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Villa del Rosario lanza SOS por la ‘explosión social’
Las autoridades de este municipio de frontera hicieron un llamado a la comunidad internacional para que les tienda la mano.
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Orlando Carvajal - Periodista La Opinión
Orlando Carvajal
Sábado, 23 de Junio de 2018

Ana Luisa Villate, de 40 años, madre de tres hijos, duerme hace dos meses en un andén del barrio La Parada. Ella recorrió más de 20 horas por carretera desde el estado de Yaracuy, en el centro de Venezuela, para ingresar por el puente internacional Simón Bolívar a Villa del Rosario.

El desayuno y el almuerzo de sus tres pequeños  los resolvió en el hogar de la Divina Providencia que administra la Diócesis de Cúcuta. 

Ella cruza cada mañana la frontera para ir en busca de aguacates a San Antonio, que luego regresa a vender en La Parada. Esta actividad le representa 20 mil pesos diarios con los cuales en ocasiones puede pagar  un hospedaje para dormir bajo techo con sus hijos. Cuando no, debe seguir durmiendo en un andén de este barrio de Villa del Rosario, en donde también lo hacen muchos venezolanos que llegaron buscando un mejor futuro.

De acuerdo al Registro de migrantes venezolanos que adelantó el Gobierno Nacional, en los dos últimos años unas 23 mil personas de Venezuela se quedaron a vivir en este municipio fronterizo, aprovechado su cercanía con su tierra. Es el municipio del país más fuertemente impactado por el fenómeno migratorio, revela el gerente de la Frontera, Felipe Muñoz.

Según el alcalde Pepe Ruiz, esta población flotante se sumó a los cerca de cien mil habitantes que tiene su municipio, lo que produjo un impacto sin precedentes en materia social, debido a que no se estaba preparado para brindar servicios a tantas personas.

Aunque gran parte de estas personas vive en casas de amigos o familiares, lo que más preocupa a las autoridades del municipio es el alto desempleo al que se enfrentan, por eso, muchos se ven obligados a trabajar en oficios que van desde la prostitución, venta de alucinógenos, contrabando y ventas informales.

Esto está derivando en disputas entre los trabajadores locales y los venezolanos, porque les están quitando las fuentes de empleo. “Algunos llaman  a esto competencia, otros xenofobia, pero lo cierto es que hay que buscar urgente una solución para que esta situación no llegue a extremos”, advierte Ruiz.

Villate admite que son muchos los venezolanos que llegan a La Parada a vender sus mercancías. “Cada cual se rebusca en lo que puede”. 

El mandatario señala que el incremento de la población puede ser mayor, debido a que en el registro que hizo el Gobierno no se incluyeron a los retornados colombianos que también se quedaron a vivir en Villa del Rosario.

Dijo que a diario parten del municipio 3.000 personas hacia países de Suramérica como Ecuador y Chile.

Esto está generando un problema de invasión del espacio público en La Parada y en el casco urbano del Villa del Rosario, dice Ruiz.

Pero hay otro problema grave y es que no hay agua para tanta gente. A esto se suma que las empresas de servicios públicos están intervenidas, lo que le impide a Ruiz invertir en el acueducto.

“Pienso que lo que se puede hacer en el corto plazo es que la Superintendencia de Servicios Públicos nos entregue las empresas de acueducto, para poder emprender acciones en un crédito, arreglar la captación y aumentar el volumen de producción”, agrega Ruiz.

Los niños

Los niños son el otro problema. La mayoría de mamás venezolanas llegan con dos y tres niños y ellos necesitan además de alimentos, servicios de salud y educación, que se les están prestando por ahora, pero que se requiere de apoyo de la comunidad internacional, porque cada día llegan más.

En el Hogar de la Divina Providencia se han suministrado en el último año más de 420 mil almuerzos a niños y adultos mayores venezolanos, dijo el sacerdote católico y administrador de ese hogar,  David Cañas.

Ruiz revela que se requiere mucho apoyo para atender a más niños, al menos un 20 por ciento de los que viven en Villa del Rosario.

Las barreras

Líderes de diferentes corrientes religiosas, organizaciones sociales, fundaciones, oenegés, entre otras instituciones que atienden a inmigrantes reconocieron que aún hay barreras de acceso a la información, rutas de atención, y garantía de derechos a esta población.

Por ello, se buscará definir mecanismos de orientación al migrante, para evitar que caiga en redes de tráfico y vea vulnerada su llegada al territorio.

Así se concluyó en la reciente sesión de trabajo de la mesa técnica de Venezuela, en la que confluyeron las organizaciones mencionadas y entidades como Acnur, el Consejo Noruego de Refugiados, entre otros, que dieron a conocer la necesidad de organizar los mecanismos de atención, y ampliar la difusión de derechos y deberes de los inmigrantes.

Myriam Castrillón, de la Fundación MC, manifestó que este es el momento preciso de ver la migración como una oportunidad, dado que en la frontera se han radicado diversos entes internacionales que canalizarán ayuda para los inmigrantes, así como oportunidades de emprendimiento que son las que más necesita esta población.

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