cosas en mi país fueron empeorando cada vez más y más.
Miles de venezolanos han tenido que estudiar la posibilidad de emigrar a otro país en busca de un futuro mejor, como es mi caso.
Principalmente las ganas de salir adelante, luchar y triunfar siempre están presentes, y con esa mentalidad es con la que nos mantenemos, aunque la idea nunca fue hacerlo fuera de nuestro país.
Personalmente, nunca me imaginé pasar por situaciones y momentos tan difíciles, tanto dentro como fuera de mi país debido a tanta inseguridad, incertidumbre y tensión que se vive en todo momento.
A mi parecer, nosotros como cualquier ser humano, no queremos pasar por tantas penurias, ni sentirnos agotados emocional y físicamente por saber que, por más que nos esforzamos, en las condiciones en que está tu país no puedes avanzar ni lograr muchas metas que tenías trazadas para tu futuro y sentir esa desmotivación e impotencia tan grande, que es de los peores pesares sabiendo que la única opción viable que tienes es salir de allí.
Pienso que ante lo expuesto anteriormente y lo que vivimos como migrantes, la misión primordial es unirnos para apoyarnos y juntos transmitir los valores humanos y en especial trabajar para mitigar situaciones como discriminación, xenofobia, etc.
Esto con la finalidad de proyectarnos en un futuro cercano, estrechar nuestras manos y comenzar a estimular la colectividad para entender que todos en algún momento tenemos que tomar decisiones para progresar y mejorar, el trabajo es integrarnos y apoyarnos los unos con los otros.
Es importante abordar este tema y más en estos momentos donde nuestro país y nosotros los venezolanos nos encontramos en una situación vulnerable en la que vivimos expuestos a una total incertidumbre donde no sabemos qué va a suceder con nosotros, tanto en nuestro país como en otras naciones.
Pronto, la alegría volverá
Escrito por: Valery Mayela Morantes Pérez, estudiante de la Institución Educativa San Francisco de Sales.
Cúcuta es una bella ciudad, donde nací y me crie, donde sembré mi semilla, un lugar donde se crean muchas amistades y bonitos momentos llenos de diversión.
Pero las calles oscuras e inseguras hasta para ir a la esquina, la falta de policías y la gran cantidad de habitantes de calle le quitan la alegría al lugar.
Me causa tristeza saber que ya no puedo salir a la calle con mi bolso o sentarme afuera de mi casa con el celular por la gran cantidad de robos. Ya no se siente la felicidad que daba antes.
Quién diría que un sitio lleno de maravillas se convertiría en un lugar oscuro, donde debes pensar dos veces para salir a las calles. Si tienes algo nuevo, no lo puedes lucir por temor a las consecuencias. Ya no se comparte con los vecinos, porque nos vemos obligados a estar encerrados. El miedo nos consume cuando se escucha una moto o ver nuevas personas rondar por el barrio.
Ahora nos invade la desconfianza ante cualquier sonido o persona. Las costumbres familiares han cambiado por lo mismo, ya no se disfruta de las fiestas navideñas porque nuestros padres, con tal y que no nos suceda algo, prefieren que estemos en casa encerrados, aburridos, donde la única forma de tener interacción con nuestros amigos o familiares es a través de una videollamada.
Hablando con mis padres, me cuentan cómo eran los tiempos de antes: se iba a la tienda, se acostumbraba a caminar más, se podía dejar un momento la puerta abierta; los viernes, mis abuelos se sentaban a dialogar con los vecinos, mientras mis padres jugaban felizmente con todos los niños sin excluir a nadie; las personas iban a cualquier lugar con todas sus pertenencias sin miedo a que los robaran.
Las navidades eran otro tema. Solían durar hasta la madrugada decorando toda la cuadra para participar en los concursos, todos sin temor asistían a las misas de Navidad con numerosas personas congregadas para comerse un pastel con chocolate al terminar la eucaristía.
Ahora repito una frase que dice mi abuela: “aquellos tiempos que no volverán”. ¿Será? Bueno, a mi corta edad sí creo y estoy segura de que todo volverá a ser como antes. Pero es trabajo de equipo. Todos debemos ser protagonistas, desde todas las personas que se encargan de la seguridad hasta las familias.
La valerosa Cúcuta
Escrito por: María José Castro Arboleda, estudiante de la Institución Educativa San Francisco de Sales.
Cúcuta es una ciudad que se caracteriza por su gente caritativa, de buen humor y ‘echada para adelante’.
Qué decir de sus espacios paisajísticos, como parques, centros comerciales y el famoso Malecón, que aún en medio de la pandemia, permiten que las personas puedan llevar una “vida normal”. Pero salir a hacer ejercicios y ver niñas de mi edad practicar deportes competitivos como el patinaje es solo el lado bonito de nuestra ciudad.
El lado oscuro es el tema de la seguridad. Todos los días nos encontramos, por cualquier medio de noticias, redes sociales o por las conversaciones de mis padres, el debate del tema de inseguridad.
Las redes están inundadas de videos o fotos un poco fuertes para mi edad, en las que se evidencian comportamientos inadecuados de muchas personas: asesinatos, robos, extorsión, consumo de drogas y todo lo demás que se puede encontrar en boca de la misma gente.
Todos son los ingredientes suficientes para asumir que Cúcuta es una ciudad muy insegura, en la que se debe salir con precauciones, o peor aún, perder el ánimo de salir, o querer salir, pero de la ciudad.
Otro problema que se le suma a la inseguridad, es el tema de las oportunidades para encontrar un buen trabajo que cubra las necesidades básicas e importantes en cada familia cucuteña.
Sin empleos, las personas se ven obligadas a reinventar su forma de llevar el ‘pan de cada día’ a su mesa, pero también encontramos ‘personalidades’ que no traen nada bueno para nuestra ciudad, no necesariamente por ser extranjeros, sino quienes llegan con malas costumbres que solo alimentan la angustiante inseguridad que se vive cada día.
Por esto invito al Gobierno Nacional y local a reflexionar en cuál es la ciudad que voy a tener cuando crezca, y en la cual ejerceré como futura profesional de esta tierra, porque a pesar del temor que me genera la situación de inseguridad, aún tengo la esperanza que Cúcuta es y será la ciudad noble, leal y valerosa que siempre ha sido.