Si alguien en el mundo conoce a la perfección el recorrido de las venas humanas, qué las ataca y cómo curarlas cuando recaen, es el médico nacido en Chitagá, Luis Alberto Moreno.
Estar en las manos suyas es estar en las manos de Dios, así describen sus pacientes a este profesional de la medicina nortesantandereano, especialista en el tratamiento y cura de una de las enfermedades más recurrentes no solo en mujeres sino en hombres: la insuficiencia venosa crónica.
Los resultados alcanzados por Moreno en el tratamiento de la enfermedad avalan una trayectoria que despegó en 2002 cuando obtuvo su diploma de médico general en la Universidad Nacional de Colombia, claustro en el que años más tarde se especializó en cirugía general.
Fue a partir de entonces que decidió especializarse en cirugía vascular y angiología, periodo en el cual tuvo la oportunidad de hacer investigación en cirugía vascular y entrenamiento en terapia endovascular en el Brooke Army Medical Center en San Antonio, Texas, y en la Mayo Clinic en Rochester, Minnesota, ambos centros médicos en Estados Unidos.
Allá fue entrenado en últimas terapias endovasculares y participó, a su vez, en la creación, desarrollo y ejecución de 3 protocolos de investigación en cirugía vascular.
Al decidir entre continuar en los Estados Unidos o venir a Colombia, se inclinó por lo segundo y, de manera especial, por Cúcuta, ciudad en la que siempre soñó poner al servicio del pueblo nortesantandereano los conocimientos adquiridos.
En la Unidad Ambulatoria de cirugía vascular ubicada en la avenida 1 con calle 15, Moreno montó su centro de operaciones para la atención de métodos diagnósticos vasculares no invasivos, cirugías vasculares y venosas arteriales empleando los métodos más avanzados en la materia.
Los pacientes lo buscan principalmente por el tratamiento revolucionario para la enfermedad venosa crónica en todos los estados, pero también porque encuentran una solución para las úlceras venosas, linfedema crónico, cáncer con fallas renales, corrección de aneurisma, de aorta, y tratamientos para fumadores.
Pero, ¿qué tiene Moreno o qué hace que su clínica se convierta a diario en una torre de babel, que no solo ofrece servicios de avanzado tratamiento, sino que los mismos están sustentados en un trato digno del cual todos sus pacientes se sienten orgullosos? Los 24 empleados que trabajan con él responden: antes que profesional, Moreno es humilde, perseverante, constante y muy exigente.
Por ello, en su clínica es normal ver caminando por sus pasillos a pacientes de los Estados Unidos, México, España, Centro América, Brasil, Argentina y Chile, que se enteraron de su trato y efectividad para curar todos los problemas que circulan por las venas del cuerpo humano, entre ellas, las várices y esas arañitas que aparecen en las piernas.
Los resultados en el tratamiento de la enfermedad venosa crónica, que en Cúcuta en el grueso de la población presenta una prevalencia del 30 por ciento, en la femenina del 50 por ciento, y en posparto del 90 por ciento, muestran la disminución de la tasa de amputaciones.
Moreno es experto en cirugía mínimamente invasiva, pero en especial, en la vascular, que es por lo que más vienen a buscarlo de todas partes del mundo. Para él, es la forma más digna en el tratamiento de los pacientes, porque les ahorra heridas abiertas en su cuerpo y los efectos secundarios son mínimos.
Un mito que en la clínica de Moreno se derrumba es el de la edad. Por sus manos han pasado pacientes de todas las edades, para todos hay un método y una cirugía, de hecho, hace poco trató con éxito a una paciente de 99 años. El cuento de que las várices no se pueden operar después de los cincuenta años, es mentira, dice.
Antes, a los pacientes con várices nadie los intervenía por el riesgo que presentaba la cirugía, sin embargo, hoy todo es posible, el problema se resuelve y se brinda calidad de vida, porque lo que se evalúa no es tanto la edad sino el estado físico y funcional del paciente.
El problema antes era que no existía la tecnología para el tratamiento de la enfermedad, algo que hoy está superado por completo, dice Moreno.
Esta condición le está aportando también a la ciudad oportunidades de inversión y de proyección de su imagen con el turismo médico que genera Moreno.
El testimonio de Andrea Bustamante, una paciente que vino a Cúcuta a tratarse la enfermedad, es contundente: vine por dos días y me quedé 15, lo uno porque me dieron una solución definitiva a mi problema y lo segundo porque me encantó la ciudad, su gente.
Para Moreno esto se llama estándares de calidad, oportunidad de servicio y trato digno. Los pacientes aseguran que esto es lo que los hace venir a Cúcuta en busca de la cura para su enfermedad.
Algo en lo que basa también su éxito es en el seguimiento que se hace a los pacientes una vez reciben el tratamiento, que en ocasiones puede llegar hasta dos años.
No solo las mujeres vienen a la clínica de Moreno por sus servicios, también los hombres, dado que la enfermedad toca a ambos géneros por igual.
Este profesional de la medicina, de 40 años de edad y nacido en Chitagá, hace énfasis en no perder nunca el control de su salud.
Él dice que independiente del grado de la enfermedad que se tenga, hay que ser muy juiciosos en acudir a un cirujano vascular, porque alrededor de esta patología hay muchos que quieren sacar provecho sin tener el conocimiento. Alerta que puede salir más caro cuando no se buscan profesionales certificados.