Es muy difícil dimensionar el impacto social y económico que desde septiembre de 2015 ha tenido para la frontera su cierre. Lo cierto es que en una curiosa resolución del Ministerio de Relaciones Exteriores, la 667 del pasado 19 de mayo, el gobierno anuncia la apertura de las fronteras solo con Brasil, Perú, Ecuador y Panamá. La decisión no incluye sorpresivamente a Venezuela. ¿Por qué? ¿Será que el desorden y la anarquía que vive el país han impactado tanto a Duque que se le olvidó al gobierno que tenemos más de 2.000 kilómetros con Venezuela? O pensaba en su “despiste ministerial” la doctora Claudia Blum que Venezuela queda a un lado de Buenaventura, y que de ese puerto ¿no quieren saber nada? ¿O algún asesor le sugirió al presidente que podía de alguna forma deshacerse de Maduro a través de una resolución ignorándolo?
Pensemos lo mejor: que es tan grave y complejo el deterioro de la frontera entre Colombia y Venezuela en estos 5 años y 7 meses de un inútil y vergonzoso cierre, que ahora el gobierno a pocos de meses de terminar su mandato entiende finalmente el daño que se ha generado, heredado del gobierno Santos, y como se ha anunciado a partir del 1º de junio el gobierno expedirá un protocolo especial para tratar de restablecer las relaciones con Maduro. En medio de la zozobra que vivimos es una buena noticia, que no deja de ser irónica pues mientras hace 2 años Duque le apostó a “tumbar” a Maduro, este último está más firme en su dictadura, seguramente esperando que por aquí gane Petro las elecciones y ahí sí comenzar a hablar de países hermanos. Bolívar y Santander nunca llegaron a imaginar que la historia de estos dos países pudiera terminar en semejante sainete.
Antes del cierre, se calculaba que circulaban diariamente 33.000 vehículos por la autopista internacional hacia el puente Simón Bolívar, es decir sin contar los que transitaban por Ureña. Sin duda una de las fronteras más vivas que tenía América Latina. Con su cierre ahora es una de las de mayor criminalidad en la región. En el cierre ha habido errores de los dos gobiernos, y quienes han pagado ese precio, como mejor lo dice Saramago en el “Ensayo sobre la ceguera”, la gente que ha tenido que vivir en lo más primitivo de la sociedad, sobrevivir a cualquier precio. Son los que pasan por las trochas diariamente.
Llama la atención el mensaje de Guaidó por estos días en donde sorpresivamente acepta algunas reglas de juego frente a las próximas elecciones en su país. ¿Cuál es el juego político de fondo? ¿Será que habrá existido alguna señal del gobierno de Biden sobre el futuro de Venezuela que hubiere llevado a Guaidó a cambiar su postura frente a Maduro?
El camino por recorrer para una apertura, así sea inicialmente peatonal y con las medidas de bioseguridad, no será fácil. Habrá que esperar en los próximos días la presencia en la ciudad de la nueva canciller Martha Lucía Ramírez, cuyo discurso como vicepresidenta frente a Venezuela siempre fue implacable, con expresiones de “dictadura, refugio de la delincuencia, el cartel de los soles”, que no por ser ciertos muchos de sus señalamientos, a pesar de ello no le correspondía expresarlos a un vicepresidente. Es decir, ¿la canciller va a continuar con el mismo discurso que ha mantenido como vicepresidente? Eso lo sabremos en pocos días, y de ser así, se acaba la fiesta porque la frontera con Venezuela puede seguir cerrada. Y mientras la esperamos, uno de los puntos del Comité del Paro, es la reapertura de la frontera. Si la canciller viene aquí a “echarle diatribas a Maduro”, pues él las escuchará ya muy tranquilo en Miraflores, porque entiende que Duque que no logró tumbarlo, alista sus maletas pasar salir de
la Casa de Nariño mucho más preocupado que el propio Maduro.