¿Quién lo creyera? algunas estaban con un fusil enlistadas en la guerrilla y otras en sus parcelas cocinando y criando cerdos, pero pudieron más las ganas del cambio que la rutina.
Ellas se decidieron a transformar su estilo de vida y ahora son empresarias y pertenecen al mundo de la moda.
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Un mundo del cual poco conocen, pero que les ha permitido, en lo que han avanzado, abandonar la rutina de amas de casa y de soldados de la guerra, para lanzarse por lo que siembre han anhelado: ser autónomas económicamente y protagonistas en la construcción de la paz.
Katherine Avella, la lideresa del emprendimiento de confecciones al que bautizaron Ixora, confiesa que la satisfacción es indescriptible.
“Pensar que hasta hace apenas unos años éramos invisibles para el resto del mundo y que ahora ya estamos mostrando nuestro trabajo en las pasarelas de Colombia, es algo que no tiene precio”, admite Avella.
Se trata de la primera falda creada con las manos de mujeres catatumberas, en un taller de costura que funciona en Caño Indio, Tibú, en el antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reconciliación (ETCR).
Nosotras no queríamos andar por separado en el proceso. Seguir criando pollos o cerdos, cada una por separado en nuestras casas, era algo que no estaba en nuestras mentes. O todas juntas o todas juntas, esa fue la consigna y así despegamos la empresa con la cual estamos seguras vamos a llegar lejos, dice Kate, como cariñosamente le llaman sus compañeras de batalla.
Una falda
Avella admite que empezar de cero las llevó a escalar y a perseverar.
“Luego de aprender lo básico en costura, decidimos con la ayuda de la Universidad Nacional que debíamos empezar por posicionar el producto, el eslogan y la marca. De esto surgió como conclusión que sería una falda ‘inclusiva y autónoma’ nuestra primera línea de ropa, porque puede ser usada por todas las mujeres, altas, bajitas, delgadas y gorditas”, detalla Avella.
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Pero, además la falda debía tener un estampado que reuniera lo estético y lo simbólico de la región, con flores de chocolata, canarios, cardenalitos, la flor íxora y los atardeceres del Catatumbo abstractamente representados.
La primera colección que produjo Ixora ya se paseó por pasarelas de Medellín, donde se intercambió experiencias con otras organizaciones de mujeres dentro del proceso de paz.
Y en una segunda pasarela promovida por el alcalde de Cúcuta Jairo Yáñez, con el apoyo y participación de creaciones de las diseñadoras Lina Garcés, Mónica Bachué y Mónica Contreras.
Por primera vez, diez modelos lucieron prendas confeccionadas por mujeres excombatientes de las Farc.
Apoyo
Avella agregó que la expectativa que tienen las integrantes de Ixora es que cada día más personas conozcan su producto y puedan adquirirlo, de esta manera estarán dando puntadas hacia la paz, pero también hacia la autonomía con que tanto sueñan las mujeres catatumberas.
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La génesis
El taller de costura Puntadas por la paz, está integrado tanto por mujeres excombatientes del Antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (Aetcr) de Caño Indio como de distintas veredas del Catatumbo.
La lideresa Katherine Avella, a principios de 2020, junto a varias mujeres que dejaron las armas en el marco del Acuerdo de Paz, recorrían los polvorosos pasillos que dividen los módulos habitacionales del lugar preguntando a sus compañeras si les gustaría entrar a un taller de confecciones.
Con las que dijeron sí empezaron a sembrar la ilusión del proyecto y hoy cosechan un nuevo fruto: la concreción de una línea de faldas que aprendieron a hacer en un diplomado de 120 horas recibido por más de 20 mujeres.
Este proceso de formación fue dictado por la Fundación de Estudios Superiores Comfanorte (FESC) y se ofreció con la unión de voluntades entre la Organización Internacional de Migraciones (OIM), Organización de las Naciones Unidas (ONU), Agencia de Reincorporación Nacional (ARN), la Diócesis de Tibú, a través de Pastoral Social y Participaz, y el Consejo Británico.
Las primeras faldas se mostraron en una pasarela sobre el propio suelo del antiguo ETCR y modeladas por sus mismas creadoras. Cada participante vistió la prenda que confeccionó. La ambientación del evento giró en torno al símbolo que da nombre a la marca: la ixora, una flor típica de Norte de Santander.
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La idea del proyecto es empoderar a las mujeres facilitándoles herramientas que sirvan como garantía de autonomía económica. El hecho de aprender a dominar el arte del corte y la costura representa para ellas la posibilidad de acercarse a su independencia.
“Porque una mujer no solamente tiene que ser libre en lo económico, es decir, en la consecución y el manejo de sus recursos, también en lo político, en las decisiones de su cuerpo, en su vida como tal. Y la base de todas las demás autonomías es la económica”, dice.
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20 mujeres hacen parte del taller de costura Puntadas por la paz.