“Estaba viendo un programa de televisión sobre la mamografía, cuando por curiosidad empecé a tocarme y ahí fue cuando detecté que tenía una protuberancia. A los días fui a verificar con un especialista que era, y resultó que era cáncer”.
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Fue así como Andrea Antolínez, dio un vuelco de 180 grados a su vida como propietaria de negocio y abogada, para convertirse en la presidenta de la Fundación Dimensión Rosa, una de las pocas organizaciones que ayudan a las personas que deben convivir con esta enfermedad en Cúcuta.
El grupo, que inició con la unión de cinco mujeres en diferentes etapas del cáncer, en un principio sirvió como un acompañamiento social entre ellas por medio de un grupo de Whatsapp, sin embargo, con el ingreso de otras mujeres al pasar los meses, se crearon iniciativas de talleres, cursos y actividades para ayudaran a socializar entre sí, y evitar sentirse solas en los momentos más complicados del proceso.
“Nosotros damos un acompañamiento integral, damos apoyo jurídico, social, psicológico y lo que llamamos como amoroso, porque es muy normal que, luego de la quimioterapia las mujeres pierdan el cabello, y eso es un paso muy duro para ellas, entonces nosotras tenemos un banco de pelucas, turbantes y pañoletas que en muchos casos son donadas por mujeres que superaron satisfactoriamente la enfermedad”, manifestó Antolínez.
Gran parte de la creación del proyecto Dimensión Rosa, recalca Antolínez, se debió al médico mastólogo Carlos Omar Figueredo, quien fue el que diagnosticó a todas las pacientes fundadoras, y le avisaba a la presidenta cuando una nueva mujer recibía la complicada noticia de tener que lidiar con el cáncer de seno, pero con el tiempo, las mujeres fueron contactándolas por redes sociales.
Gracias al recorrido como abogada, la presidenta en unión con sus integrantes, pudieron consolidar legalmente la fundación en febrero de este año, y cuentan actualmente con 170 mujeres que están atravesando el proceso, o que ya lo superaron.
“El cáncer llegó a mi vida para hacer unos cambios extraordinarios, me sanó internamente y exteriormente porque comencé a cuidar mis comidas, a hacer rutinas de ejercicio, y a conocer personas maravillosas como las chicas que hacen parte de la fundación”, afirmaba la presidenta.
Su fundación, que es sin ánimo de lucro, también espera impactar en la población femenina con la creación de una cultura consciente del autoexamen, pues “un cáncer detectado a tiempo, es muy probable que se pueda curar”.
Por esa razón, de forma activa, Dimensión Rosa acude a centros comerciales y almacenes con dos objetivos, por un lado la comercialización de productos creados por ellas mismas en los talleres de bisutería, cocina y belleza, con el que sustentan los gastos de la fundación y por el otro lado, llevar el mensaje a todas las mujeres de cómo y en qué momento es importante hacerse una revisión propia.
Es importante saber que el autoexamen se recomienda hacerlo a los siete días después de comenzar el periodo menstrual. “Debido al estrés que muchas veces manejamos como mujeres, es aconsejable hacerlo cuando se esté en la ducha, donde está demostrado que se libera el estrés”, afirmó Antolínez.
Comprometidas legalmente
Aun así, recalca que está en desacuerdo con muchos procedimientos de las Entidades Promotoras de Salud (EPS), pues en varias oportunidades han complicado el acceso al tratamiento pertinente de mujeres con este cáncer.
“Pasa mucho con las mujeres migrantes que llegan a la ciudad, al no conocer la estructura de la salud en Colombia, se les complica recibir el tratamiento, pero para esas situaciones es que nosotras entramos a intervenir y por acciones de tutela, logramos que estas entidades respondan”, explica Antolínez.
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Uno de los cambios que esperan modificar con acciones legales, es el acceso a una mamografía, que es un tipo especial de radiografía en los senos, y permite identificar de forma precisa, si existe alguna complicación de salud en esa parte del cuerpo.
Acorde a la ley, las mamografías se pueden hacer solo si las personas son mayores de 50 años, sin embargo, la presidenta afirma que en su fundación hay chicas entre los 20 y 30 años que, a causa de esa norma, no han podido identificar con certeza las protuberancias que se han detectado manualmente.
“Solo se puede hacer una mamografía a los 35 si hay antecedentes familiares, y a los 40 si existe una protuberancia, estas barreras de atención complican mucho tratar a tiempo la enfermedad. Cada segundo cuenta”, concluyó Antolínez.
Sus proyecciones para el próximo año, son acudir a los centros educativos como universidades y colegios para dar información y resolver dudas concernientes a la enfermedad, pues al hacer jornadas de consciencia en los almacenes y centros comerciales, han notado que muchas mujeres no saben qué es el autoexamen y existe un gran tabú al respecto.
Una enfermedad de cuidado
Aunque la enfermedad puede afectar ambos sexos, se hace un llamado del autoexamen más efusivo a las mujeres porque según la estadística, de cada 8 mujeres en el mundo 1 presenta cáncer, sin embargo, de cada 150 mujeres diagnosticadas con cáncer de seno, un hombre presenta el mismo tipo de cáncer.
Además, por la forma fisiológica del cuerpo masculino, es más fácil para ellos encontrar una protuberancia o inflamación de forma visual.
El año pasado en Colombia, según el reporte del Observatorio de Cáncer Global (OCG), 15.509 personas fueron diagnosticadas con este cáncer, de las cuales fallecieron 4.411.
En el mundo, ese mismo año, más de dos millones de personas fueron detectadas, y alrededor de 740.000 perdieron la vida, en la lucha contra la enfermedad.
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