Cácota se ha destacado por mantener de generación en generación los oficios tradicionales heredados por los antepasados indígenas.
El municipio turístico fue uno de los territorios que en la época precolombina estuvo poblado por los indígenas Cácotas de la familia de los chitareros, que a partir de la fundación en 1555 sufrió el exterminio por parte de los colonizadores españoles.
De esa cultura aborigen quedaron vestigios y tradiciones que todavía se aplican a la gastronomía, como los tiestos de arcilla en donde se preparan las arepas.
También vasijas, moyas, ollas, pocillos, materos y otros utensilios de cocina u objetos decorativos para el hogar.
El propósito
Con el propósito de evitar que ese oficio desaparezca, el alcalde Carlos Flórez impulsa el Módulo de Alfarería a través de la Escuela de Artes Plásticas en donde se benefician 42 niños en edades de los 5 años en adelante.
Las actividades se desarrollan en el antiguo inmueble de tipología colonial de la sede de la Casa de la Cultura.
Allí, bajo la orientación de la maestra formadora en artes plásticas, Nuvia Vera, los niños van aprendiendo a preparar el barro, moldearlo y darle forma para convertirlo en piezas artesanales.
“El proceso está orientado a incentivar a los niños para que en el municipio no se vaya a perder la tradición alfarera”, indicó la maestra.
Sobre los procesos que adelanta, explicó que a los estudiantes les va enseñando a preparar la arcilla y modelarla, teniendo en cuenta las técnicas más elementales.
En estos pasos han aprendido a hacer utensilios pequeños como moyas, jarros, ollas y otras piezas.
Vera, quien es técnica del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), espera que en diciembre, el grupo de niños salga con los suficientes conocimientos, experiencia y dominio del barro para que la alfarería siga siendo referente en ese municipio que hace parte de la subregión suroccidente de Norte de Santander.
Destacable
El coordinador de Cultura de Cácota, Fabián Guerrero, dijo que desde marzo de este año empezaron los procesos de formación en donde se benefician niños, jóvenes y adultos que quieren aprender el oficio de la alfarería.
“Lo que queremos es que se mantenga viva la tradición y que se apliquen las técnicas usadas por los antiguos maestros alfareros y antes que se nos vayan, debemos aprovechar esos conocimientos”, afirmó el coordinador.
Sobre en dónde consiguen el barro o arcilla, explicó que lo traen de las veredas cercanas, en especial de la mina de Alizal.
“El objetivo es que los niños se apropien de esos conocimientos y sepan de dónde venimos y cuál ha sido la tradición de Cácota en el arte de moldear el barro”, agregó el coordinador.
Guerrero recordó que hay artesanos que a través de los años siguen trabajando el barro con las mismas técnicas y procesos utilizados por los indígenas.
En este sentido puntualizó que esa es la riqueza y el valor agregado que tienen las artesanías cacoteñas.
También hacen parte del proceso 10 jóvenes y 12 adultos.