La decisión está tomada y no hay vuelta atrás. La separación es inminente. Pero, ¿cómo tratar este tema con los niños? ¿cómo tomarán ellos la noticia? ¿y cómo debo manejar esta situación de ahora en adelante? Son algunas de las preocupaciones que atañen a los padres antes, durante y después de la separación marital.
Un asesoramiento sicológico y una excelente comunicación entre padres e hijos puede marcar la diferencia en este doloroso proceso, sobre todo, cuando los niños empiezan a preguntar: ¿papá o mamá se fue por mi culpa? ¿ya no me quiere? ¿porqué ya no quiere estar en casa?
Los niños crecen con la idea de que una familia es para siempre y, pese a que en el colegio o en el barrio tratan o juegan con niños de padres separados, jamás conciben la idea de que esta situación toque las puertas de su casa, por lo que la ruptura será una experiencia muy fuerte para ellos.
Explicarles el porqué de la separación, y qué implica esta nueva etapa, permite que los pequeños asimilen fácilmente la separación o el divorcio, y no se sientan culpables por la ruptura familiar.
¿Cómo explicar la separación?
Háblele a su hijo con claridad. Explíquele que ya no quieren vivir juntos y que estarán en casa diferentes, pero eso no implica que la relación entre padres e hijos cambiará.
Explíquele, sin hondar en detalles, de acuerdo con la edad del niño, el porqué de la ruptura y las consecuencias que este proceso traerá en el hogar.
Fortalezca los lazos de amor familiar. Escuche a su hijo y esté atenta a resolver todas sus dudas. Jamás le mienta.
Cuéntele que el divorcio o la separación es algo definitivo, para que no se haga falsas expectativas. Es común que los niños pequeños esperen la reconciliación durante varios años.
Tarea: fortalecer los vínculos familiares
Con la separación los niños creen que el amor o la relación afectiva con sus padres cambiarán totalmente, por lo que los padres deben demostrarle por todas las formas posibles que esta apreciación es equivocada.
Trate de compartir más tiempo y espacio con los hijos. Recuerde que usted sigue siendo su ejemplo. Sin importar el dolor que le pudo haber causado la separación, no ponga a su hijo en contra de su expareja. Por el contrario, ayúdele a fortalecer sus lazos afectivos.
Tratar erróneamente esta esta situación puede desencadenar una serie de problemas académicos y de comportamiento en los pequeños.
Es normal que durante los primeros meses de la separación los niños tengan un bajonazo en su rendimiento académico. Sin embargo, esta situación debe ser resuelta de inmediato para evitar problemas a futuro, ya que los padres suelen justificar las fallas educativas de su hijo y esto se puede convertir en un arma de doble filo.
“Mi niño es rebelde porque su papá no está en la casa” o “el niño ha perdido dos veces el año escolar, pero no es culpa de él, no ve que no tiene a la mamá en la casa”, suelen ser algunas de las excusas que los padres tienen para explicar los problemas de su hijo.
Es por ello que padre y madre deben redoblar esfuerzos para no dejar al niño solo durante el proceso de aceptación de una separación, para recordarles que pueden contar con ellos en cualquier momento pese a que ya no compartan el mismo techo.
Cómo reaccionan los niños, según las edades
De 3 y 5 años:
Los niños pueden desarrollar conductas regresivas, hablar como bebé o portarse mal. También manifiestan miedo a que su padre o madre los abandone. Es usual que se desquiten con los juguetes y manifiesten cuadros de depresión y baja autoestima.
De 6 a 8 años:
Es común que los niños asocien la conducta de sus padres con un hecho de locura. Se llena de miedo, confusión y rabia, y suelen idealizar al padre ausente y agredir aquél con el que conviven. Sienten que los padres son egoístas al no haber preservado la familia.
De 9 a 12 años:
En este punto los niños son más conscientes de los hechos y tratan de ocuparse en otras cosas para ocultar el dolor que les causa la separación. A esta edad es notorio la alianza o preferencia por alguno de los progenitores.
Los errores más comunes
Confundir el rol de padres y pareja: Es vital para la estabilidad emocional del niño, diferenciar el rol de pareja y el papel de padre o madre. Una cosa es las peleas que tengan en la relación y otra cómo deben actuar frente a las responsabilidades familiares
Forzar la convivencia: Si la convivencia marital ya no es posible no la fuerce. Jamás discuta frente a sus hijos, ya que ellos sentirán que son parte del problema. Lo más sano en estos casos en llegar a un acuerdo en común para no dañar la convivencia familiar.
Negar las visitas: Quién quede con la custodia del niño debe facilitarle al otro las visitas siendo flexible con los horarios. Alejar a los niños de su expareja no es sano para ellos.
Culpabilizar a la pareja: la separación se da en común acuerdo. Culpar a una de las dos partes implica que el niño empiece a desarrollar sentimientos de rencor contra su progenitor. No dañe los pensamientos positivos que el niño tiene de su pareja.
Desquitarse con los niños: Los niños no entienden la magnitud de una separación ni entienden los problemas económicos que se desencadenan con la separación, así que trate de canalizar mediante el deporte, manualidades o un paseo por la calle sus preocupaciones y emociones negativas para que el pequeño no sea quien pague.
Incumplir las promesas: Decirle que papá o mamá los visitará e incumplirles la promesa hacen que el niño deje de creer en los padres y se empiece a romper los vínculos con él.
Usar a los niños de espías: si su expareja tiene una nueva relación no utilice a su hijo como espía, ni le pregunte sobre que hace o no el padre o la madre con la otra persona, ni muchos menos que dice sobre él o ella.