Apocos días de la primera vuelta presidencial el gran interrogante en el país es si alcanza a llegar  Vargas Lleras a la segunda vuelta, o definitivamente no le alcanza la gasolina. 

Las firmas encuestadoras se han equivocado en muchas elecciones, y aún en el país no se han cerrado las heridas del plebiscito por la paz de octubre de 2016 en el que todos los pronósticos fallaron. 

Ningún colombiano o encuestadora creía en esa ocasión que el NO ganaría, y la sorpresa del resultado fue demoledora. 

Se escuchaba por estos días que un signo preocupante de un candidato es cuando empieza a pelear con las encuestas, y algo de eso le pasó en la semana que termina a Vargas Lleras. Peleó con las encuestas. Alcanzó a decir que no eran confiables.

Tendrá sus razones Vargas Lleras pero en el fondo debe estar muy preocupado, porque después de conocerse el resultado casi que a diario de las mismas, en ninguna el candidato de Cambio Radical sube. 

Es cierto que en una encuesta es difícil medir la efectividad de las maquinarias, pero hoy en día esas maquinarias tienen otra realidad, y es la de que no tienen gasolina, no tienen dinero que las impulse y eso está sucediendo en muchas partes del país. 

La mermelada en definitiva no alcanza. Aún más, de buena fuente me comentaban que aquí mismo en Cúcuta esas maquinarias no le van a votar a Vargas Lleras, porque más que protestar contra este último, hay gente y líderes que ya no le hacen mucho caso al exalcalde Suarez Corzo, a quien lo ven como uno de los promotores de esa candidatura presidencial.

Debe estar lamentando Vargas Lleras incluso el episodio del ”coscorrón”, porque aunque pareciera un hecho de menor importancia, esa imagen de soberbia y autoridad le quedó grabada a mucha gente, y al final al definir el votante su decisión por quien hacerlo, a mucha gente hoy se le escucha su decisión de no votar por Vargas como rechazo al coscorrón. 

En ese escenario, con Duque de primero en las encuestas, y Petro que en los últimos días pasó el umbral del 30%, recortándole ventaja a Duque, el país a partir del próximo 28 de mayo entrará en una especie de éxtasis que lo pondrá hacia junio en una situación casi que de cuidados intensivos por lo que pueda suceder. 

Un sentimiento de temor y preocupación se apoderará de Colombia a partir del 28 de mayo.           

Y ese escenario es hasta peligroso. Ya se hablan de amenazas, de riesgos para los candidatos, y ahí solo falta esperar que las dos votaciones que están próximas a desarrollarse se adelanten sin contratiempos. 

Colombia vive momentos de mucha tensión, y en definitiva políticamente se va a imponer una opción radical. 

De ganar Duque, el país dará un giro a la derecha en materia política y económica, llegándose a plantear incluso una reforma constitucional que podría abrirle paso a Uribe para regresar a la presidencia. De llegar Petro, el país entraría en una tensión sin precedentes en su historia,  como quiera que seguramente al otro día de posesionarse convocaría una asamblea constituyente de la cual nadie podría predecir su resultado. Es decir, a 20 días de las elecciones Colombia vive en máxima alerta.