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Balance positivo de la Diócesis de Cúcuta
El obispo Víctor Manuel Ochoa habló del papel de la Iglesia católica en la región. 
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Cicerón Flórez Moya
Cicerón Flórez
Domingo, 7 de Octubre de 2018

Monseñor Victor Manuel Ochoa Cadavid es el obispo de la Diócesis de Cúcuta en función pastoral permanente para la administración de la Iglesia católica en su jurisdicción. Y de esto habla para La Opinión. 

¿Qué acciones realiza en la Diócesis de Cúcuta la Iglesia católica?

La Diócesis de Cúcuta tiene 62 años de vida. Ha ido creciendo a lo largo de los años. Cuenta con 101 parroquias, 3 cuasi-parroquias y 40 capillas, donde a diario se realiza una gran obra evangelizadora en el acompañamiento de las personas y de las situaciones pastorales. Su tarea es anunciar a Jesucristo y ponerlo a Él en el corazón y en la vida de todos los hijos de esta comunidad. La Iglesia católica en Cúcuta, responde a un plan pastoral que viene cumpliendo desde hace 18 años. Cuando empezó, la Iglesia tenía 45 parroquias, hoy como resultado y fruto de ese trabajo tenemos la gracia de contar con las 101 parroquias que hacen parte de esta jurisdicción eclesiástica. Es una Iglesia con acompañamiento a la comunidad. Reúne un grupo de laicos, vinculados a los distintos procesos pastorales, muy vivos y comprometidos. También un clero activo pastoralmente. 

¿Cuáles son los resultados de ese trabajo en beneficio de la comunidad?

Se cuenta con una activa participación de los fieles en las celebraciones litúrgicas donde viven y profesan su fe, la conformación de miles de agentes pastorales que promueven con su entrega ambientes de perdón, reconciliación y paz, la formación de una conciencia cristiana entre los bautizados que los conduce a expresar su fe a través de las obras de caridad. Hay unos resultados muy positivos. He dicho muchas veces: esta es una Iglesia viva que está presente en las distintas situaciones de la ciudad y de la zona rural. La Diócesis de Cúcuta tiene un buen componente de su territorio en la zona rural: Villa Caro, Bucarasica, Sardinata, Lourdes, Carmen de Nazaret, Gramalote, San Cayetano, El Zulia, Santiago, La Victoria son territorios donde hay una presencia de Iglesia muy grande, con una gran incidencia en la comunidad. 

En su jurisdicción son varios los problemas sociales. ¿Les ve solución efectiva?

Tenemos serios problemas:  gran desempleo, falta de inversión en industria, inseguridad, la presencia de la droga en el tráfico y el microtráfico, jóvenes sin perspectivas de futuro, la prostitución que ha ido creciendo en los últimos años, una cultura de la ilegalidad que es propia de la frontera. Sí, yo creo que hay posibilidad de corregir y de solucionar efectivamente esa realidad y estos problemas sociales, empeñándonos en el trabajo de todos. La Diócesis de Cúcuta ha sido a lo largo de estos últimos decenios un gran actor social en la atención de problemas y de la pobreza. Basta resaltar el trabajo que realiza  COSPAS y el Banco Diocesano de Alimentos.

¿Se siente la Iglesia católica competida por otras religiones y como le hace frente a esa situación?

La Iglesia no se siente competida. Realiza su trabajo de evangelización de anunciar a Jesucristo en la vivencia de la liturgia y de los sacramentos y en una presencia sana en todos los temas de promoción humana, en los temas de la caridad y del servicio. Son muchas las instituciones de nuestra Iglesia al servicio de los más necesitados. No pudiéramos hablar de una competencia. Solo ha existido un proselitismo religioso de parte de otras confesiones que con diversas tácticas quieren captar  fieles. Pero nuestra misión es clara: predicar la Palabra de Dios queriendo poner a Jesucristo en el corazón y en la vida de todos los hermanos. 

¿Cómo ve el acuerdo de paz con las Farc y las negociaciones en esa misma perspectiva con otros grupos armados?

La Iglesia ha dicho siempre que quiere ser “artesana de la paz”. Esta frase es del Papa Juan Pablo II en su visita a El Salvador, en 1983. La actitud y el trabajo de la Iglesia son tareas en favor de la reconciliación y de la paz, en favor del establecimiento de una paz verdadera que comporte justicia social y también un trabajo con la persona humana para dignificarla. Creo que históricamente la Iglesia en Colombia ha sido una de las defensoras del hombre. Recordemos que de la Iglesia surgieron los primeros sindicatos de UTC. El  SENA surgió de un proyecto educativo como la Acción Cultural Popular -Radio Sutatenza- y muchas otras instituciones que han estado al servicio de los campesinos, al servicio de la construcción  de la paz. En Norte de Santander son muchas las iniciativas del acompañamiento de la Iglesia a favor de los más necesitados. La perspectiva de los diálogos de paz es siempre importante. 

¿Cuál ha sido la participación de su Diócesis en la crisis fronteriza colombo-venezolana, incluida la migración de venezolanos? 

Desde 2015 la Diócesis de Cúcuta ha tratado de atender situaciones muy complejas en la frontera. Desde el  17 de agosto de ese año, con la deportación masiva de colombianos que fueron casi 32.000, la Iglesia entró a atender, a cuidar y a fortalecer  ese camino de reinserción de los colombianos que volvían. Es un problema que también ha ido creciendo en el tiempo, con el desplazamiento de venezolanos a Colombia que buscan alimentos, medicinas y bienes necesarios para su vida. La Iglesia católica  ha tratado de ayudar en esta crisis, pues al momento hemos repartido más de  600.000 raciones de alimentos calientes en la “Casa de paso Divina Providencia” y en otras 8 parroquias de la ciudad, donde atendemos a venezolanos y colombianos retornados, que son hijos de colombianos pero que vivían en Venezuela. Hemos tratado de ayudar, con atención médica,  acompañamiento espiritual y pastoral. Hemos procurado ser una mano caritativa que ayuda, atendiendo a estos hermanos necesitados. Tenemos el Centro de Migraciones dirigido por los padres Escalabrinianos que han venido prestando una atención muy grande y muy precisa a los hermanos venezolanos que sufren.

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¿Qué piensa del papa Francisco?

El papa Francisco es un don para la Iglesia. Con sus actitudes y su forma de gobierno, su profundo don para “acoger” y dialogar con las realidades de nuestro tiempo, nos está llevando por los caminos de la “Alegría del Evangelio”. He visto en el papa Francisco un hombre cercano, afectuoso, lleno de una profunda espiritualidad y de una gran capacidad para predicar el Evangelio de Cristo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

¿Cree que la religión es una forma de expresión política?

La Iglesia anuncia a Jesucristo Salvador del mundo. Su tarea es religiosa, espiritual. La Iglesia no puede aislarse del contexto social en el cual vive.  San Juan Pablo II en su primera encíclica como Papa, “Redemptor Hominis”, dijo que “El hombre era la vía de la Iglesia”, que hay que resaltar la dignidad de la persona humana. La presencia de la Iglesia en lo social y en la comunidad es importante pues ha tratado de acompañar y servir siempre. Esta dimensión social es una de las formas concretas de expresión de la Iglesia. La tarea de la Iglesia no es hacer política, pero sí acompañar a los laicos a llevar el destino de los pueblos y del contexto humano desde los grandes valores de la Doctrina Social de la Iglesia.

¿Qué queda del llamado movimiento Golconda?

El movimiento de  Golconda  es un tema muy preciso en Colombia. Un grupo de sacerdotes y obispos que después de la publicación de la Carta “Populorum Progressio” (El progreso de los pueblos) del papa  Beato Pablo VI, se convocaron entorno a este lugar, llamado “Golconda”, en Viotá (Cundinamarca) y fueron siendo el origen de unas opciones políticas y sociales que dió origen a una teología que se llama  “teología de la liberación”. Esta teología fue asumida por muchos  agentes pastorales y después la Iglesia tuvo una amplia reflexión sobre ella, pidiendo que no se usuran elementos de lectura marxistas ni de luchas de clases. De este movimiento queda una opción por los pobres y de servir a los más necesitados, como de hecho lo tenemos y estamos en muchas de las zonas de la ciudad.   

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