Lo que parecía una alianza sólida entre Gustavo Petro y Francia Márquez en favor de las comunidades más desprotegidas y amenazadas del país aquel 19 de junio de 2022 cuando celebraban su victoria en las elecciones presidenciales, menos de tres años después ya parece haberse desmoronado por completo.
Esta semana que termina será considerada para el presidente Gustavo Petro como una de las peores en su gobierno. Lo que fue una decisión de transparencia, según el Gobierno, de transmitir el consejo de ministros, terminó dejando al descubierto los mayores motivos de distanciamiento dentro del gabinete.
Y uno de los mayores fue precisamente con la vicepresidenta, pues fue la primera en quejarse, en el momento en que le correspondió la palabra, del trato irrespetuoso, desde su punto de vista, que ha recibido de la hasta hace pocas semanas directora del DAPRE Laura Sarabia, y de su molestia por la llegada de Armando Benedetti al cargo de jefe de Gabinete.
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Para Enrique Serrano, profesor de política de la Universidad del Rosario, aunque Petro y Francia entraron juntos al gobierno desde el inicio se veía que Márquez tenía una visión del cambio distinta a la del mandatario, sumada a su inexperiencia en el manejo político.
“Muestra que claramente no ha logrado ni una pequeña parte y que, además, no estaba de ninguna manera preparada para ese cargo de ministra en un Ministerio que no debía ni nacer como el Ministerio de la Igualdad, tan difuso en sí mismo”, señala.
Agrega que esa visión diferente, sumada al trato de Petro y su actitud de no escuchar otros puntos de vista muestran un “divorcio inmenso desde el comienzo y ahora cuando el Gobierno empieza a claudicar, se notan las diferencias mucho más agudas y casi dramáticas”.
Serrano señala que, aunque en Colombia nunca está claro lo que hace un vicepresidente, existen casos como el gobierno Duque, el de Uribe o el de Santos donde se demuestra esa unión y se han hecho varias cosas.
Pero en este gobierno Petro “siendo personas tan discordantes, incluso enemigas entre sí y pertenecientes a culturas que no tienen nada que ver, pues la labor del vicepresidente es nula y se ve en lo que ha pasado estos 3 años y además como ministra. Todos estos asuntos han conducido a un diálogo de sordos y eso seguramente continuará”.
El año y medio que queda
Tras estas fragilidades puestas en la palestra publica entre Petro y Márquez, surgen varios cuestionamientos en torno a cuál sería el futuro de la vicepresidenta y de las consecuencias que tendrá este cada vez mayor distanciamiento.
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Expertos consultados señalan que no ven posible en estos momentos la renuncia de Márquez como ministra y vicepresidenta, pero sí podrían ver algunos cambios frente a su futuro en el gobierno, como lo señala el docente y analista político Carlos Andrés Arias.
“Sobre su futuro, todo depende de su comportamiento político y en términos de opinión. Si ella sigue la línea de los pronunciamientos que mantuvo en el Consejo de ministros, sería posible que ella recuperará algo de la favorabilidad y buena reputación con la que inició este Gobierno y que le permitió al Gobierno de Gustavo Petro tener un plus y un atributo de valor”, señala.
Arias sostiene que, aunque ella es igual de culpable que el presidente sobre esta imagen negativa del gobierno en muchos aspectos, incluido la creación del Ministerio de la Igualdad, y hasta de no tener mayor responsabilidad de decisión en favor de comunidades más vulnerables, un cambio de su discurso podría beneficiarla a ella y mejorar un futuro interés para las elecciones del 2026.
“Si ella logra de alguna forma señalar que no está de acuerdo con muchas de las acciones y comportamientos del presidente y de los que hoy están rodeando en la cúpula del Palacio es posible que ella recupere algo de sea favorabilidad inicial”, asegura.
Y es precisamente este panorama electoral que podría generar una de las consecuencias de esta ruptura entre Petro y Márquez, puesto que la vicepresidenta tuvo una gran acogida en las urnas en las pasadas presidenciales por representar poblaciones vulnerables del país, situación que le podría restar al movimiento petrista del 2026.
"El Pacto Histórico reveló que era un partido con seres muy distintos entre sí, incluyendo Francia y Petro, y lo que va a pasar de aquí al 2026 es que se va a hacer más evidente esa dispersión entre los petristas, santistas, y hasta los francistas que seguramente existen en el Cauca y en ciertas regiones de Colombia”, señala el analista Serrano.
Agrega que Petro quedaría en el borde de perder ese apoyo del movimiento negro que apoyo a Francia Márquez, pero que “en ese momento todos están dispersos y decepcionados”.