Así podría resumirse el estado de ánimo del país; no se sabe que causa es peor, si la originada por las altas temperaturas que en ocasiones llega a los 40 grados en la ciudad, o cuando se prende el radio o la televisión y se escuchan los sucesivos escándalos del país y de Cúcuta. Sabíamos que dineros irregulares habían entrado en la mayoría de las campañas políticas en Colombia, pero no imaginábamos la profundidad ni las dimensiones a que habían llegado. Las últimas noticias sobre el ingreso de dineros de Odebrecht a la campaña de Juan Manuel Santos, en las que además cada vez más lo señalan como el “funcionario 3º” que recibió más de 3 mil millones, resultan agobiantes, indignantes y frustrantes para un país que naufraga en la inseguridad e incertidumbre. Será cierta esta versión, ¿o apenas un montaje político calculado?
Y es que no es para menos. Imagínense la belleza de país: se anuncia ahora a Mancuso gestor de paz, los puentes que se caen todos los días y por todos lados, los exámenes que piden del presidente para saber su estado de salud, Laura Sarabia que regresa al gobierno, los congresistas que supuestamente aceptan que les rebajen al sueldo si los dejan trabajar en otras cosas – ni imaginar ofreciendo sus servicios especializados de asesoría a Odebrecht por ejemplo-, Petro que no cumple citas, ahora dejó “metidos” a todos los empresarios en Cartagena, el ministro Velasco diciendo que los gobernadores son unos hipócritas, Ramiro que sigue despachando desde el hospital, el alcalde Zurrón que antes de terminar su mandato deja en un desastre la ciudad, “El bolillo” Gómez que antes que lo sacaran del Junior le hizo pistola a unos aficionados, mejor dicho, para que más. Un hermoso país, delirante, potencia mundial de la vida, sin duda.
Ni imaginar la imagen internacional del país en el último mes. Pasamos de la noticia mundial del hijo del presidente detenido por el ingreso de dineros de la mafia como lo titularon varios medios de comunicación en el mundo, a otra muy lamentable: dineros de una multinacional brasilera que presuntamente permearon la campaña del premio nobel de la paz en el 2016. Sin duda una vergüenza con dimensiones mundiales. Y falta que tome vuelo otra más: la ley de reconciliación de Petro a los narcotraficantes, que en algún momento llevó a la ingenua propuesta del ministro de justicia de que devolvieron sus enormes fortunas, a cambio de conservar un 6% de sus ingresos. Ni para imaginar al clan del Golfo haciendo sus cuentas, con sus contadores, haciendo la contabilidad para devolver el 94% de los dineros. A los narcos les debe dar hasta risa la propuesta del gobierno. Deben estar felices.
Hay también una especie de agobio en el tema político electoral por estos días. La gente siente una gran decepción al ver que a pocos días de las elecciones hay mucho votante indeciso y preocupado porque un resultado probable es que vuelva a ganar William la gobernación, y a la alcaldía gane uno de los de siempre, y los temas de ciudad y región van a seguir sin mayor avance. Eso hace que resulte agobiante, en ocasiones peligroso, circular por algunas calles céntricas de la ciudad ante la gran cantidad de jóvenes drogados, algunos inyectándose en la avenida 0 en horas de mediodía, algunos que se vienen hacia los carros con expresiones de agresividad pidiendo algo de dinero, y es lamentable que no haya autoridad alguna. Nunca antes la ciudad había estado tan mal como ahora, mientras escuchamos por la radio una pauta paga por la alcaldía “Cúcuta 2050, una estrategia de todos”. Que burla, que decepción.