El solo nombre de Arboledas es un bálsamo. Mencionarlo lleva a pensar en un gigantesco bosque; casi una selva que desborda el agua que destila el páramo de Santurbán.
Si fuese mujer, sería una jovencita de piel satinada, tersa, deseable bajo la cálida humedad del verde follaje, pero a la que solo se le puede rozar suavemente.
Sin embargo alguien violó la virginidad de sus ceibos, uvos, heliconias y a cambio de custodiar su tierra, la arañó violentamente y dejó señales inextinguibles, al menos mientras alguien se acuerda de amparar a la víctima.
El hombre más inesperado, y el más cercano, le dejó heridas en forma de burdas carreteras y cercenó sus laderas.
Álvaro Carrillo Bohada, exalcalde de la zona, recibió una retroexcavadora que le entregó en comodato el exgobernador Édgar Díaz el 17 de octubre de 2014 para atender “única y exclusivamente la atención de emergencias, puntos críticos y mantenimientos preventivos” en la zona.
Un día, decidió “mejorar”, según dijo en su momento, tanto las vías existentes y afectadas como algunos terrenos del sector rural, pero los resultados fueron desastrosos.
El primer perjuicio ocurrió en la finca La Granja, propiedad del municipio, donde Édgar Gaspar Esteban perdió el entusiasmo de 14 años al cuidado de la misma, porque en cuestión de días le arrasaron 400 cedros, 100 plantas de cítricos, aguacates y plátano.
Corponor hizo una visita el 29 de enero de 2015 y en su recorrido efectivamente se encontró una terraza adecuada para, según los vecinos y el mismo alcalde, desarrollar las ferias del municipio.
La intervención sobre la ladera generó un deslizamiento de tierra, además de algunas grietas que, según el documento de la inspección, generaban una amenaza pues la llegada de lluvias facilitaba la filtración de aguas detonando un posible movimiento en masa.
“Como un Gramalote, pero más pequeño, fue lo que me dijo el funcionario”, dice Esteban. “Que no iba a ser de inmediato, pero si no hacen algo va a pasar, y se lleva las viviendas de abajo”.
Después de ello, Carrillo tomó otra decisión: ampliar los caminos reales que tradicionalmente eran usados por las lentas y decididas mulas, y algunas motocicletas de los propietarios de las fincas de las veredas Juan Bueno, Caney y La Despensa.
En principio dijo que solo se trató del mantenimiento de vías que hace más de dos décadas sirvieron de ruta para que la empresa electrificadora Interconexión Eléctrica S.A (ISA) hiciera su proceso de electrificación.
Sin embargo, ISA lo desmintió y explicó que su línea de transmisión de energía eléctrica denominada Los Palos-Tasajero no interviene ninguna de esas veredas, pues dicha línea pasa lejos del trazado, y el acceso a las torres en vehículo es imposible, por lo quebrado del terreno.
Vías sí, pero no así
José Alberto Rondón, habitante de Arboledas, es uno de los mayores veedores de lo que ocurrió con la famosa maquinaria.
Durante el 2015 pidió a Corponor que se efectuaran inspecciones porque la retroexcavadora estaba “sin Dios ni ley haciendo daños. En total fueron siete las vías que se ampliaron, sin estudios técnicos, sin topografía, sin socialización con la comunidad, y sin autoridades a la vista”.
Los deslizamientos de tierra son el terror de la comunidad.
Su estricto seguimiento tuvo eco y en abril de 2015 delegados de Corponor acudieron a la verificación y encontraron detalles como: la apertura de 10 kilómetros en el tramo Juan Bueno- Caney-La Despensa, sin licencia ambiental; afectación de nacientes que desembocan en la quebrada Esparrato; depósito de material resultante de los cortes sin ninguna técnica al margen de la vía y la disminución de caudales.
Casi un año después, la erosión de los taludes es aterradora y se teme que cuando arrecien los aguaceros, el reseco material se vendrá abajo, obstaculizando las fuentes hídricas y desatando una tragedia.
En la vereda San Joaquín la preocupación fue mayor porque la carretera acompaña peligrosamente la quebrada que lleva su nombre, y que viene desde Santurbán.
Jorge Ortega, aunque no es afectado directo, es uno de los tantos campesinos cuya mirada se conmueve al ver una quebrada, un riachuelito, o cualquier asomo de agua en riesgo.
“Uno está de acuerdo con que se hagan vías, pero como debe ser. Mire… qué necesidad de hacer ese daño”, dice mientras ve correr la quebrada Palmar y no se explica cómo alguien construyó una vía empinadísima, hasta para su mula, y puso cuatro palos con árboles talados de la parte alta de la vereda El Palchal para hacer un paso improvisado, teniendo un puente justo al lado.
“Eso estaba parejiiiiito… Igual que este camino que empataba con el puente, pero se comieron ese pedazo y ¡mire lo que hicieron!”, comenta meneando la cabeza. “A uno le preocupa es el agüita, y pensar que botan tanta plata para nada…”.
Su bestia sube con dificultad y sus pasos son tal vez la mejor caricia que pueda recibir el terreno profanado.
Mientras, los vecinos se preguntan por qué será que solo aparece Corponor cuando algunos propietarios talan árboles enfermos, o que requieren para sus labores, pero nunca llegó a tiempo para sancionar el ecocidio de La Granja; y Arboledas, la triste víctima, sigue esperando, sin mucho optimismo, tanta justicia como lesiones le quedaron.
Parte de la explanación dejó un gran terreno para viviendas, también sin criterio técnico.
Anecdotario
En la parte alta de la finca La Granja se explanó otro terreno, en el que se ven lotes conformados para un supuesto proyecto de vivienda. Frente a él están las instalaciones de lo que va a ser el matadero municipal, situación inaceptable pues constituye un riesgo biológico. En algún momento una de las dos inversiones se perderá.
El actual alcalde, Carlos Danilo Esteban, declaró que el desastre causado “fue por el afán de no perder el poder en un afán politiquero”, y dijo que espera el acompañamiento constante de Corponor para que todas las decisiones sean técnicas y en cumplimiento de las normas.
Cuando funcionarios de la Gobernación intentaron recuperar la maquinaria, por las quejas comunitarias y el vencimiento del comodato, fueron espantados a tiros. Algunos de los habitantes afirmaron que las amenazas eran constantes por parte del exmandatario.
El director de Corponor, Gregorio Angarita, informó que conoce el caso, pero solo puede pronunciarse oficialmente cuando culminen los procesos de la investigación, la cual sigue abierta.