La pérdida de un ser querido marca a todos los miembros de una familia. Sin embargo, este suceso afecta notoriamente a los más pequeños de la casa al representar un fenómeno nuevo y desconocido para ellos.
Falta de apetito, dificultad para dormir y pérdida de la expectativa de vida, son los primeros síntomas. Aprender a afrontar las etapas del duelo y adaptarse a la idea de una nueva vida sin la presencia física del ser querido es un camino difícil para ellos, la cual puede alivianarse según señala Yulitza Paola Rojas, sicóloga de la Unidad de Apoyo en el Proceso de Duelo de la Organización La Esperanza, de la mano de padres y familiares
Rojas asegura que la falta de orientación en estas situaciones hace más difícil superar este proceso ya que la muerte dejó de ser un proceso natural para convertirse en un tema vetado en las casas.
“Si el niño pregunta ¿qué es la muerte?, muy seguramente los padres le cambien el tema y lo regañen por hablar de estos temas tan lúgubres en casa”, indicó la sicóloga.
Hablar con anterioridad sobre la muerte puede ayudar a los niños a superar su duelo. Rojas asegura que el duelo infantil dura cerca de un año.
Recomendaciones
Explíquele al niño que la muerte es un proceso natural en los seres vivos mediante ejemplos prácticos. Háblele de los ciclos de la vida y de cómo las plantas y los animales también cumplen este ciclo.
A partir de los dos años el niño siente la ausencia del ser querido que ha muerto. Usted debe hablarle con la verdad y preguntarle si quiere asistir o no al funeral. Debemos dejar que sea él quien elija y respetar su decisión.
Es usual que los niños crean que su papá, mamá, abuelo u otro familiar murió porque no le hacía caso o por culpa suya. Usted debe dejarle en claro que él no tiene la culpa de este proceso y que es algo natural.
No le diga al niño que la persona que falleció está durmiendo o se fue para un largo viaje, porque el pequeño pude guardar las esperanzas de que despierte o regrese algún día.
El deporte y el arte son fundamentales para canalizar el dolor y superar el duelo. Por medio de estas actividades pueden expresar sus emociones con mayor facilidad.
Recordar a los seres queridos que ya no están por sus enseñanzas y buenos momentos es la mejor manera de tenerlos siempre presentes. El duelo no se trata de sacarlos por completo de su vida. Se recomienda escoger con ellos una foto del familiar fallecido donde se vea sonriente o esté acompañando del pequeño, y pónganla en un lugar visible.
Si el niño perdió a alguno de sus progenitores o de las personas que estaban a su cargo, permítale que sea él quien elija con quién quiere estar. No le imponga de inmediato que debe ir a un sitio donde no se sienta cómodo.
No le cambia la rutina para que no se sienta desubicado o desprotegido. Esté pendiente de quién los recoge o los lleva al colegio, el parque, o a la casa de los demás familiares.
Hágalos partícipes de homenajes especiales a las personas fallecidas, quizás ellos tengan mucho que decir o mostrar en estos actos.
Los errores más frecuentes
Darle la noticia de una manera directa. Debemos contarle al niño sobre la muerte de un ser querido en forma de relato, recordarle que el abuelo o los padres estaban enfermos, o que sufrieron algún accidente y, pese a que estuvieron en el hospital o bajo atención médica, no lograron seguir con vida. Si la muerte fue violenta es preferible omitir detalles.
No tire o bote todos los objetos que le recuerden a la persona fallecida para ahuyentar el dolor. Si el niño quiere quedarse con una foto o una prenda de su familiar, permítaselo.
Uno de los errores más frecuentes es el uso de antidepresivos y pastillas para dormir. Los niños no deben consumir estos productos en estos casos.
No prive al niño de su derecho de llorar. Palabras como: sé fuerte, no llores, no le impiden desahogarse y traerán problemas más adelante. El adulto no debe ocultar su llanto a los niños, ya que esta es una reacción natural frente al dolor.
Regañarlos o castigarlos por su bajo rendimiento académico. Es normal que durante los primeros días del duelo el niño baje su rendimiento escolar o no quiera ir a clase. No lo obligue a ir ni lo regañe por sus calificaciones, esta etapa es solo momentánea y natural.