Un estallido musical con aspecto de tren, lleno de luces y bafles, rompió la monotonía nocturna en Tibú.
Aunque desde hace dos años el peculiar vehículo está recorriendo el pueblo, la noche previa al plebiscito fue el plan perfecto para controvertir la tensión e inusual quietud de fin de semana.
Con el casco urbano lleno de militares, ley seca y muchos de los locales cerrados desde las siete de la noche, Tibú estaba demasiado callado.
Y aunque durante el paro armado del Eln se vivieron jornadas similares, de silencio pero sin uniformados patrullando, esta vez la incomodidad era inocultable.
Sin embargo, el gusano no cesó su bullicio y pese a que su propietario, Germán Quintero, recibió una leve reprimenda por desencajar en ley seca, su argumento no pudo frenar las 18 llantas de su medio de trabajo: "Aquí nadie está bebiendo; solo se da la vuelta, para divertirse".
A decir verdad, ni el Ejército se escapa de sonreír con las quijadas atadas con los broches que sujetan los cascos, y tararear tímidamente, como ventrilocuos, las canciones de Silvestre Dangond, Daddy Yankee, Maluma, y hasta Jorge Velosa.