La filosofía popular muchas veces repite la máxima de que el ser humano se labra su propio destino. Sin embargo, hay situaciones que escapan del control del individuo. En medio del abandono estatal, las obras urgentes de infraestructura y el azote del clima, en varios pueblos del sur de Bolívar los pobladores han abandonado sus casas dejando sus enseres flotando.
En municipios como Achí, Pinillos y San Jacinto del Cauca, el río Cauca se desbordó y entró a las salas y cuartos. La época de invierno golpea especialmente las zonas bajas de los municipios. Miles de familias están damnificadas. Salones de clase y consultorios médicos están siendo usados como techos temporales. Centenares de hectáreas de cultivos están anegadas y el golpe económico se proyecta como grave. Los alcaldes y autoridades de la región han pedido apoyo del Gobierno nacional para implementar ayudas humanitarias y las urgentes obras de contención.
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En la zona de La Mojana, una región compartida con Sucre, Córdoba y Antioquia, uno de los pueblos más afectados es Achí. Roger Vanegas, habitante del barrio Villa María, reveló que se han acostumbrado tanto a las inundaciones puntuales como a los gobiernos impuntuales. “Hemos aprendido a vivir con las inundaciones, no debería ser así, pero si no nos ponemos las pilas, habría más muertos”, señala.
Las personas construyen jarillones y barreras artesanales con el apoyo del presupuesto municipal, pero las estructuras no resisten los embates del caudal. Las obras necesarias costarían aproximadamente 15.000 millones de pesos, inversión solo posible para el Gobierno nacional.
Uno de los corregimientos más afectados de Achí es El Rosario. A Maribel Polanco, auxiliar de enfermería en el puesto de salud, le toca ir en chalupa al trabajo. “Los mercados con alimentos son agradecidos por los pobladores, pero, apenas comienza a llover, pierden importancia”, expone la mujer sobre cómo enfrentan la crudeza de su realidad. Mientras tanto, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres respalda las peticiones de la infraestructura de contingencia necesaria que garantice soluciones permanentes ante los embates climáticos.