Durante las mañanas, la familia Murillo Zapata, con apoyo de dos benefactores de Bucaramanga, inicia la recolección de hasta 800 kilos de comida que queda en los restaurantes, como por ejemplo verduras, tubérculos, subproductos de arroz y del aceite de palma, para hacer alimentos especiales para los animales.
Inicialmente se hicieron convenios con varios restaurantes para recoger los desperdicios. Entre ellos está una fábrica de jugos que produce 20 toneladas de conchas de naranja semanales, que son fundamentales para estos procesos.
El plan de elaboración de los alimentos comprende dos principios tecnológicos: uno, es de tecnología mecánica que aplica vapor, presión y fricción para deshidratar las materias orgánicas que se utilizan.
El otro es el proceso biotecnológico de fermentación, en el que se empacan las sobras de comida bien selladas y aisladas del oxígeno en canecas plásticas con melaza, para que se destruyan las bacterias nocivas y se conviertan en proteínas. Después de 15 días, quedan listas para su consumo.
Cualquier producto que estuvo destinado para el consumo humano sirve para ser procesado y alimentar a los cerdos, pollos, vacas, cabras y ovejas.
En canecas grandes y transportados en un camión son llevados a la granja familiar ubicada en el kilómetro 10 de Puerto Santander.
El alza de los precios de los alimentos, los cereales y los fertilizantes fueron las causas que provocaron una lluvia de ideas para dar soluciones tangibles que beneficien a los dueños de animales y a su ganado.
Esto llevó a los Murillo a buscar alternativas que les fuesen más rentables y saludables para su ganado.
Además, los animales se ven mejor alimentados con productos naturales comparados con los que se alimentan con piensos industriales, afirma la familia Murillo.
“Esta comida no será desechada, sino que pasará por un proceso de fábrica para conservar sus nutrientes y mantenerla en buen estado, y así crear alimentos, piensos y fertilizantes”, recalcaron.
Esta medida alimentaria les ayudó a controlar la crítica situación económica que atravesaban en la región por temas de contrabando, alza de precios y disminución de ingresos diarios.
Pedro Guillermo Murillo Zapata es el encargado de liderar estos procesos desde hace cuatro años, y su experiencia se debe a los años que lleva trabajando en empresas de producción de embutidos y venta de carnes en Cúcuta y la región.
“Empezamos con diferentes pruebas y con asesoría profesional de algunos investigadores de la universidad del Tolima”, afirmó Murillo.
De esta manera, se fue conociendo más a fondo el proceso de elaboración de subproductos en las plantas de producción agroindustrial y sacrificio de bovinos y porcinos, explicó.
Inicialmente, el proyecto se hizo para beneficiar a los animales de las granjas familiares, con el fin de que los animales fuesen bien alimentados, y asimismo liderar acciones que contribuyan de manera positiva al medio ambiente.
Antes se hizo un diagnóstico y desarrollo para la prueba piloto con algunos animales, lo que arrojó resultados positivos.
En este caso, el proceso de alimentación debe aportarles nutrientes a los animales y además, debe ayudar en la producción y engorde de los mismos.
Vacas, cerdos y cabras son algunos de los animales beneficiados con este tipo de comida.
A partir de esto, hace cuatro meses nació otra idea de producción, lo que suponía otro proceso similar pero dirigido a animales domésticos.
En las pruebas realizadas se han hecho todo tipo de productos en diferentes presentaciones y listos para comer, dijo Murillo.
“Una de las ideas que más nos gustó, fue la de producir alimento precocido, listo para el consumo, similar a lo que comemos las personas, como salchichones, salchichas, chorizos, entre otros”, dijo.
En esta oportunidad, quien pensó, propuso e hizo parte de la ejecución del proyecto fue Esperanza Zapata, ya que su objetivo es fortalecer los procesos de producción para favorecer a los animales no solo de su granja, sino también a los que están en condición de calle.
“Como los gatos y los perros no son monogástricos, requieren de procesos nutricionales diferentes, ya que la finalidad no es engordarlos sino proveerles los micronutrientes y el balance necesario para mantener sus funciones y su salud”, afirmó Murillo.
Por ello, se han hecho varias pruebas para pulir los procesos con el fin de que los productos que se procesen sean óptimos para la alimentación de los domésticos, recalcó.
La comida se le dio a los gatos y perros de la casa, a los que viven en el conjunto y los que transitan en zonas aledañas a su residencia.
Si se estructura la idea, se beneficiarán los animales y se incentivará a más personas a participar en este tipo de iniciativas innovadoras para la región.
Aunque aún se encuentran en la primera fase, ya varios animales de la familia y algunos de la calle se benefician con estos alimentos.
El objetivo es brindar la comida a aquellos animales que no cuentan con un hogar y mucho menos tienen dónde comer, dijo Murillo.
“Así podremos darles la posibilidad de que no estén deambulando por las calles sin rumbo, algunos maltratados, y sin tener algún bocado que comer”, puntualizó.
De esta manera, se espera que los procesos de producción surtan efectos positivos, porque el propósito de Zapata es poder crear una fundación para brindarles un techo a esos animales que hoy en día alimenta.
Además, si se logra estructurar y llega a dar buenos resultados, se puede armar un plan de negocios para hacer posible la creación de la fundación con lo que se recaude de la venta de estos alimentos que inicialmente son dados sin ánimo de lucro.
Ahora, todas las mañanas en la granja, más de mil cerdos, vacas y corderos esperan su ración diaria; asimismo, los gatos y perros del vecindario saben que en sus tardes tendrán una buena porción de embutidos hechos “con amor”, exclusivamente para ellos.