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Región
El Catatumbo y sus retos para la paz
Una de las principales preocupaciones para esta región es que la falta de dinero para acoger a víctimas, exguerrilleros y habitantes.
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Helena Sánchez
Sábado, 5 de Marzo de 2016

Falta de recursos, dificultades de convivencia, la posible ocupación por parte de nuevos criminales en zonas estratégicas serían, entre otras, las principales dificultades para que en Norte de Santander, y especialmente en Catatumbo, se consolide la paz.

Así lo dieron a conocer algunos conferencistas invitados al foro: ¿Cómo construir paz en los territorios?, organizado por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, esta semana en Bogotá.

Uno de ellos, el senador Antonio Navarro Wolff, expresó que su principal preocupación para esta región del departamento es que no hay dinero suficiente para acoger a víctimas, exguerrilleros y habitantes en un ambiente de convivencia y productividad.

“Hemos hecho un estudio priorizando 172 municipios que incluyen al Catatumbo, pero las estrategias valen 6 billones de pesos, solo en el primer año”, dijo. “Hay que hacer prioridades sobre las prioridades y como mínimo se requerirían $3 billones para ya”.

Según Navarro, sin esta inversión sería imposible una atención integral, y lo peor es que las economías ilegales se establecerían ocupando los vacíos que dejen las Farc.

Para tratar de mitigar el efecto de la falta de rubros para la paz, señaló que se deben promover acuerdos entre los gobiernos para que, tal como funcionan los contratos plan, “todos pongan”.

Su sugerencia es que se creen convenios por la paz, con recursos de todas las administraciones, estableciendo responsabilidades claras.

“Lo que pase en los primeros 18 meses será crucial, pues está demostrado que si no hay Estado, la tendencia es a que otro grupo ilegal se perpetúe”, comentó.

En relación con el conflicto territorial entre la comunidad barí y la Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat) por la constitución de la zona de reserva campesina, señaló que no es un conflicto nuevo pues se repite en el Chocó, Cauca y Putumayo.

Por tal motivo, enfatizó que la única manera de resolver cualquier inconformismo es “sentándose a la mesa a dialogar”.

En este sentido, Sergio Jaramillo, Alto Comisionado de Paz, coincidió con Navarro al señalar que entre los barí y los campesinos lo que hay es “un problema de convivencia y falta de espacios de discusión, pues el uno quiere imponer una visión pero nos faltan mecanismos para dirimir esas diferencias y tratarlas razonablemente”.

Para Jaramillo, “la paz no se trata de que gane el que se organiza mejor y se impone, sino que hay espacios para encontrar soluciones conjuntas”.

Por ello explicó que en Norte de Santander, en este y cualquier otro escenario de enfrentamientos por la paz territorial, la salida se da combinando la participación ciudadana con apoyos del nivel central.

“Asumir una responsabilidad propia dentro de unos programas de construcción de paz, porque un departamento como este tiene recursos y una Gobernación con capacidades limitadas, frente a un problema mayor como es las dificultades históricas de Catatumbo”, dijo.

Sin embargo, reiteró que no se debe esperar a que el Gobierno Nacional llegue a resolver todo, sino movilizar a la sociedad de los 40 municipios para que se entienda que el problema y la solución son de todos.

“Acá llegó la hora de los liderazgos”, comentó. “Todo el mundo tiene que aportar porque, aunque la paz es difícil, es más complejo construir paz en el Catatumbo que hacer un acuerdo con la guerrilla en La Habana”.

La voz internacional

Jean Paul Lederach, docente de la Universidad de Notre Dame, de Estados Unidos, enfatizó también en que la paz no se puede abordar aisladamente sino que debe ser un ejercicio participativo en el que todas las voces sean válidas y la comunidad asuma su voluntad de paz.

Para el académico, “la paz entregada en una bandeja de plata, no funciona”, razón por la cual señaló la importancia de “ver cómo dialogar, tener justicia, participación y hacer frente a las brechas de la región, pues además no todas las regiones tienen las mismas particularidades”.

Debido a esto, explicó que son los rasgos particulares de cada localidad los que se deben abordar y blindar a tiempo, pues “hay un nivel alto de posible retorno a la conflictividad”.

Con el fin de evitar este retorno, dijo que también deben abrirse espacios para quienes no están de acuerdo con la paz, para crear una integración total, como no se ha dado hasta ahora.

Lo difícil y lo posible

Tras la firma del acuerdo de paz, hay algunos patrones negativos a los que se debe prestar atención:

*El espacio criminal puede abrirse más, es decir, se da el cese al fuego en la guerra pero no en la criminalidad de pandillas y grandes mafias.

*Es posible que aumenten las cifras de abuso doméstico y de violencia contra las mujeres y se recomienda protección no militar sino de prevención de nuevas formas de violencia.

*Pueden crearse nuevos conflictos locales por la destinación de recursos para acompañar el proceso.

*Se podría reactivar el paramilitarismo, a la vez que se generan inquietudes, por ejemplo, sobre la situación del Epl tras la muerte de Megateo.

Sin embargo, hay oportunidades como la posibilidad de incentivar diálogos entre los opuestos, como civiles y militares; empresarios y movimientos campesinos, afrodescendientes e indígenas, lo cual desembocaría en el reconocimiento de la realidad del otro.

Con la paz también se establecería un compromiso de no tener enemigos y entender a quienes no nos entienden.

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