Santiago, de 4 años, llegó un día al jardín con un libro de dinosaurios y les dijo a sus compañeros que estos animales podrían comerse a Pipo, un pez que tenían como mascota en una pecera en el salón. Esta afirmación causó pánico y curiosidad entre los pequeños, quienes de inmediato le pidieron respuestas a sus profesoras.
Allí surgió la necesidad de explorar la prehistoria y el mundo de los dinosaurios en el aula de preescolar, solo que esta vez las teorías evolucionistas pasaron a un segundo plano y fueron los mismos niños quienes hablaron sobre las características de los dinosaurios al tiempo que transformaron su salón en un pequeño museo.
Esta experiencia hace parte de una apuesta interactiva, lúdica y participativa a la que le apuntan los jardines y colegios de la ciudad con la implementación de nuevas herramientas de enseñanza que rompen el tradicional esquema cuaderno-tablero, por un sistema más atractivo e innovador donde el juego, la exploración y la simulación de actividades cotidianas son protagonistas.
Con esta estrategia se busca que los niños exploren sus potenciales y utilicen su curiosidad como vehículo de aprendizaje mientras que los profesores se encargan de acompañar a los menores en la exploración e investigación de los temas que le causan curiosidad en el aula de clase, con el fin de construir cada concepto.
Si en un salón un niño de cuatro años se interesó al ver cómo una hormiga carga una hoja hacia su madriguera, muy posiblemente el tema de la semana sea los bichos y su alimentación.
Para fortalecer este aprendizaje, el aula también se transforma y es así como por un par de días los libros y los cuentos se trasladan de lugar y le dan paso a una gran galería de insectos en paredes y techo.
Esta estrategia también busca involucrar a los padres de familia en el proceso de enseñanza y aprendizaje por lo que los familiares pueden ser partícipes constantes de las exposiciones itinerantes y los diferentes ambientes que recrean sus hijos en los salones.
Hace algunos meses, los niños del Centro de Desarrollo Infantil (CDI) Nuevo Amanecer de La Libertad recrearon a Cúcuta en sus salones. Unos se vistieron de médicos y atendían en sus pequeños consultorios, otros representaron las estatuas humanas del parque Santander, emboladores y fotógrafos, y otros hicieron de alcalde y concejales, con el único fin de explicarles a los niños el concepto de ciudad.
En el CDI Auroras de Colores de Atalaya también se intervino el espacio escolar para fortalecer el proceso educativo. Los niños crearon su propia huerta para aprender el proceso de crecimiento de las plantas y generar una conciencia más ecológica.
“Alguna vez los niños empezaron a preguntar de dónde salían las frutas y verduras y decidimos mostrarles todo su proceso, desde que se siembra la semilla hasta que se recolecta el fruto, de allí nació la huerta”, explica Milena Trillos, coordinadora de los CDI de Trigal del Norte y Atalaya, del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).
Trillos asegura que con estas actividades se busca que los niños tengan un aprendizaje más didáctico y creativo que les permita explotar sus potenciales, porque están en la etapa ideal para ello.
“En la primera infancia, de 0 a 5 años, es clave el juego y las actividades lúdicas como herramientas de enseñanza y de aprendizaje. En esta educación inicial el niño debe explorar y debe ser escuchado; cuando entre a la educación formal tiene otra pedagogía. Por ahora nos debemos enfocar en ayudar a explorar su entorno y en adaptarse con facilidad a él”, explicó la trabajadora social.
Un aprendizaje didáctico
Para Trillos, una hoja en blanco es el mejor mecanismo para conocer al niño porque se le permite expresarse sin ninguna limitación y se pueden detectar problemas de conducta o afectaciones familiares con sus trazos y garabatos.
“Anteriormente se le daba una hoja con el cuerpo humano y se le pedía al niño que repisara el dibujo. Ahora le pedimos que sea él quien dibuje su cuerpo”, explicó. “Puede que el niño no dibuje como lo esperábamos, pero esto nos permitirá conocerlo más”.
La lectura también es clave para el aprendizaje inicial, pero se debe enfocar en textos ilustrados que les permitan a los niños conocer sobre su entorno, reconocer su cuerpo y las situaciones a las que se podrían enfrentar, como el primer día de clases, la ida a un museo, la visita al odontólogo, entre otras.
Trillos enfatizó en la importancia de la música en la enseñanza, con melodías y letras infantiles los niños aprenden más fácil.
“Con canciones el niño aprende a identificar las partes de su cuerpo, refuerza su memoria y como combina el movimiento desarrolla sus habilidades y destrezas físicas”, agregó.