Las Enfermedades No Transmisibles (ENT) como la diabetes, la hipertensión arterial, el sobrepeso y la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, algunas afecciones respiratorias crónicas y los trastornos de salud mental provocan la muerte a a 41 millones de personas por año en el mundo, lo que representa el 71% de los fallecimientos.
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La preocupante cifra fue revelada durante la rueda de prensa que tuvo como voceros expertos de diferentes disciplinas médicas de Argentina, Chile y Colombia, en el marco de la Semana Mundial de Acción sobre las Enfermedades No Transmisibles.
El evento organizado por Upjohn, división de Pfizer, contó el respaldo de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP), la Fundación FETEN, y Asociación Colombiana de Gerontología y Geriatría (ACGG).
De acuerdo con datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), anualmente fallecen por las ENT en todo el mundo 15 millones de personas de entre 30 y 69 años de edad. Para América del Sur, Central y del Norte la cifra de decesos anuales alcanza los 5,5 millones; más del 85% de estas muertes "prematuras" ocurren en países de ingresos bajos y medianos.
Otro dato resaltante que fue compartido es que en la región de las Américas pierden la vida 2,2 millones de personas por ENT antes de cumplir 70 años.
De acuerdo con Catalina Ricaurte, gerente general Clúster Andino División Upjohn-Pfizer, “las Enfermedades No Transmisibles constituyen uno de los principales retos de la salud pública mundial, dado que son responsables de 41 millones de muertes en el mundo, una cifra alarmante que obliga no solo a prestar atención, si no a realizar algún tipo de acción, con el fin de impedir muertes prematuras”.
“Debemos enfocarnos en trabajar de manera integral en factores controlables como: las dietas poco saludables, la inactividad física, el consumo o exposición al tabaco, así como el abuso en el consumo de alcohol”.
El médico epidemiólogo Álvaro Ruiz, profesor de Medicina Interna y de Epidemiología Clínica de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, señaló que estos casi dos años de pandemia van a dejar una huella enorme en la salud de las personas.
Expresó que inicialmente los pacientes no iban a los hospitales por miedo a la COVID-19, por eso, quien tenía una cirugía no acudía, así como tampoco quien tenía una cita para control de alguna enfermedad.
“Pero lo más grave es que las personas con diabetes, colesterol alto y enfermedades serias, como el cáncer, también dejaron de controlarse. Hoy ya estamos viendo las consecuencias de esa falta de control: hay aumento en el número de infartos, de insuficiencia cardíaca y todas las ENT empeoraron”.
Esas enfermedades “ya no son patrimonio de los adultos”
Mónica Katz, médica especialista en nutrición y expresidente de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), manifestó que el deterioro que sufrieron las pacientes con ENT es enorme y aún no hay números, porque el foco sigue en la atención de la pandemia.
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“Solo para tomar dimensión de la importancia que tienen las ENT en términos de mortalidad, tengamos en cuenta que a nivel global la COVID mató en 18 meses un poco más de 4 millones de personas, en cambio las ENT en etapa pre pandemia, son responsables de 40 millones de fallecimientos cada año. Decir esto no implica minimizar la importancia del COVID, pero pone en dimensión lo que puede llegar a significar desatender las ENT”, subrayó
Katz advirtió que las Enfermedades No Transmisibles "ya no son patrimonio de los adultos", pues se conocen casos de niños de 8 años hipertensos, adolescentes de 12 años con diabetes tipo 2 o con hígado graso. “Si bien la expectativa de vida viene subiendo generación tras generación, hoy es un momento bisagra, en el cual si no se hace algo va a ser la primera vez que los hijos y nietos vivan menos que los padres y los abuelos”.
La experta recalcó que los adultos son responsables de lo que se come en la casa, tiene que haber un ‘arquero nutricional’, rol representado por la madre, el padre o el responsable de la compra de alimentos y de su preparación, cuidando la calidad de alimentación y el tamaño de las porciones de los niños desde la primera infancia.
El epidemiólogo Álvaro Ruiz remarcó que ningún alimento es malo en sí mismo, ni puede ser el responsable de producir sobrepeso, obesidad o diabetes, sino que es la alimentación inapropiada la que lleva al desarrollo de esas enfermedades.
“Hay muchas cosas que se pueden hacer en varios niveles. Uno es el individual, hay que educar, decirle a la gente que tiene que moverse, hacer ejercicio. Una persona debe hacer 150 minutos de ejercicio en la semana, y si hay sobrepeso, exactamente el doble de tiempo. Idealmente caminando rápido, como alternativa también se puede andar ese tiempo en bicicleta o simplemente bailar” aconsejó.
El médico agregó que otra recomendación es evitar el consumo de calorías en exceso, no abusar de las bebidas azucaradas, decirle al paciente que no le agregue azúcar a las cosas, que prefiera bebidas sin azúcar agregada, consumir con precaución los postres y las comidas ricas en grasas.
Para la nutricionista Katz, existen, además, barreras que llevan al sedentarismo relacionadas con cuestiones económicas y sociales, como la ausencia de espacios seguros para practicar deportes, la escasez de dinero, además de las exigencias -sobre todo para las mujeres-, respecto de la imagen corporal. Todas estas situaciones terminan atentando contra la realización de actividad física.
En la misma línea, Ruiz expuso otras barreras que llevan a que las personas y los sistemas sanitarios no puedan controlar los factores de riesgo para las ENT, una responde a una suerte de “pensamiento mágico” que lleva a creer que las enfermedades se previenen sólo a través de consumir determinado suplemento dietario, en vez de considerar un abordaje integral que englobe actividad física, comida saludable, dejar de fumar o de consumir alcohol en exceso.
También hay gente que, por tomar determinada medicación, cree que ya no hace falta cuidarse con las comidas o hacer ejercicio. Las redes sociales podrían ser un apoyo enorme para prevenir las ENT y no lo son, la influencia en salud suele ser negativa, la mala información estalla en las redes y hay poco intento médico educativo con consejos saludables basados en evidencia científica.
El rol de la salud mental en las ENT
Roberto Sunkel, psiquiatra especializado en Psicogerontología y jefe de la Unidad de Psicogeriatría del Instituto Nacional de Geriatría de Chile, indicó que, existe una importante relación entre las ENT y las enfermedades mentales, y que es en las personas mayores donde se hace más patente.
“Hay un interjuego, porque las ENT aumentan el riesgo de que una persona presente cuadros principalmente depresivos. Se estima que hasta un 20% o 30% de las personas que cursan con hipertensión o diabetes sufren de depresión. La depresión también es un factor de riesgo cardiovascular en sí mismo y en el caso de algunas patologías neurológicas como el Parkinson, se podría llegar hasta el 50% de prevalencia de síntomas depresivos o episodios depresivos en esta población”, detalló.
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Sunkel explicó que, si bien las personas mayores fueron el segmento poblacional que mayor tolerancia al confinamiento demostró durante la pandemia, la depresión en ellos puede cursar de manera enmascarada, sin la sintomatología característica, sino que lo hace a través del dolor físico crónico.
El médico Ubier Gómez, especialista en Toxicología y vicepresidente de la Asociación Colombiana de Toxicología, señaló que los trastornos mentales, como la depresión y la ansiedad, se incrementaron durante la pandemia, debido a la situación de estrés y confinamiento, a esto se suma que los casos preexistentes se vieron agravados por la falta de controles médicos y por la suspensión de la toma de medicamentos.
“Son condiciones médicas muy relacionadas con el estrés, pero también con la falta de ejercicio físico y con la mala alimentación. Mejorar estos aspectos y retomar las relaciones ‘cara a cara’ socializando entre las personas, junto con el abordaje profesional, seguramente contribuirá a mitigar los daños”.
En relación con alertas de salud mental, Gómez recomendó estar atentos en los adultos a signos como dolores de cabeza, insomnio, pérdida de energía, trastornos gastrointestinales, mareos e irritabilidad, mientras que en los adolescentes suelen aparecer cambios en sus conductas, desinterés por cosas que antes les gustaban, tristeza, encierro, dormir mucho o muy poco, ver mucha televisión, irritabilidad y agresividad y dejar de comunicarse con amigos.
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