¿Qué es la corrupción? La respuesta la suministra el diccionario. Los sinónimos, que aclaran las dudas, señalan que significa, entre otras cosas, descomposición, deterioro, putrefacción, podredumbre, abuso y venalidad. En fin, una actitud nada buena, que es en síntesis, una violación de las leyes existentes en nuestro país y en el mundo entero.
¿A qué viene la pregunta?, dirá el lector desprevenido La respuesta es sencilla. La dan todos los medios de comunicación. Es lo ocurrido en los últimos días cuando un bus colombiano, sin permisos ni licencias de ninguna clase, con papeles falsos, cargado con droga, viajó desde Cúcuta hasta el Ecuador, atravesó varios retenes y aduanas, pasó por las narices de miles de policías y autoridades de toda clase, violó toda clase de reglamentos, leyes y decretos y fue a estrellarse a poca distancia de la ciudad de Quito, después de viajar sin inconveniente, centenares de kilómetros. Una verdadera proeza, gracias, me imagino, a la corrupción que penetró los bolsillos de muchas personas que debió encontrar en el largo periplo.
Otras demostraciones del fenómeno, que hasta provocó la convocatoria de un referendo que costará miles de millones a nuestro flaco erario, se presenta en otros campos de la actividad. Es así como muchos dan una propina para que los atiendan más rápido en la cola del banco o los dejen entrar a la consulta del médico, o los médicos que aceptan una invitación del laboratorio que produce una droga, o los periodistas que viajan por invitación de una empresa, o el funcionario que atiende más rápido, o el portero que abre la puerta. En conclusión, el que hace algo prohibido.
En Colombia ha habido varias demostraciones de la corrupción que se quiere evitar en referendo promovido por senadora que aspirará a la alcaldía de Bogotá y por su compañera de apartamento y de cama. La pregunta es qué se debe hacer para acabar con la corrupción. Es algo bien difícil. La han perseguido desde que el hombre se bajó del árbol. Al nuevo mundo vinieron los conquistadores en busca del oro y para hallarlo mataron a millares de indígenas e hicieron todas las marrullas posibles. Aquí ha habido personajes que se han robado hasta la comida de los niños más pobres y se ha denunciado inclusive a altos magistrados de las cortes. Que hacer, pues. La respuesta es simple: debe iniciarse en la educación. Con ella lograremos lo que no podrá el referendo: terminar la corrupción. Claro que hay otra solución más radical: acabar con el dinero, pero esa no es difícil, es imposible. GPT
