La pandemia del coronavirus trajo consigo una serie de retos y oportunidades en materia educativa que las instituciones de América Latina deben tener en cuenta a la hora de avanzar en un modelo más inclusivo e innovador, que responda al contexto actual y a las necesidades de los jóvenes de la región.
El rezago educativo, la escasez de talento y la salud mental son los principales problemas que la academia y los gobiernos de cada país deben resolver, con el fin de aprovechar la experiencia que dejó el confinamiento y acortar las brechas sociales y de igualdad de género, que fueron más evidentes en pandemia.
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David Garza, Paul LeBlanc y Sabrina Seltzer
David Garza, rector del Tecnológico Monterrey, señaló que la educación superior tiene el desafío de ver cómo acompaña a los jóvenes en su proceso educativo, de la media a la superior, para que se adopten modelos diferentes que vayan más de la inmersión de cuatro meses, con periodos más cortos.
“En este entorno de rezago educativo, y laboral, hay que imaginar nuevos modelos, innovadores, que ayuden a enfrentar los retos sociales y económicos que surgieron con la pandemia”, dijo Garza en el panel de apertura del Octavo Congreso Internacional de Innovación Educativa (CIIE), que organiza el Tecnológico Monterrey, en México.
Luciano Cocheiro, subsecretario de Educación del Gobierno de México, explicó que la pandemia agudizó la desigualdad profunda en el continente, con tasas de deserción similares a 2017. “Hemos avanzado en la cobertura, en incorporación de jóvenes, pero no en términos de acceso a Internet y las condiciones de trabajo en casa”.
Luciano Cocheiro (centro)
El funcionario mexicano dijo que se requiere de innovación para combatir este problema, a partir de la experiencia que dejó la pandemia, con el fin de iniciar un proceso de rehumanización y de transformación de nuestras realidades. “No todo es negativo también hay oportunidades de transformación cultural y social”.
En ese sentido, Paul LeBlanc, presidente de Southern New Hampshire University, señaló que se necesita de ayuda financiera para que los estudiantes de bajos ingresos puedan continuar. “No podemos darnos el lujo de perder talento. El 45% deja los jóvenes en Estados Unidos abandona por deudas. Deben hacer muchos sacrificios para terminar y el salario no responde a ese esfuerzo”.
Además de la inversión financiera para cerrar la brecha de desigualdad, LeBlanc sugirió que, para al avanzar con este objetivo, es fundamental repensar la educación superior, reentrenar a los líderes y poner al estudiante en el centro, para entender su entorno, qué necesita; se trata de ir más allá de lo que ocurre en el salón de clase.
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