La agorafobia es un miedo patológico o temor obsesivo a espacios abiertos o situaciones que ponen a las personas fuera de un contexto seguro. Esta se ha relacionado estrechamente con el trastorno de pánico.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V), una de las características de la agorafobia es la ansiedad y quienes sufren de ella suelen experimentar niveles elevados de angustia al verse expuestos en situaciones a las que les es difícil escapar o pedir ayuda.
Si bien este trastorno se viene estudiando desde el siglo XIX, el confinamiento generado por la COVID-19 ha hecho que los casos aumenten.
Sobre el asunto, Juliana Urrego Nieto, coordinadora del Centro de Atención Psicológica de la Universidad Antonio Nariño, indicó que hay factores como la pérdida de empleo, disminución de la capacidad económica de los hogares, dificultades de salud, incertidumbre que genera pensar en el contagio de forma inesperada y el no tener certeza de qué pueda suceder en el mundo, entre otras situaciones, están multiplicando la ansiedad y angustia, eso lleva a un posible diagnóstico temprano.
Aunque la situación actual puede ser determinante, existen otros múltiples factores por los cuales se puede adquirir un trastorno mental.
¿Cómo está la salud mental en Colombia?
Según una encuesta elaborada por El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), desafortunadamente por el nuevo coronavirus, las enfermedades mentales han presentado un aumento considerable en Colombia.
Durante el 2020 encontraron que, de 20.452 personas encuestadas, el 35,6% manifestó sentir preocupación y nerviosismo, el 8,4% irritabilidad, 15% tristeza y 15,5% dificultades para dormir.
Este estudio arrojó entonces que los colombianos nos sentimos cansados o agotados por la sobrecarga de tareas en el hogar y por la situación económica del núcleo familiar.
No obstante, la ONU Colombia en su informe, alertó que el 40% de las personas con algún trastorno mental ya diagnosticado no fue tratado en el 2020 por la demanda en la atención de los pacientes por COVID-19, lo que conlleva al deterioro en su calidad de vida.
Es por esto que es de suma importancia detectar a tiempo cualquier síntoma que pueda dar señales de agorafobia. Dentro de los más comunes encontramos: el miedo a usar transporte público, estar en espacios abiertos, salir de casa sin un acompañante, estar en lugares cerrados o hacer fila en medio de una multitud, entre otros.
Según Urrego, esta puede presentarse de formas distintas en cada persona, ya sean varios síntomas o apenas uno o dos, y que el tratamiento debe ser interdisciplinar, es decir que, se recomienda que el paciente sea valorada tanto por un psicólogo como por un psiquiatra.
“El psicólogo será el encargado de hacer el tratamiento terapéutico, valoración física y mental, la cual dará pautas para poder establecer el tratamiento de acuerdo con las características de la persona que está siendo diagnosticada con el trastorno. Por su parte el psiquiatra atenderá no sólo la dificultad afectiva, emocional, sino de procesos adaptativos de cada persona. Desde el Centro de Atención Psicológica de la Universidad Antonio Nariño ofrecemos justamente esa atención y orientación psicosocial para brindar la mejor solución a las dificultades que presenta cada paciente”, agregó la coordinadora.
Cabe resaltar que la persona que se encuentre en tratamiento debe ser constante y disciplinada con sus terapias, sin embargo, el apoyo familiar y de seres queridos, pueden generar mejoras significativas en la calidad de vida de la persona y de quienes se encuentren acompañándolo el proceso.
Un mal que aqueja a todos
Es importante tener en cuenta que la agorafobia no sólo se presenta en adultos, también está presente en niños y jóvenes. Por ejemplo, en la niñez puede manifestarse por el miedo a tener contacto con las personas, lo que lleva al aislamiento y poca interacción con otros niños de su misma edad.
Aunque el proceso de tratamiento pueda ser largo, es relevante indicar que quienes la padecen o la empezaron a sufrir durante la pandemia, pueden intentar cambiar parte de su rutina como proceso de recuperación.
La coordinadora del Centro de Atención Psicológica de la UAN informó que es aconsejable volver a pasear con prudencia en los parques cercanos a la casa, hacer ejercicio al aire libre, pero respetando el distanciamiento, tratar de cambiar de ambiente para oxigenar la mente y el cuerpo, estos son pequeños pasos para disminuir los niveles de ansiedad e incertidumbre.
Recuperar la confianza es posible con las medidas de bioseguridad, muchas instituciones han insistido en utilizar en el campo de la salud física en estos momentos. Para regresar a la nueva normalidad, se deben retomar actividades cotidianas de manera paulatina, buscando retomar los horarios y las actividades que se llevaban a cabo antes de ingresar en el confinamiento.
Si en las cuarentenas se realizaban actividades académicas y laborales que pudieron incrementarse en la dedicación de la jornada, hay que nivelar con espacios de esparcimiento para compartir con la familia, leer un libro, hacer ejercicio, ver una película o salir a dar una caminata.
Con información de la UAN