Con qué autoridad le puede decir un padre a su hijo que no pelee con su hermano cuando se la pasa peleando e insultando al vecino o a sus compañeros de trabajo? Le pregunta con frecuencia la sicóloga Paola Rojas a sus pacientes, cuando le consultan sobre cómo y cuándo se deben reprender a los niños.
Para Rojas el ejemplo es clave. No podemos exigirles a nuestros hijos respeto y buen comportamiento si en casa los gritos, los golpes y las malas palabras son el pan de cada día.
Antes de reprenderlo por grosero, “pataletoso”, peleón o desobediente, es vital autoexaminar el rol de la familia en el comportamiento agresivo o inapropiado que el niño está tomando.
“Si ni siquiera los padres se tienen respeto a sí mismos, se la pasan hablando mal uno del otro y hay algún tipo de maltrato verbal, sicológico o físico en casa, vamos por un mal camino”, explica Rojas. “Cuando un niño comienza a tener un mal comportamiento es porque al interior de la familia está pasando algo, es decir el niño es el síntoma de malas relaciones familiares”.
Establecer reglas y normas de comportamiento en casa, respetadas y acatadas por todos los miembros de la familia es vital. Si un padre exige respeto y buen comportamiento bajo ninguna circunstancia debe gritar o insultar porque se estaría contradiciendo.
Las normas y los límites establecidos en el hogar se deben respetar todo el tiempo. Si un día le permitimos al niño que bote todos sus juguetes en la sala y no le pedimos que los recoja y al otro día le exigimos que deje todo en orden, el niño va entrar en contradicción y no va tener claras las normas.
Ambos padres deben avalar las reglas y no desautorizarse el uno al otro porque tendrán un efecto totalmente contradictorio. El niño aprovechará la debilidad de la autoridad de alguno de los progenitores para que le levanten las sanciones o castigos por su mal comportamiento.
Rojas asegura que los niños empiezan a entender la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal a partir de los 3 años, por lo que hay que empezar a razonar con ellos y explicarles que bajo ninguna circunstancia su berrinche o grosería, será tolerado. Los castigos jamás deben ser físicos.
Solo en el primer trimestre de 2015 se denunciaron 1.391casos de menores maltratados en el país. Norte de Santander quedó en el séptimo lugar del escalafón con el 15, 4 por ciento de las denuncias.
Al menos cuatro menores de edad son maltratados al día en Colombia, aseguró Cristina Plazas, directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).
Por otro lado, Rojas asegura que cuando un niño le hace muecas al padre, lo imita o le da cachetadas, significa la pérdida de autoridad hacia el mismo por lo que el adulto debe dar ejemplo para que el niño lo tome como una figura de autoridad. “Decirle al niño que su comportamiento no es el adecuado y establecer límites con un tono de voz firme es lo ideal”, admite la sicóloga.
Rojas procura no hablar de castigos sino de consecuencias de sus actos, responsabilizando a los niños de lo ocurrido para crearles conciencia de sus acciones. Ejemplo: Si pierdes una materia tienes que estudiar más para poderla recuperar, si no la recuperas pierdes el año y tienes que volver a repetirlo en otro salón lejos de tus compañeros, si no limpias el cuarto no puedes salir a jugar.
“Un niño que se cría sin valores, normas y reglas se va formando de manera displicente, guiado por sus impulsos, lo que hace que no encaje ni se adapte a la sociedad”, explica Rojas.
Cinco claves para reprender
1.El castigo debe llevar implícito la corrección de una conducta no adecuada. Es importante que el niño entienda el porqué lo están reprendiendo para que le deje una lección.
2.Los castigos o sanciones deben ser coherentes y se deben imponer solo cuando es estrictamente necesario y no cuando los padres estén de mal genio. Es necesario tener en cuenta si el niño hizo algo incorrecto a propósito o no, por ejemplo cuando por accidente se tropieza y rompe algo, no cabe castigo alguno.
3.Aislar por un par de minutos al niño, en un rincón de la casa, en las escaleras, o en cualquier otro espacio lejos de distracciones es clave, más aún cuando la falta se cometió frente a otro menor. Debemos ponerlo en un contexto diferente y explicarle que estará allí mientras reflexiona su falta.
4.Pídale que pida excusas por lo que dijo o hizo. Enseñarle a decir “lo siento” y explicarles que sus actos groseros pueden herir a sus semejantes es un gran paso.
5.Los correctivos deben ser inmediatos para que el niño sepa el porqué de ellos. Si el pequeño comete una falta y se le castiga dos horas después no entenderá nada.
Los errores más comunes
Castigar o reprender al niño con rabia: antes de imponer algún correctivo debe calmarse, la ira no es la mejor consejera y terminaría lastimando a su hijo con palabras ofensivas o peor aún con un golpe.
Ignorar a los niños: pasar por alto sus faltas es el peor error que puede cometer. Toda acción debe tener una reacción.
Dejarse chantajear por los pequeños es otra falta de igual de grave. No permita que su hijo le exija algo a cambio de comportarse bien.
Ridiculizarlo y compararlo: procure que los castigos no sean en público y jamás compare el comportamiento de su hijo con el de otro niño.
Incumplir los castigos: si usted es de los que amenaza a sus hijos con algún castigo y no cumple su palabra está perdiendo el tiempo, esto hace que el niño no crea en la autoridad paterna o materna.